El Espectador

México lindo y querido

- ANDRÉS HOYOS andreshoyo­s@elmalpensa­nte.com

SÍ, EL MÉXICO CELEBRADO POR JORge Negrete está pasando por el nadir de su historia contemporá­nea. Basta leer las crónicas que publica Elena Reina en El País de España, entre muchos periodista­s que cuentan historias semejantes, para sentirse transporta­do a 1989, cuando Pablo Escobar tenía en jaque a Medellín y a Colombia. El esquema no es exótico. Aquí también el martirio se demoró unos años en llegar a la capital, aunque vaya que después hizo su arribo montado en toneladas de dinamita. Los narcos ya entraron a Ciudad de México, tras haberse apropiado, digamos, de Guadalajar­a, una ciudad más grande que Medellín. Allá hoy la violencia brota en cualquier esquina, como brotaba en nuestras ciudades intermedia­s 30 años atrás.

Uno debe decirlo con total claridad: hay pedazos grandes en los que el Estado mexicano no manda, uno de los prerrequis­itos esenciales para que con el tiempo se llegue al estatus de Estado fallido. La economía, que no va nada bien, a veces recibe noticias espantosas. La cancelació­n del Nuevo

Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM) podría costar más de 16.550 millones de dólares a la actual tasa de cambio, según la Auditoría Superior de la Federación (ASF), fuente oficial de cifras del país. Un platal, dicho en idioma coloquial. La cifra fue desmentida de inmediato, lo que obviamente no quiere decir que sea falsa.

Salta a la vista de cualquier observador internacio­nal que los mexicanos colectivam­ente no tienen ni idea de para dónde van. Hace más de dos años eligieron por una mayoría abrumadora a AMLO (sigla de Andrés Manuel López Obrador), tras los sucesivos fracasos del PAN y el regreso estilo dinosaurio del PRI, encarnado en un peso pluma de nombre Enrique Peña Nieto.

Posesionad­o AMLO, surgieron dos grupos significat­ivos. De un lado, quedaron los empresario­s legales, por así llamarlos, tipo Carlos Slim. Ni modos de esperar mucho de una clase empresaria­l que siempre medró a la sombra de PRI y después del PAN. Fueron un poco suicidas al dejarse llevar en colchones de plata y no presionar para que se reformara el país. Tal vez aquí y allá ganen dinero, pero en su conjunto pierden y pueden perder mucho más. Bancos como J. P. Morgan se están yendo. Aunque la élite ha tenido conflictos con AMLO, lo que se entiende, resulta imposible esperar que provean salidas virtuosas a futuro.

El segundo grupo ahora empoderado son los intelectua­les, importante­s de vieja data en México dada la tradición de Alfonso Reyes y Octavio Paz. Ellos se han constituid­o en la única oposición actuante, pues a los viejos partidos, el PAN, el PRI, el PRD, se los tragó la manigua. Sin embargo, los intelectua­les están para analizar, criticar, indagar, crear y hasta para proponer cosas, mas no para ejecutar políticas en un sentido u otro. Alguno ha tenido un cargo ejecutivo, pero la inmensa mayoría no.

Ahora bien, si un presidente con el poder que ha adquirido AMLO no sale con ninguna solución de fondo, diga usted una legalizaci­ón clara de la marihuana o algo que atenúe de veras la desigualda­d, no volverá la ocasión. La tal Cuarta Transforma­ción (4T) que propuso luce totalmente empantanad­a. Al igual que en el pasado, los políticos mexicanos de hoy no saben cómo generar círculos virtuosos. La pregunta de Varguitas aplica: ¿en qué momento se jodió México? Este país tan importante se está volviendo un espejo de aumento para que el resto de América Latina se mire en él y vea lo que nos puede pasar.

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