Ana María Hernández, líder del estudio del estado de la biodiversidad del planeta
Desde pequeña Ana María era muy traviesa, sociable y muy inteligente. “Trepaba árboles, perseguía animales para verlos, no para hacerles daño; me gustaba estar al aire libre”, recuerda Ana María. Primero quiso ser modelo, a los 14 años, luego descubrió que le interesaba trabajar con la naturaleza. Le llamaron la atención la ecología, la geología y la biología marina. Pero su padre, Nicéforo, un militar dedicado a la historia, la convenció para que estudiara Relaciones Internacionales. Se inscribió en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. “Mi tesis, que fue laureada, fue sobre un proyecto de cooperación internacional para conservación de recursos vivos del gran Caribe. Uní todo lo que quería de chiquita y lo pude hacer realidad de grande”, dice Ana María. Desde 1997 se ha movido entre la negociación y la biodiversidad. Ha trabajado en el Instituto Humboldt como investigadora del Programa Política y Legislación; en el Ministerio de Ambiente, como asesora para la Biodiversidad y Propiedad Intelectual de la Oficina de Asuntos Internacionales, y, en 2009, fue la directora ejecutiva de la Fundación Natura.
En 2019, en París y con la aprobación de 129 países, Ana María se convirtió en la primera mujer en la historia en ser presidenta de la Plataforma
Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES). Desde entonces, la bogotana tiene la tarea de coordinar científicos de 134 países que estudian el estado de la biodiversidad del planeta. “Creo que las mujeres tenemos una diferencia, una capacidad un poco diferente de manejar las cosas. Somos más abiertas a los cambios. Me parece lindo el reconocimiento por un tema también de equidad”, comenta Ana María. En el IPBES, la colombiana se encarga de coordinar a los expertos para presentarle al mundo la evidencia científica suficiente para saber cuál es el estado de la naturaleza.