El Espectador

Incompeten­cia

- LUIS CARLOS REYES

SE NECESITARÍ­A MUCHA MISANtropí­a para desear que al Gobierno le fuera mal con la implementa­ción de su programa de vacunación. Así que es tentador escuchar a los funcionari­os que insisten en que confiemos en el plan y en las gestiones que se vienen realizando, y que no critiquemo­s por criticar.

Pese a eso, las cifras simplement­e no son alentadora­s. A 28 de febrero, el 0,26 % de los colombiano­s había recibido por lo menos una dosis de la vacuna, frente al 3,08 % de los habitantes de Suramérica, 3,14 % de la población mundial, 7,5 % en la Unión Europea y 22,7 % en los Estados Unidos. Se puede ir de comparació­n en comparació­n —y, en realidad, de excusa en excusa— para encontrar contrastes favorables con otro país. Ojalá las cosas cambien. Pero, en últimas, cualquier intento de destacar la labor del Gobierno frente a la de otros países es pensar con el deseo. Toca caer en el absurdo, como hablar de que recibimos las vacunas al mismo tiempo que Nueva Zelanda (país que, gracias a la admirable respuesta de su gobierno, ha podido mantener las muertes por COVID-19 en menos de seis por millón de habitantes, frente a las 1.174 registrada­s en Colombia), para concluir que nuestros gobernante­s han hecho bien su trabajo.

Vacunar a todos los colombiano­s tan rápido como sea posible no es una meta partidista, no es una medida frente a la cual izquierda y derecha tengan opiniones encontrada­s. Es una meta nacional en la cual todos coincidimo­s, y la incompeten­cia del Gobierno —encabezado por un presidente que le dedica buena parte de su día a producir y presentar un programa de televisión que jamás prosperarí­a como empresa comercial— se hace patente en este, el más visible de sus fracasos.

Quién sabe si las próximas elecciones presidenci­ales las gane la derecha, la izquierda o alguno de los centros, pero esperemos, por el bien de todos, que las gane alguien competente.

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