Incertidumbre ciudadana por contratos de vacunas
EN RECIENTE ARTÍCULO “FUTUROS escenarios para la pandemia de COVID-19”, David Skegg y colaboradores afirman que “las solas vacunas, a no ser que logren cobertura amplia de la población, que ofrezcan protección de largo alcance y sean efectivas en prevenir tanto la trasmisión del virus como la enfermedad COVID-19, no terminarán la pandemia”.
Previamente, Oliver J. Wouters y coautores, publicaron el ensayo “Desafíos para asegurar el acceso global a las vacunas COVID-19: producción, accesibilidad financiera, designación global y distribución”, donde enfatizaron que estas cuatro dimensiones de las vacunas están interrelacionadas y que las etapas del desarrollo y la producción tienen implicaciones importantes para los precios y la confianza pública. Diseñaron una tabla destacando las características de las 26 vacunas más reconocidas, comparando grados de eficacia, regímenes de dosis, requerimientos de almacenamiento y transporte, precios, capacidad de producción para 2021, y reservas para países de ingresos bajos y medios.
En la casilla correspondiente a producción, evalúan la autorización emitida por las agencias farmacéuticas rigurosas, como la FDA, la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) y la OMS, señalando que AstraZeneca-Oxford, BioNTech-Pfizer, Gamaleya, Moderna y Sinopharm-Beijin Institute satisfacen ese criterio. La de Johnson & Johnson fue autorizada por la FDA después de la publicación citada.
Respecto a la eficacia, les asignan los siguientes valores: AstraZeneca: 62 %, Pfizer: 95 %, Johnson & Johnson: 66 % (The New York Times, el 27 de febrero, reportó eficacia del 72 %), Moderna: 94 % y Sinovac: 50 %.
En la casilla de accesibilidad financiera, listan los siguientes precios: AstraZeneca: US$5, Pfizer: US$14, Johnson & Johnson: US$9, Moderna: US$31 y Sinovac: US$21.
En la designación global, las vacunas mencionadas están consideradas en el mecanismo Covax (a excepción de Moderna); además, informan porcentajes de entrega, según los convenios de precompra, que algunos gobiernos anticiparon a tiempo.
En el aparte de distribución, enumeran las dosis requeridas y las temperaturas de transporte y almacenamiento.
A más de un año del inicio de la pandemia, se ha evidenciado mundialmente la persistencia de secuelas en individuos que fueron positivos y sintomáticos en algún momento o, repetidamente, por COVID-19. Esa condición ha sido identificada como “covid prolongado”. Padecen síntomas de fatiga, sensación de insuficiencia respiratoria, cefalea, niebla mental (amnesia), pérdida de memoria y pérdida del olfato y del gusto. La OMS ha pedido a los investigadores buscar alternativas para el tratamiento de estos pacientes. En Inglaterra, algunos afectados han reportado mejoría con la aplicación de la vacuna anti-COVID-19. El doctor Tim Spector, del King’s College de Londres, inició el seguimiento a 600.000 pacientes para determinar ese efecto benéfico de las vacunas. Se ha interpretado que la infección del virus altera la respuesta inmune del afectado, originando la inflamación de los órganos, a largo plazo. La vacuna podría reprogramar la respuesta inmune de los infectados, mejorando la sintomatología.
En ese contexto, es trascendental que la eficacia considerada por las agencias sanitarias estrictas debe ser el criterio de los gobiernos al seleccionar las vacunas para sus ciudadanos, por cuanto el covid prolongado es también objeto de la salud pública.