A evitar una nueva ola de trapos rojos
En medio de las nuevas restricciones para frenar el aumento de contagios de COVID-19, el desafío es que, tras un año de pandemia, se mantenga el plan para atender a los más vulnerables. No obstante, por ahora no hay muchas luces sobre el proceso de vacunación para estas poblaciones.
La capital enfrenta el tercer pico de contagios de COVID-19 y de nuevo se decretaron restricciones para evitar que se desborde la capacidad del sistema hospitalario. A la par, se avanza con el plan de vacunación contra un virus que ya ha contagiado a 702.000 personas y cobrado la vida de casi 15.000 capitalinos. Este fin de semana rige un nuevo confinamiento, tras la temporada de Semana Santa y, en general, porque muchos se han relajado debido a la inmunización.
Que se impongan o no más restricciones depende del aumento de contagios, pero tras un año de aislamientos, el principal desafío será evitar que los cierres deriven en un nuevo mosaico de trapos rojos en aquellos hogares que piden ayuda en cuarentena. Pero hay más preocupaciones. ¿Cómo se atenderá a las comunidades étnicas, habitantes de calle, trabajadores sexuales y migrantes, entre otros grupos vulnerables? Además, si bien la vacunación de adultos mayores avanza, poco o nada se ha hablado del proceso con estas poblaciones.
La responsabilidad, en medio de las restricciones, está a cargo de varios sectores del Distrito, liderados por la Secretaría de Integración Social y apoyados por las secretarías de Hábitat, Salud y Planeación. Según Integración Social, para el tercer pico se anticiparon con varios programas de incidencia y una transformación de servicios, debido al incremento de la pobreza. El avance de la cobertura se evidencia en que de 37 servicios se pasó a 87, teniendo a la Tropa Social como una de las grandes estrategias para identificar los hogares más vulnerables y darles una respuesta.
El grupo se creó tras los problemas que hubo para identificar los hogares que más necesitaban ayudas, ya que los mapas de pobreza construidos antes de la pandemia no incluían zonas donde también habitan capitalinos, ignorados y que nunca tuvieron atención estatal. En palabras de Xinia Navarro, secretaria de Integración, existen muchas formas de focalizar, pero antes se hacía con bases de datos hechas desde un escritorio.
“Cuando inició la pandemia, cogimos esas cifras para crear ‘Bogotá Solidaria en Casa’, pero también creamos el botón de ‘Bogotá Cuidadora”, para que la gente que necesita ayuda levante la mano. Con esto y la Tropa Social, se han actualizado los polígonos de extrema pobreza, pobreza y vulnerabilidad”, indicó la funcionaria. Gracias a este trabajo se han identificado 347.000 hogares que antes no estaban en las listas de pobreza, con lo que en total 830.982 han recibido ayudas en dinero del Distrito o la nación.
“Ahora bien, no quedamos contentos con eso sino que queremos poner rostros y determinar el grado de vulnerabilidad”, agrega Navarro. En ese trabajo ha sido clave la Secretaría de Planeación, encargada de diseñar las bases de datos sobre pobreza. Según la entidad, en la actualización de los mapas se mantiene la tendencia de localización de hogares vulnerables en Bosa, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Usme, Suba y Engativá.
“Si se contrastan los mapas de 2018 y el de hogares atendidos por ‘Bogotá Solidaria’, se puede ver que el programa se ha focalizado en zonas donde existen importantes concentraciones de pobreza y, a su vez, ha garantizado que la población vulnerable sea tenida en cuenta en la entrega de ayudas”, indica Planeación, que incluyó para las bases de datos varias fuentes de información y definió otros criterios de clasificación de quienes requieren ayuda en tiempos de crisis.
Con esos ajustes, a Integración Social se le facilitó un poco la identificación y atención de hogares vulnerables, incluyendo a los que tienen jefatura femenina, que también esperan caracterizar para priorizarlos en las rutas de atención, más allá de la pandemia. Por estos días, esa entidad se dedica a establecer quiénes viven en los pagadiarios, sobre todo del centro, pues en su mayoría son habitantes de calle, personas que prestan servicios sexuales, trabajadores informales e indígenas, cuyas necesidades están sin establecer.
Vacunación, enredada
El plan de atención tiene más forma que el de vacunación. Desde la Secretaría de Salud dijeron que enviarían los detalles del proceso, pero no lo hicieron. Según expertos, en la lista hay que incluir a muchas poblaciones, de acuerdo con las condiciones de exposición al riesgo. Eso opina Dionne Cruz, presidenta de la Asociación Colombiana de Salud Pública, quien cree que los primeros deberían ser quienes trabajan en la cadena de abastecimiento de alimentos. En segundo lugar, dice, deberían ir los trabajadores del transporte masivo e incluso los taxistas. “Es una población que se ha acomodado a la situación, adecuando su vehículo, pero tienen muchos contactos estrechos. Y hay un tercer grupo, que son quienes manejan emergencias, desastres y residuos, entre los que están los recicladores, recolectores de basuras y habitantes de calle. Asimismo, las personas en ejercicio de prostitución”.
Otros grupos que pide tener en cuenta son los migrantes, indígenas, maestros y en general el personal de educación, para que pasado el tercer pico se acelere el regreso a clases presenciales. “Cualquiera que represente riesgo y tenga vulnerabilidad es prioridad, porque hay que romper las cadenas de transmisión. El virus no reconoce fronteras, géneros, etnias ni clases sociales”, concluyó Cruz.
La ciudad empieza a trasegar el tercer pico. Que su impacto no sea tan alto depende, en parte, de que no se repitan las experiencias de las dos primeras olas de contagios. Para el Distrito, el plan de atención está listo y en teoría no se repetirán los trapos rojos y protestas por atención. Entre tanto, el plan de vacunación a poblaciones vulnerables se ve más estático. Todo se aclarará con el paso de los días y las cifras de casos positivos.