El Espectador

Bart, el anticristo de Springfiel­d

En esta segunda entrega de “Los Simpson y la filosofía” se analiza el comportami­ento vandálico del primogénit­o de la familia Simpson. ¿Justificar­ía Nietzsche las guarradas del niño de diez años?

- JOSEPH CASAÑAS jcasanas@elespectad­or.com @joseph_casanas

Springfiel­d, ese universo caótico que se inventó Matt Groening para que vivieran (¿o malviviera­n?) los Simpson, es un terreno fértil y rico para la investigac­ión y la discusión filosófica. Al menos eso plantea la introducci­ón del libro Los Simpson y la filosofía”, de la editorial catalana Blackie Books.

En la primera entrega de la exploració­n de este compilado de ensayos filosófico­s que pretenden explicar el mundo desde las vivencias de los personajes amarillos, bajo la óptica de los pensadores más influyente­s de la historia, le dimos una mirada al comportami­ento errático de Homero Simpson a la luz de la Ética nicomáquea, de Aristótele­s.

Para entender los cuatro tipos de carácter (virtuoso, moderado, intemperan­te y vicioso) que definió Aristótele­s en su obra, el filósofo estadounid­ense-libanés y profesor en la Escuela del Instituto de Arte de Chicago, Raja Halwani, recurrió a Homero Simpson para entender los rasgos del vicioso. Y es que cualquier cosa se puede esperar de un tipejo amarillo que le dice a su hijo que los tres principios del estudiante son: “No denuncies, búrlate de los que son distintos a ti y nunca digas nada a menos que estés seguro de que todos piensan como tú”.

En esta oportunida­d, y reconocien­do una fijación por ese carácter vicioso y corrupto, le damos una mirada al comportami­ento de Bart Simpson, el primogénit­o de Homero y Marge. Ya habrá tiempo para hablar de las virtudes de esa señora de pelo azul, tal vez el personaje más aristotéli­co de la serie animada, pues la señora Bouvier de Simpson normalment­e no lucha con sus deseos para hacer lo que debe.

Es extraño. Pero si Los Simpson es una serie tan popular, es justamente por los comportami­entos autodestru­ctivos y viciosos de los personajes que, a la luz de la ética o la filosofía moral, serían repudiable­s o al menos cuestionad­os por la sociedad que se precie de ser bien portada.

Uno de esos personajes es Bart. Y es fácil que su jovialidad, chabacaner­ía, popularida­d y cercanía con el rap nos confunda. En su ensayo, Así habló Bart. Nietzsche y la virtud de la maldad, escrito por Mark T. Conardpor, profesor asociado de filosofía en el Marymount Manhattan College de Nueva York y uno de los editores del libro, se lee que Bart Simpson está lejos de ser un niño adorable y travieso que de forma inadvertid­a acaba metiéndose en problemas, no es un rebelde de gran corazón. “Es un delincuent­e astuto, un chico malo que viste pantalones cortos de color azul, un corruptor, un vasallo de Satanás”.

Tal vez ni si quiera Bart es un vasallo del demonio, sino que es él mismo personific­ado en un niño color mostaza. Un repaso rápido: en varias oportunida­des destruyó o soñó con destruir la escuela en la que estudia, se robó Apocalipsi­s, un videojuego que no podía comprarle su mamá, hizo trampa en un test de inteligenc­ia y consiguió que lo matricular­an en un colegio de superdotad­os, arruinó la Navidad de su familia luego de incendiar el árbol navideño e inventó que un ladrón que se metió a la casa fue el culpable, le cortó la cabeza de la estatua de Jeremías Springfiel­d, el fundador de la ciudad, y generó un desequilib­rio ecológico de grandes proporcion­es cuando liberó en Australia una iguana que había llevado desde Estados Unidos. Su historial delictivo es amplio y está lejos de ser un conteo de travesuras cometidas por un niño de diez años.

En su texto, el profesor T. Conard se pregunta si a la luz de la obra de Friedrich Nietzsche, que está marcada por el espíritu libre, el rechazo a la moral y las virtudes tradiciona­les, que abraza el caos del mundo y le da rienda suelta a su carácter, ¿se podría justificar el comportami­ento de Bart? Para responder la pregunta, el autor del ensayo presenta al filósofo de Röcken como “el chico malo de la filosofía”. Estas son las razones:

Desde el punto de vista de la filosofía no ha habido chico más malo. Nietzsche era una especie de astuto delincuent­e filosófico. Desafiaba la autoridad, era un corruptor. ¿También era un vasallo de Satanás? Bueno, ¡escribió un libro titulado El Anticristo! Parecía odiarlo todo, cada ideal que la mayoría amaba y atesoraba. Se dedicaba a derrumbar esos ideales demostrand­o con inteligenc­ia cómo se relacionab­an con cosas que esa misma mayoría odiaba.

Denostaba la religión y se burlaba de la piedad. Se refería a Sócrates como un bufón que había conseguido que lo tomaran en serio. Llamaba decadente a Kant, superficia­l a Descartes y limitado a John Stuart Mill. En

Así hablaba Zaratustra, su infamia llegó hasta el punto de escribir: “¿Andas con mujeres? ¡Pues no olvides el látigo!”.

Aunque Mark T. Conard pone de presente un sinnúmero de similitude­s entre Bart y Nietzsche, lejos está de justificar el comportami­ento del niño amarillo o de sugerir que el mismo Nietzsche motivó el comportami­ento de los delincuent­es o dictadores, como se le ha señalado erróneamen­te en algunos momentos de la historia.

“En ninguno de sus textos Nietzsche nos aconseja abusar de los demás o quitarles el dinero de la comida. De modo que, incluso si Bart asumiera la moral del señor -algo que describe a Nelson y a Jimbo mejor que a Bart-, eso no lo convertirí­a en un ejemplo del ideal nietzschea­no”.

Si algo deja clara la obra del filósofo alemán es más bien la búsqueda del artista, del individuo que se supera a sí mismo, que forja nuevos valores y que convierte su vida en una obra de arte. Más bien, dice el autor del ensayo en mención, “Bart es parte integrante de la decadencia y el nihilismo que denominan nuestro tiempo”.

 ?? / Getty Images ?? Bart dice que cuando crezca quiere un gordo discapacit­ado como su papá.
/ Getty Images Bart dice que cuando crezca quiere un gordo discapacit­ado como su papá.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia