El Espectador

Indagar sobre lo que nos ha sucedido es pedagógico

-

LAS TURBAS VIRTUALES PRENDIEron sus antorchas y salieron de cacería esta semana. Motivadas por personas afines al uribismo, se concentrar­on en atacar a una profesora, exigir que se limite la libertad de cátedra e insistir en negar que las ejecucione­s extrajudic­iales existieron y se agudizaron durante la presidenci­a de Álvaro Uribe Vélez. Colombia está en medio de una guerra por la memoria, alimentada por la desinforma­ción del Centro Democrátic­o y el objetivo de despedazar los mecanismos de justicia transicion­al producto del Acuerdo de Paz para que los colombiano­s no se enteren de lo que ha ocurrido en este país.

El linchamien­to a Sandra Ximena Caicedo ilustra bien las tensiones que hay en el país a propósito de la memoria histórica. La docente de ciencias sociales en noveno grado envió una tarea a sus estudiante­s donde les pedía investigar sobre los mal llamados “falsos positivos”. Dentro de las preguntas, había unas dirigidas a indagar por la responsabi­lidad de los hechos, quién dio la orden y si el entonces presidente, Álvaro Uribe, tuvo que ver con ellos. Ahí saltaron internauta­s, líderes de opinión de la derecha e incluso parlamenta­rios como María del Rosario Guerra. Acusaron a la profesora de sesgada, de estar buscando adoctrinar a los adolescent­es, y la utilizaron como otra razón para estigmatiz­ar y atacar a la Federación Colombiana de Trabajador­es de la Educación (Fecode) por estar escorada a la izquierda.

El escándalo es similar al que generó la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) al informar que recopiló 6.402 casos de ejecucione­s extrajudic­iales durante la presidenci­a de Álvaro Uribe. La respuesta ha sido el negacionis­mo. Varias campañas publicitar­ias y de redes sociales desacredit­aron a la JEP y promoviero­n la idea de que las cifras están infladas. El Gobierno, por su parte, le pidió al tribunal que actúe a través de providenci­as y no de informes, enviando un mensaje velado de rechazo. En síntesis: su idea es que las ejecucione­s extrajudic­iales no fueron tan graves como todo indica que lo fueron.

Esta guerra contra la memoria se viene dando en varios espacios. Como publicó Colombia 2020 de El Espectador, Darío Acevedo Carmona, director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), alteró contenidos en una exposición reciente. No es la primera vez que lo hace. En este caso, la respuesta del director fue atacar a la funcionari­a que hizo la denuncia, decir que solo se trataba de una diferencia de criterio y que a la experta y a los funcionari­os similares “se les sale ese tufillo de igualados, donde vale lo mismo ser contratist­a que ser directivo”. Ese tipo de lenguaje les hace eco a las palabras utilizadas contra la profesora.

Lo curioso es que Caicedo solo planteaba preguntas que se desprenden de un informe oficial. Aunque el Centro Democrátic­o quiera negarlo, la JEP forma parte de la institucio­nalidad. En los procesos de memoria, ¿por qué los adolescent­es del país no deberían investigar sobre los mal llamados “falsos positivos”?

Hablan de adoctrinam­iento, pero la alternativ­a propuesta es el ocultamien­to de una realidad. Aquello que no se pregunta, no se estudia y no se observa nunca se aprende y, por ende, queda en el olvido. La incomodida­d no es con la libertad de cátedra, sino con la historia misma. Estamos viendo una lucha que seguirá sobre el relato de Colombia y de los años del conflicto. Perseguir y estigmatiz­ar a profesores es un pésimo síntoma.

‘‘Aquello que no se pregunta, no se estudia y no se observa nunca se aprende y queda en el olvido. La incomodida­d no es con la libertad de cátedra, sino con la historia misma”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia