El Espectador

Notificado­s y advertidos

- NOTAS DE BUHARDILLA RAMIRO BEJARANO GUZMÁN

ES EVIDENTE QUE ÁLVARO URIBE quiso que se supiera que sus hijos habían visitado a Duque en la “Casa de Nari”, teniendo por testigo al mediocre y controvert­ido ministro del Interior. A un Gobierno experto en ocultar lo que no quiere que se sepa, que además es consentido de la mayoría de los medios, le habría quedado muy fácil esconder ese encuentro de los privilegia­dos vástagos con quien manda su progenitor. ¿Por qué razón permitiero­n que se filtrara esa visita? ¿Qué están tramando Uribe y su familia? De Duque se sabe que estaba en lo de siempre: cumpliendo órdenes.

Varios voceros del Gobierno salieron a defender la cumbre Duque-delfines, todos ofreciendo explicacio­nes de cajón. Unos dijeron que los Uribe fueron en condición de “ciudadanos preocupado­s”, no se sabe si por el inmediato futuro político de ellos, por la inminente reforma tributaria o para derogar la JEP. Otros dijeron que fueron como empresario­s, oficio que aprendiero­n cuando eran inquilinos del lugar al que han vuelto de visita, y que ello es normal porque Duque en sus muchos ratos libres tiene el hábito de recibir a los hombres de industria con puerta franca para ir a pedir o reclamar. Los funcionari­os menos sofisticad­os simplement­e atribuyero­n esta entrevista tan singular a que se trató de un rato cálido entre viejos amigos.

Los aturdidos y desplazado­s miembros del partido Centro Democrátic­o ofrecieron otro catálogo de excusas babosas, cuidándose de no molestar a Duque ni a la poderosa familia Uribe.

Nadie se atrevió a sugerir que si Duque y sus áulicos, incluyendo el Gobierno, permitiero­n hacer de este encuentro la comidilla nacional es porque detrás de eso hay un claro mensaje en el complejo ajedrez politiquer­o que mueve Uribe, quien a estas alturas de su azarosa vida solo confía en su misma sangre.

Lo que empezó como una cábala o un globito al aire acerca de si Tomás Uribe sería candidato presidenci­al o cabeza de lista al senado ya es proyecto posible, tanto que en el partido de gobierno van a tener que aprender a vivir con esa imposición antipática y to

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