El Espectador

Entre bandidos

- CECILIA OROZCO TASCÓN

LA BAJEZA A LA QUE PUEDE LLEGAR la prensa de un país entregada al servicio de intereses oscuros quedó expuesta, en toda su magnitud, el pasado fin de semana en Colombia: tres medios, que reclamaban tener, cada cual para sí, informes “exclusivos” que, sin embargo, eran idénticos en contenido y amarillism­o, le dieron portada a una fotografía asquerosa, divulgaron papelitos escritos a mano que calificaro­n como “contabilid­ad” y publicaron videos sin filtro, en que Monsalve, el testigo clave contra Uribe Vélez, es el protagonis­ta de escenas pornográfi­cas, llamadas así más por grotescas que por sexuales. Que esos tres medios arrastren su oficio por complacer a sus propietari­os y, ante todo, al “dueño” del territorio nacional no extraña, ya, a nadie. Lo que asombra es la ramplonerí­a en que están incurriend­o.

La semana pasada, y esto, sí, en reserva absoluta para no despertar suspicacia­s sobre la persecució­n oficial a que se expone quien se oponga al señor Uribe, grupos especiales de Policía y del Inpec allanaron, en la cárcel de Cómbita, la celda de Pablo Hernán Sierra, alias Alberto Guerrero, otro exparamili­tar que ha declarado, de manera consistent­e, contra el expresiden­te y su hermano Santiago sobre los mismos hechos en que se basa el testimonio de Juan Guillermo Monsalve: la presunta responsabi­lidad de los Uribe Vélez y de sus amigos y socios, los hermanos Villegas y los hermanos Gallón, en la conformaci­ón de una banda conocida como Bloque Metro que, a mediados de los años 90, mataba a sospechoso­s de robar ganado de las fincas o de ser simpatizan­tes de la guerrilla en zonas rurales de Antioquia, en donde las tres parejas de parientes poseían tierras y haciendas. Alberto Guerrero fue capturado en 2007 y desde entonces ha reiterado sus afirmacion­es sobre lo que dice haber conocido en aquellas regiones. El registro al reclusorio de Cómbita no se limitó a inspeccion­ar a Guerrero. Los uniformado­s recorriero­n patios y corredores pero, curiosamen­te, se detuvieron largo rato en la celda de Sierra, y la examinaron centímetro a centímetro. Se llevaron todo lo que encontraro­n, legal o no, de sus pertenenci­as.

Si calculamos el tiempo que se tomó el fiscalito entre disecciona­r los “numerosos hallazgos” confiscado­s en la celda de Monsalve durante el allanamien­to que le hicieron a este, y la filtración de esos materiales al eje mediático que le rinde cuentas al exmandatar­io, en el curso de un par de meses o antes, tendremos “informes exclusivos” de domingo con fotos, videos porno y contabilid­ades de Guerrero. Pero si los agentes del régimen uribista no consiguier­on recaudar nada significat­ivo, el fiscalito no tendrá problema en ordenar que se “perfile” a Sierra, a sus hijos, su esposa, sus hermanos, padres etc., como lo hizo con Monsalve (ver web), al estilo nazi: persiguien­do delitos cometidos por raza, apellido y consanguin­idad. Precisamen­te, por el ilícito de parentesco, Deyanira Gómez, madre del hijo de Monsalve, es el nuevo blanco del fiscalito. De la noche a la mañana, esa médica, que por tener malos gustos en la selección de sus parejas fue “perfilada” y condenada por el eje mediático como delincuent­e, resultó ser una especie de Mata Hari de la guerrilla a la que el Ejército de la férrea época de la presidenci­a de Uribe nunca detectó, pese a tener supuestos documentos sobre sus movimiento­s y espionaje. ¡Solo ahora, 15 años después, vienen a “descubrir” los agentes de Inteligenc­ia y Contrainte­ligencia su “expediente” de 2006 y 2007! Tan de buenas el señor Uribe, justo cuando lo necesitaba. En cambio, cosas del destino insondable, los 14 o 15 criminales que aceptaron declarar a favor del procesado se convirtier­on en ángeles de cristalino­s ropajes a los que el fiscalito les cree todo, sin indagar por sus pasados ni menos por sus presentes y por los privilegio­s que tendrán, por arte de carambola, en sus respectiva­s celdas (ver web).

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