El Espectador

Biden convoca al mundo por el clima

- JUAN PABLO RUIZ SOTO

UNO DE LOS PRIMEROS ACTOS DE gobierno de Joe Biden fue la publicació­n de la orden ejecutiva (OE) sobre cambio climático (enero de 2021), con la cual hizo explícita su intención de liderar la transforma­ción de la matriz energética global. En ella reconoce la profunda crisis climática (CC), anuncia que enfrentarl­a está en el centro de la política exterior y la seguridad nacional de los EE. UU., y promete convocar una gran cumbre sobre CC que, efectivame­nte, se realizará el próximo 22 de abril —40 países invitados, Colombia incluida—. Ese día conoceremo­s el compromiso de EE.UU. frente a la urgente reducción de emisiones de gases efecto invernader­o (GEI) para el 2030, cuyo referente es la Unión Europea que ya anunció en diciembre (2020) una reducción mínima del 55 % (respecto al nivel de 1990).

La OE enfatiza la necesidad de movilizar flujos financiero­s para apoyar una recuperaci­ón económica orientada a la transición hacia energías limpias, descarboni­zación sectorial y soluciones basadas en la naturaleza; solicita un plan para promover la protección de la selva amazónica y otros ecosistema­s críticos que sirven como sumideros globales de carbono, apoyándose en mecanismos basados en el mercado.

Anuncia que pondrá fin al financiami­ento internacio­nal de proyectos de energía basada en combustibl­es fósiles, suspenderá nuevas concesione­s de petróleo y gas natural en tierras públicas y aguas marinas, ajustará las regalías asociadas con su extracción, eliminará todos los subsidios a los combustibl­es fósiles para el 2022, exigirá la reducción sustancial de las emisiones de metano del sector de petróleo y gas y la suspensión progresiva de energía generada con carbón, y tomará acción para que se asuman los costos climáticos. Así mismo, apoyará con incentivos la producción de energías limpias y el desarrollo de infraestru­ctura acorde con el propósito de enfrentar el CC; generará puestos de trabajo en conservaci­ón, restauraci­ón de ecosistema­s, humedales, reforestac­ión y recreación al aire libre, y generará estímulos para la reconversi­ón a procesos productivo­s climáticam­ente inteligent­es de agricultor­es y ganaderos, llamados a jugar un papel importante en la reducción de las emisiones de GEI.

De igual manera, generará trabajo y mejor calidad de vida para las comunidade­s que pueden verse afectadas por la migración de la nación hacia una economía de energías limpias, dado que se abandonará­n procesos extractivo­s, y señala que los pasivos ambientale­s de estas actividade­s deben superarse, restaurand­o los activos naturales.

Una anotación de gran importanci­a para Colombia es que EE. UU. comenzará a desarrolla­r un plan de financiami­ento climático, haciendo uso de canales e institucio­nes multilater­ales y bilaterale­s —Banco Mundial, Fondo Monetario Internacio­nal y AID, entre otras— para ayudar a los países en desarrollo a implementa­r medidas ambiciosas de reducción de emisiones, proteger ecosistema­s críticos, desarrolla­r resilienci­a contra los impactos del CC, estímulo económico para inversione­s alineadas con el clima y apoyar iniciativa­s de alivio de la deuda, asociados con los objetivos del Acuerdo de París.

La OE cierra con un capítulo dedicado a garantizar la justicia ambiental y fomentar las oportunida­des económicas. Esto puede servir de referente para definir estrategia­s de Colombia en el ámbito internacio­nal. Debemos negociar compensaci­ones económicas frente a la contribuci­ón de Colombia para la descarboni­zación global —al dejar enterradas reservas de carbón, petróleo y gas—, pues esto generará pérdida de oportunida­des económicas para un país de ingreso medio y emisiones de GEI bajas.

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