Los reyes del papelón
Lo que pasó el domingo en la fecha de la liga colombiana le dio la vuelta al mundo. Una vez más, en lugar de quedarnos con la alegría del triunfo de la tenista María Camila Osorio en el WTA 250 de Bogotá, un hecho insólito y vergonzante en nuestro FPC impactó en la prensa deportiva internacional con fuerza e indignación. Se jugó un partido de siete contra once (Águilas Doradas vs. Boyacá Chicó), tal como se hace en los entrenamientos para trabajar el ataque ante un bloque defensivo poblado y estacionado, aunque generalmente se estila contra ocho o nueve. En el ámbito profesional, esto no tenía antecedentes en un torneo respetable, hasta ayer casualmente en Ecuador, donde Aucas se presentó con ocho; y lo peor es que pudo ser evitado desde todo punto de vista.
La culpa no la tiene Chicó, la tienen todos los equipos que aprobaron un reglamento sin alma ni sentido común. Si bien es cierto que está basado en las recomendaciones de la FIFA, en otras ligas civilizadas los partidos han sido postergados cuando se presentan situaciones similares por contagios masivos. Por otro lado, Águilas Doradas pudo haber completado su nómina con juveniles que, por más que no se esté jugando el torneo sub-20, seguro tiene, como lo muestran las fotos de redes sociales propias recientes de sus fuerzas básicas, como lo hizo Nacional el año pasado cuando sufrió una crisis similar. El equipo con sede actual en Rionegro debió hacer una inscripción exprés de los cadetes como lo acepta el reglamento, pero sus directivos no lo contemplaron y prefirieron victimizarse.
Es absolutamente inconcebible que los directivos de los clubes miembros de la Dimayor asistan a las asambleas a aprobar un campeonato sin considerar las posibles circunstancias que se puedan presentar y evitar quedar en evidencia ante el planeta por este tipo de desaguisados. No es aparecer en las mismas como robots y por salir del paso, sino participar con todos los sentidos puestos en lo que se vaya a discutir. Las Águilas aprobaron la disposición que el fin de semana los perjudicó y no se dieron cuenta de la gravedad del asunto hasta que ya los contagios superaban los límites, además con un par de pruebas sin resultado que, por fortuna, terminaron siendo negativas. Todo mal en términos de prevención y protección. De la misma manera y con similares procedimientos se sigue manteniendo un sistema de descenso injusto y un campeonato que no termina de convencer, por su formato y nivel.
Llama poderosamente la atención la falta de una comunicación oficial al respecto por lo menos hasta ayer martes a mediodía. Es como si a los dueños del fútbol no les interesara quedar bien ante nadie y quieran pasar de agache ante lo ocurrido. Es el momento de corregir, aplicar el sentido común y empezar por darles herramientas a los equipos en esta coyuntura que no atente contra el fair
y lo que corresponde. No puede seguir pasando que ocupemos la atención de los demás por nuestros desaciertos. De una vez por todas hay que cambiar esa tendencia, que nos llevará a desvalorizar un producto que se debe cuidar.