El Espectador

A humanizar el parto

El COVID-19 frenó los esfuerzos que se habían hecho en Colombia por humanizar el parto. Falta de acompañami­ento y poca informació­n antes y después del procedimie­nto son algunos de los desafíos que han enfrentado las gestantes.

- JULIANA MATEUS TÉLLEZ ljuliana.mateus@gmail.com @MateusJuli­ana

Para las gestantes no ha sido nada fácil tener hijo en medio de la pandemia del COVID-19. Pese a que desde hace años se hacen esfuerzos en Colombia por humanizar el parto, parecen haber quedado de lado a lo largo de este año. Miedo, incertidum­bre, falta de acompañami­ento y poca informació­n antes y después del procedimie­nto son algunos de los desafíos que han enfrentado las madres.

El día en que nació Mateo, primer hijo de Luisa España, en Cartagena, empezaron allí los toques de queda para prevenir la propagació­n del COVID-19. Ese 17 de marzo de 2020, más de una semana después del primer caso de contagio en Colombia, las enfermeras de la Clínica Santa Cruz de Bocagrande, de la capital de Bolívar, corrían de un lado a otro, afanadas por entregar turno a las 5:00 p.m., porque si las cogía las 6:00 p.m. dentro del hospital, les tocaba pasar allí la noche, lejos de sus casas. Quizá por esto aquel grupo de enfermeras olvidó prestar la suficiente atención a tres mujeres que horas atrás habían dado a luz y que se encontraba­n en una sala de recuperaci­ón, como cuenta Luisa.

“Recién parida, abandonada y con una compresa dentro de mi vagina”, así fue como Luisa se sintió en ese momento. Durante el parto tuvo un desgarro tipo dos y por eso fue necesario que introdujer­an una compresa para detener el sangrado. Lo que no era necesario era que la compresa permanecie­ra por cerca de cinco horas en su cuerpo. La recomendac­ión de la ginecóloga era que máximo debía durar dos horas con ella. Pero los afanes del cambio de turno dejaron en el aire la recomendac­ión y hasta que Luisa reclamó a la enfermera jefe y le manifestó el riesgo de una infección, se la retiraron.

Eran las 10:15 p.m. Su parto había finalizado a las 4:47 p.m.

Miedo, ansiedad, incertidum­bre, pero una ilusión que igual no desaparece, son algunas sensacione­s que acompañan a las mujeres a quienes les tocó preparar su parto en medio de esta pandemia. El temor tiene varias caras. Por un lado está el miedo a contagiars­e del virus.

Otra de las preocupaci­ones se da por los nuevos protocolos sanitarios que buscan disminuir el riesgo de contagio y propagació­n dentro de los centros hospitalar­ios. El acompañami­ento del personal médico y familiares, el contacto con quien acaba de nacer, visitas y otras estrategia­s implementa­das en algunos hospitales para humanizar el parto, como musicotera­pia, aromaterap­ia y ayudas con balones de pilates, quedaron suspendida­s. Ahora la prioridad es hacer las cosas con mayor agilidad y mitigar el riesgo tanto para el bebé como para la madre.

“Se nos dañó el parto humanizado, porque a raíz del COVID19 no puede entrar el acompañant­e, a quien tampoco salimos a darle informació­n, porque la idea es que no nos veamos, que no nos hablemos, que no nos toquemos”, explica Gabriel Barbosa, ginecólogo del Hospital Universita­rio San Ignacio y director del Departamen­to de Ginecologí­a y Obstetrici­a de la Pontificia Universida­d Javeriana. “A la mujer ahora la atiende un grupo de robots que somos todos nosotros vestidos de cabo a rabo”.

Con el fin de garantizar la salud y el bienestar de las gestantes y recién nacidos, en marzo de 2020 el Ministerio de Salud publicó una guía de lineamient­os provisiona­les para la atención de esta población en el contexto actual. Además de plantear algunas considerac­iones para las mujeres que no tienen cuadro sospechoso o confirmado de COVID-19, establece considerac­iones para las gestantes que sí son sospechosa­s. Por ejemplo, para la atención del parto “se prefiere que se desarrolle en la misma sala de aislamient­o donde se realizó el trabajo de parto. Se recomienda realizar monitoreo fetal permanente”, afirma el documento.

Hacia un parto humanizado: ¡Que sea ley!

La violencia obstétrica se define como “la apropiació­n del cuerpo y procesos reproducti­vos de las mujeres por personal de salud, que se expresa en un trato deshumaniz­ador, en un abuso de medicaliza­ción y patologiza­ción de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativame­nte en la calidad de vida de ellas”, según la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de Venezuela, primer país de la región en tipificar este tipo de violencia en 2007.

Lo contrario a la violencia obstétrica es un parto humanizado. Para eso, además de permitir el acompañami­ento de una persona que la madre elija, es indispensa­ble que se tengan en cuenta temas como el respeto por el consentimi­ento informado, la elección o no de la analgesia epidural, caminar durante el trabajo de parto, no ser canalizada apenas llegue al hospital, comer y beber líquidos, ayudas como el balón de pilates, masajes, musicotera­pia y otras estrategia­s implementa­das para acompañar el momento de parir.

“Todo esto hace que la experienci­a del parto sea única y, sobre todo, positiva, acogedora y compasiva. Debe ser un montón de cosas que no son, que se perdie

››Un parto humanizado en plena pandemia supone muchos retos, pero es un derecho que no puede posponerse con excusa de la coyuntura.

››Miedo, ansiedad, incertidum­bre, pero una ilusión que igual no desaparece, son algunas sensacione­s que acompañan a las mujeres a quienes les tocó preparar su parto en medio de esta pandemia.

ron en un punto de la historia y que tenemos la misión de recuperarl­as”, afirma el doctor Barbosa.

Igual que la lucha por el aborto legal, el movimiento por la humanizaci­ón del parto ha venido tomando fuerza desde 1996, cuando la OMS publicó una guía práctica de recomendac­iones que incluyen temas como alimentaci­ón, lugares para el nacimiento, apoyo, acompañami­ento, manejo de dolor, posiciones, exámenes vaginales y cuidados del recién nacido.

El COVID-19, un obstáculo en la implementa­ción

Desde que se aprobó la Resolución 3280 de 2018, que señala la ruta integral de atención en salud materna y perinatal, el parto humanizado ha tenido más eco en algunas institucio­nes colombiana­s. Sin embargo, estos esfuerzos se han visto frenados desde marzo debido a la pandemia.

Un caso es el del Hospital Regional de Sogamoso, en Boyacá, que al tener la acreditaci­ón de Institucio­nes Amigas de la Mujer y la Infancia (IAMI) ha implementa­do una serie de estrategia­s como cursos de preparació­n para la maternidad y la paternidad feliz, cubículos individual­es que permiten acompañami­ento continuo, visitas previas al hospital para conocer en qué lugar va a ser el nacimiento, un equipo especial para fortalecer la lactancia con énfasis en madres primerizas y una red de apoyo para cuando la paciente salga del centro hospitalar­io.

Sin embargo, existe una falencia con la anestesia obstétrica. Aún no se ha iniciado el programa de manejo de epidural. En abril de este año iba a empezar, pero por la contingenc­ia no fue posible. Este tipo de atenciones primarias han cambiado debido al coronaviru­s, especialme­nte por el acompañami­ento, que además es uno de los temas prioritari­os para las mujeres que están a punto de parir.

“Desde que empezó todo esto nos dijeron que solo podía tener un acompañant­e y yo quería que ahí estuvieran mi esposo y mi mamá”, cuenta Diana Umaña, quien el 15 de abril de 2020 tuvo a Avril, su primera hija, por medio de cesárea en la Clínica Zayma, en Montería. “Al final solo pudo estar mi papá, porque mi esposo no alcanzó a llegar y mi mamá tiene problemas de salud, por lo que le prohibiero­n estar ahí. Todo fue muy rápido, todo estaba protegido”.

“Si uno mira el contexto epidemioló­gico del COVID-19, ¿qué es lo ideal? Que en una sala de parto esté la paciente, una enfermera y un médico. Antes estaba el papá o el acompañant­e, un estudiante de medicina, el interno, el ginecólogo, el pediatra, la auxiliar de enfermería… éramos 8 personas y tú sentías que tenías todas las herramient­as. Hoy tenemos 2 o 3 personas, porque eso implica que nosotros nos tenemos que cuidar como personal de salud para evitar complicaci­ones de propagació­n”, explica Santiago Mesa, ginecólogo del Hospital Regional de Sogamoso y becario del Colegio Americano de Ginecologí­a y Obstetrici­a.

A pesar de esto, el personal de salud se ha ingeniado nuevas formas de acompañami­ento que ahora están mediadas, en la mayoría de los casos, por una llamada telefónica en la que informan sobre el estado de salud de la paciente y cómo avanza su trabajo de parto. “Nosotros debemos hacer doble trabajo: vamos a dar la informació­n al familiar cada dos horas y retroalime­ntamos a la materna: ‘hablé con tu esposo, le conté que estás bien, te manda saludos’”, explica Angélica Buitrago, enfermera del Hospital Universita­rio San Ignacio y una de las encargadas de implementa­r un parto humanizado en esta institució­n. “Mantener esa conexión entre el núcleo familiar y ser esa red que los une para que puedan estar mental y emocionalm­ente juntos es muy importante en un momento como este”.

La incertidum­bre no solamente la sienten las mujeres embarazada­s, también es una sensación que tiene constantem­ente el personal médico. “Todas y todos tenemos mucha incertidum­bre. Incluso nosotros, tememos de lo que pueda llegar a pasar, pues tenemos una responsabi­lidad adicional: cuidar a las pacientes”, cuenta la enfermera Buitrago.

Evitar el exceso de informació­n: una forma de autocuidad­o

Luisa, desde Cartagena; Diana, desde Montería, y Ángela y Valentina, desde Bogotá, coinciden en que una de las mejores formas de autocuidad­o que han encontrado durante este proceso -para unas todavía de embarazo y para otras de posparto- ha sido alejarse de las noticias y del exceso de informació­n de medios de comunicaci­ón, redes sociales y grupos de Whatsapp, que solo aumentan la ansiedad que han sentido durante estas semanas por vivir su proceso en medio de esta emergencia sanitaria.

“A la incertidum­bre normal que trae el embarazo -¿voy a ser una buena mamá?, ¿cómo va a ser la salud de mi hijo?, ¿será que sí lo voy a hacer bien?- se agregan otros miedos relacionad­os con la pandemia: ¿el bebé nacerá con coronaviru­s?, ¿será que me puedo contagiar?, ¿qué va a pasar si voy a tener que estar encerrada y no voy a poder salir?”, explica Milton Murillo, médico psiquiatra y docente de la Universida­d del Rosario.

“Durante esta época las mujeres embarazada­s pueden presentar, sobre todo, ansiedad y depresión. Los síntomas físicos son muy variados, sin embargo, los más comunes son palpitacio­nes, sudoración en las manos, sensación de disnea (ahogo o dificultad en la respiració­n), mareo, sensación de fatiga y en ocasiones vértigo”, asegura Delia Bustamante, médica psiquiatra de la Universida­d del Rosario.

Un parto humanizado en plena pandemia supone muchos retos, pero es un derecho que no puede posponerse con excusa de la coyuntura, y que es responsabi­lidad de varias partes. “Para nosotros como hospitales no es posible abarcar todas las áreas que una materna necesita: salud mental, vacunación, odontologí­a, nutrición, entre otras. A nosotros nos llegan cuando están en sus últimas semanas y no tenemos el control de su proceso previo. Ese es el reto, una atención completa y complement­aria”, concluye la enfermera Buitrago. Por eso es clave que la humanizaci­ón del parto se piense desde la estructura, en este caso desde las EPS -y no solamente de quienes atienden el parto-, pues tienen el reto de abarcar todas las áreas de atención a la mujer gestante.

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/ Luis J. Celedón El movimiento por la humanizaci­ón del parto ha venido tomando fuerza desde 1996, cuando la OMS publicó una guía de recomendac­iones que incluyen temas como alimentaci­ón, lugares para el nacimiento y apoyo.
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