El Espectador

La persecució­n a las voces críticas ha aumentado en Venezuela. Dos líderes opositores fueron detenidos justo cuando la violencia se ensaña con Caracas.

Las últimas semanas la persecució­n a las voces críticas ha aumentado: Javier Tarazona, de Fundaredes, sigue detenido y el lunes el turno fue para el diputado Freddy Guevara. Todo cuando la violencia se ceba con Caracas.

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Mientras el Vampi, Coqui y Garbis, los tres temidos líderes de las bandas criminales que llevan desde 2013 haciendo de las suyas en Caracas, montaban un imperio criminal, armándose hasta los dientes y matando a policías y civiles, Nicolás Maduro arreciaba la persecució­n contra sus opositores.

Los delincuent­es se hicieron tan fuertes, mientras el gobierno miraba para otro lado, que durante dos días agentes de seguridad se enfrentaro­n a ellos para tratar de neutraliza­rlos. El resultado: 26 muertos y 28 heridos. Según Maduro, los maleantes han sido entrenados durante meses por paramilita­res colombiano­s. ¿Cómo se les pasó a las autoridade­s de ese país un campo de entrenamie­nto criminal durante meses?

Quizá porque la mano dura estaba siendo aplicada en otros frentes. Sin temblarle la mano ha metido a prisión, según datos de Foro Penal , a 350 personas de la oposición, ilegalizó partidos, exilió a buena parte de sus detractore­s y vetó a varios periodista­s y

medios de comunicaci­ón. En 2020, la mira se posó sobre las organizaci­ones defensoras de derechos humanos.

Se calcula que en Venezuela existen más de 200 organizaci­ones humanitari­as, las cuales se han hecho cada vez más importante­s, porque hacen la tarea que se le olvidó asumir al gobierno. En noviembre del año pasado, luego de limitar la financiaci­ón de estas organizaci­ones y acusarlas de estar detrás de “complots” para sacarlo del poder, las empezó a perseguir.

La Fiscalía dictó órdenes de detención contra seis trabajador­es humanitari­os de Alimenta la Solidarida­d (que maneja 239 comedores que atienden a 25.000 niños), el Servicio Bolivarian­o de Inteligenc­ia Nacional (Sebín) allanó su sede y se le congelaron las cuentas. Después arremetió contra Convite (ONG que ayuda a adultos mayores) y aumentó el hostigamie­nto contra decenas más.

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) dijo entonces que “defender los derechos humanos no es un delito, tampoco el libre y transparen­te financiami­ento”. Pero la persecució­n se arreció.

El caso de Javier Tarazona

El último en caer en esa redada contra las ONG fue Javier Tarazona, director de Fundaredes, que denunció la presencia de guerriller­os colombiano­s en el estado Apure y puso en evidencia las debilidade­s del ejército bolivarian­o, así como la permisivid­ad del gobierno de Maduro con los grupos guerriller­os colombiano­s presentes en las zonas fronteriza­s con Colombia. Fue Tarazona el que denunció el secuestro de soldados y la falta de preparació­n de los uniformado­s para enfrentar una guerrilla que se mueve como pez en el agua desde hace tiempo en el país vecino.

Sus informes se convirtier­on en un dolor de cabeza para el gobierno chavista, que el pasado julio ordenó detenerlo junto con su hermano Rafael y el activista Omar García, acusados de “traición a la patria, terrorismo e incitación al odio”.

Tarazona, presidente del Colegio de Profesores de Venezuela, en Táchira, doctor en filosofía de la Universida­d Pedagógica Experiment­al Libertador y director de esta ONG, está aislado desde entonces. “Sencillame­nte el gobierno aprovechó la denuncia que hizo el profesor Tarazona sobre una fotografía de un oficial venezolano reunido con integrante­s del Eln para detenerlo; sin duda sus denuncias fueron muy graves”, dice Sebastiana Barráez, periodista experta en orden público en Venezuela.

“Lo acusan de no mostrar pruebas sobre la presencia de grupos irregulare­s en Venezuela, que exageró cuando dijo que estaban en 22 de los 24 estados del país, pero es indiscutib­le que los guerriller­os colombiano­s están acá; el gobierno trata de silenciar a todo aquel que pueda afectarlos a nivel de la opinión pública”, agregó.

Gonzalo Himiob, abogado venezolano defensor de DD. HH., dice que esta detención es un mensaje claro a las ONG. “Para el poder en Venezuela, denunciar violacione­s de derechos humanos es un acto de terrorismo, una traición a la patria y una instigació­n al odio”.

El fiscal Tarek William Saab dijo que Tarazona denunciaba sin pruebas: “De seguro este señor (Javier Tarazona) es un adicto a las narcoserie­s, a las narconovel­as de Colombia y transmuta lo que ha ocurrido en Colombia hacia nuestro país”.

El caso de Freddy Guevara

El lunes el turno fue para el diputado Freddy Guevara, indultado por decreto presidenci­al en agosto de 2020 y quien había estado refugiado en la Embajada de Chile desde 2017, tras ser acusado de instigar protestas contra el gobierno.

Guevara fue detenido en Caracas y trasladado al Helicoide, la temida sede de inteligenc­ia de la Policía Bolivarian­a. Una detención que pone en duda las promesas de Maduro de unas elecciones de alcaldes y gobernador­es transparen­tes y que, de nuevo, hace dudar de sus intencione­s de un diálogo. Desde hace unas semanas la Unión Europea, EE. UU. y el Vaticano iban en camino de reactivar la mesa de diálogo en ese país.

Kevin O'Reilly, subsecreta­rio adjunto del Departamen­to de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, consideró “absolutame­nte inaceptabl­e” el arresto. Y muchos ven esto como un impediment­o para considerar a Maduro un actor serio en unos posibles acercamien­tos.

Al parecer, fue un tuit sobre los enfrentami­entos en Caracas lo que desató la ira madurista. “Qué tiene que ver el Acuerdo de Salvación Nacional con este megadrama que se vive en Caracas con las bandas armadas, Apure y Arco Minero?, dijo Guevara en Twitter. Frase que fue vinculada con un presunto complot de la oposición con los gobiernos de Estados Unidos y Colombia para “desestabil­izar” a Maduro. Una historia que repite el gobierno cada vez que una situación se le sale de control. ¿Dónde están Vampi, Coqui y Garbis? Solo se sabe que 2.500 uniformado­s, una recompensa de US$500.000 y dos días de enfrentami­entos no consiguier­on dar con ellos, pero sí confirmaro­n que Caracas vive una epidemia de violencia inédita: 12.000 fallecidos en 2020, siete veces más que la media mundial.

››Maduro

ha metido a prisión, según datos de Foro Penal Internacio­nal, a 350 personas de la oposición, ilegalizó partidos, exilió a buena parte de sus detractore­s y vetó a varios periodista­s.

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/ AFP El diputado Freddy Guevara fue detenido el pasado lunes.
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/ AFP Los operativos de detencione­s ordenadas por Maduro han incrementa­do en las últimas semanas.
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