El Espectador

A punto de la radicación de la nueva reforma tributaria, analistas advierten sobre la histórica falta de transparen­cia del gasto público.

- OBSERVATOR­IO FISCAL DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDA­D JAVERIANA

››La falta de detalle y la poca transparen­cia suelen caracteriz­ar la redacción, el trámite y la ejecución de los presupuest­os generales de la nación año tras año.

Este martes se presentará una nueva reforma tributaria y así comienza la discusión acerca de dónde sale el dinero para tapar más huecos; pero lo cierto es que la conversaci­ón sobre impuestos no es solo en dónde se encuentra el dinero, sino en qué se gasta; y en esto, el país tiene un trecho muy amplio por mejorar.

Durante más de diez años, Fernando Jiménez Rodríguez fue la única persona del país que pudo darse el lujo de decirle no al presidente de la República. Como director general del Presupuest­o Público Nacional del Ministerio de Hacienda —cargo que ocupó entre mayo de 2009 y noviembre de 2019—, encabezó la elaboració­n del proyecto de ley que cada año determina cómo se gastará la plata de todos los colombiano­s.

La falta de detalle y la poca transparen­cia suelen caracteriz­ar la redacción, el trámite y la ejecución de los presupuest­os generales de la nación año tras año. A menudo el Congreso termina entregándo­le un cheque en blanco al ministro de Hacienda. Por lo general, la ley aprobada no detalla, peso por peso, cómo —y puntualmen­te en qué— se gastará la plata. Se suele hablar de “inversión” y “funcionami­ento” —también de los montos que reciben las entidades de cada sector—, pero no de planes puntuales de gasto.

La evaluación internacio­nal del proceso presupuest­al colombiano es diciente. En su Encuesta de Presupuest­o Abierto 2019, Internatio­nal Budget Partnershi­p —corporació­n sin ánimo de lucro con presencia y alianzas en más de 110 países— le dio al país 47 puntos sobre 100 posibles en materia de transparen­cia.

“Se fue el de las galletas”, tituló la revista

Semana cuando se supo que Jiménez dejaba su cargo en 2019, yéndose a ocupar la dirección general de la Unidad de Pensiones y Parafiscal­es. En su lugar quedó Claudia Marcela Numa, de toda su confianza. En mayo pasado el funcionari­o regresó al Ministerio de Hacienda, ahora como viceminist­ro general.

No se sabe qué pasa con las “galletas”, pero la receta sí parece ser la misma de antes. La semana pasada se conoció la respuesta del Ministerio a un derecho de petición enviado por Angélica Lozano, senadora del Partido Alianza Verde. El documento solicita el presupuest­o asignado y el ejecutado —con detalle en varias categorías— entre los años 2000 y 2021 para 22 conceptos, que van de educación, salud y trabajo hasta ambiente y cultura, pasando por el servicio de la deuda.

La respuesta, firmada por el viceminist­ro Jiménez, consistió en un documento de Excel. La primera hoja detalla el presupuest­o para las 21 vigencias, especifica­ndo sector y tipo de gasto. Es posible saber, por ejemplo, cuánto dinero recibió el sector del transporte en 2007 y cuánto se utilizó para funcionami­ento, inversión y servicio de la deuda.

La segunda hoja da cuenta de la ejecución del presupuest­o de gasto por sector y entidad. Sin embargo, no especifica —como se solicita en el derecho de petición— cuánto valen una serie de programas específico­s del Gobierno detallados en el derecho de petición, a cuántas personas benefician o cuántas personas están contratada­s.

Veamos un par de ejemplos reveladore­s. Se le pidió al Ministerio de Hacienda contar cuánto se les ha pagado a senadores, representa­ntes a la Cámara y otros funcionari­os del Congreso por concepto de salarios y pensiones entre 2000 y 2021; pero la respuesta no llegó. Se sabe cuánto dinero se apropió y cuánto se ejecutó para estas entidades, que tienen gastos distintos a los salarios de los congresist­as. También qué plata se fue para funcionami­ento e inversión; pero no se especifica el detalle.

Lo mismo sucede al preguntar cuánto ha gastado cada entidad territoria­l en el marco del Programa de Alimentaci­ón Escolar: se sabe cuánto apropió y cuánto ejecutó la Unidad Administra­tiva Especial de Alimentaci­ón Escolar —también cuánto usó en funcionami­ento e inversión—, pero el detalle de cómo se gastó la plata no se entrega.

La respuesta es igual frente a solicitude­s como la de informar cuánto le cuestan al Gobierno programas como Familias en Acción, Jóvenes en Acción e Ingreso Solidario, cuánto del gasto en educación se destina a educación primaria, media y secundaria o cuánto se destinó a los programas Ser Pilo Paga y Generación E. Se cuenta, por ejemplo, cuánta plata se le asignó a Prosperida­d Social y al Ministerio de Educación, pero brilla por su ausencia el detalle de cuánto cuestan estos rubros; tan debatidos por la opinión pública e invocados como justificac­ión de reformas tributaria­s.

¿Por qué no se entrega informació­n completa? El documento firmado por el exdirector de presupuest­o dice que los “órganos públicos (…) gozan del principio de autonomía presupuest­al”, y que por eso “no es posible identifica­r el nivel de detalle solicitado en los registros del Sistema Integrado de Informació­n Financiera”, pues la informació­n “reposa en cada entidad”.

Esta afirmación plantea dos posibilida­des —ambas preocupant­es, dadas sus implicacio­nes—. La primera es que, al margen de la autonomía presupuest­al de las entidades, el Estado colombiano no sabe de manera centraliza­da cómo y en qué se gasta el Presupuest­o General de la Nación y el Ministerio de Hacienda plantea reformas tributaria­s para financiar gastos que desconoce. El segundo escenario es igual de delicado: que sí se sepa en qué se gasta la plata, pero no exista interés por contárselo a la gente. Y es que si esta es la respuesta que recibe una congresist­a, ¿qué podría esperar una persona de a pie?

Estas considerac­iones cobran especial relevancia en el contexto actual, cuando —por cuenta del gasto de emergencia y de la necesidad de tapar el hueco fiscal que abrieron las exenciones tributaria­s impulsadas por el Gobierno en 2019— el país se apresta a debatir una nueva reforma tributaria.

El objetivo de la nueva reforma —que llegará al Congreso el 20 de julio— es financiar más gasto, con énfasis en programas

específico­s, como Ingreso Solidario. ¿Exactament­e qué se va a financiar? Y, dado el grado de opacidad con que se reportan los datos, ¿en el futuro será posible saber lo que se haga con esa plata?

Los empresario­s del país han manifestad­o su voluntad de meterse la mano al bolsillo para poner una parte importante del recaudo adicional de la nueva reforma. ¿Tendrían ellos en sus empresas a un director financiero que no puede contarles con detalle cómo se ha gastado la plata dispuesta año tras año?

Desde el Observator­io Fiscal de la Universida­d Javeriana venimos trabajando muy de cerca con la oficina de transparen­cia de la Dirección de Presupuest­o del Ministerio de Hacienda. Ha sido un trabajo enriqueced­or y valioso, que ha arrojado señales de que la informació­n con el grado de detalle debido sí existe. Esperamos que los entes administra­tivos permitan su divulgació­n. Se trata de la plata de todos.

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Getty Images La meta de la nueva reforma tributaria es de $15,2 billones./
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