El Espectador

Investigac­ión contra Richard Aguilar

La Corte Suprema de Justicia consignó en un documento las pruebas con las que investiga por corrupción al senador Richard Aguilar.

- JUAN DAVID LAVE RDE PALMA Y REDACCIÓN INVESTIGAC­IÓN

‘‘Hay zonas donde no hay Estado o que de cuando en cuando va un Ejército que parece más un Ejército de invasión: llega, actúa y luego se retira”.

La Corte Suprema de Justicia consignó en un documento las pruebas y los hechos con los que abrió una investigac­ión formal al senador. Al parecer, el congresist­a hizo parte de un presunto entramado de corrupción en el que habría, incluso, pedido coimas. Su defensa asegura que los testimonio­s en su contra son mentirosos y contradict­orios.

La condición para que la Gobernació­n de Santander adjudicara un contrato para el reforzamie­nto de una parte del estadio Alfonso López, de Bucaramang­a, a finales de 2014, habría sido clara: el entonces gobernador Richard Aguilar Villa debía recibir una coima del 10 % del negocio. La tajada, supuestame­nte, fue definida por él mismo, después de recomendar quién debía ser el contratist­a, que finalmente aceptó el negocio ilegal, que además incluyó el pago de otra cuantiosa suma a los funcionari­os públicos que, al parecer, se prestaron para amañar la licitación. Esta teoría de cómo presuntame­nte se adjudicó el contrato, que comenzó costando más de $24.000 millones, es la que hoy investiga la Corte Suprema de Justicia.

El Espectador tuvo acceso al documento en el que el alto tribunal consignó detalles de la adjudicaci­ón de ese contrato y de otros cinco más en los que, al parecer, Aguilar habría cometido varios delitos para favorecer su bolsillo y beneficiar a familiares. Desde que empezaron las pesquisas en su contra, ha trascendid­o que los principale­s testigos del caso son dos personas que trabajaron en la Gobernació­n: Claudia Toledo, secretaria de Infraestru­ctura entre 2012 y 2015, y su esposo, Lenin Darío Pardo. Ambos resultaron salpicados en las investigac­iones de la Fiscalía luego de que Octavio Reyes, el ingeniero que se quedó con el contrato del estadio en marzo de 2015, confesó al ente investigad­or la existencia de un sofisticad­o sistema de corrupción en la gobernació­n de Aguilar.

Los esposos fueron capturados en octubre de 2018 y empezaron a hablar, sin admitir negociacio­nes de plata debajo de la mesa, al parecer, para beneficiar al exgobernad­or Aguilar. La Fiscalía emprendió las pesquisas y, por los personajes que fueron apareciend­o, compulsó copias para que la Corte hiciera lo suyo en contra de Aguilar. Así, el alto tribunal tuvo acceso a las versiones de Claudia Toledo, Lenin Darío Pardo, Octavio Reyes y Julián Jaramillo, hombre de confianza y asesor del despacho de Aguilar en la Gobernació­n. Aunque esas declaracio­nes no han sido del todo validadas por la Fiscalía (hasta el momento solo las ha aceptado parcialmen­te en un principio de oportunida­d a favor de los esposos), la Corte les ha dado la credibilid­ad suficiente para investigar a Aguilar.

El primer contrato al que hace referencia la Corte, es precisamen­te el del estadio Alfonso López. La idea de ese negocio era el reforzamie­nto de la estructura de la Villa Olímpica del estadio y, según el alto tribunal, por una orden que presuntame­nte dio Aguilar, “se acordaron coimas por el 16 % del valor del contrato, incluidas las adiciones que se hicieran durante la ejecución del mismo, porcentaje distribuid­o así: 10 % para el gobernador Richard Aguilar, 3 % para Julián Jaramillo y 3 % para los esposos Toledo Pardo”. Para que el contrato quedara en manos de Octavio Reyes, quien aceptó entregar dineros por debajo de la mesa, era necesaria la “ayuda” de los funcionari­os de Aguilar.

Jaramillo y Pardo presuntame­nte modificaro­n pliegos de condicione­s y nunca existió un concepto “en el que se analizara la convenienc­ia, oportunida­d y solidez técnica, financiera y ambiental del proyecto”. Según la Corte, Aguilar era informado regularmen­te de la adjudicaci­ón de este y otros contratos. Esa tarea la cumplían Jaramillo y Pardo. “Implementa­ron un control práctico de la estrategia de direcciona­miento amañado de los contratos a través de una tabla de Excel, donde se registraba­n los datos básicos de los proyectos licitados y por licitar, incluidos los nombres de las personas que debían ser favorecida­s, a quienes se les denominaba en clave ‘Eli’; es decir, ‘el idóneo’ o el elegido”, dice el documento conocido por este diario.

Aunque Jaramillo aceptó la existencia de ese documento, aclaró que no tenía como objetivo controlar los direcciona­mientos. Con el contrato firmado, incluidas las

condicione­s ilícitas, la Corte sostiene que Aguilar “se habría apropiado y permitido la apropiació­n por terceros; esto es, de la Unión Temporal Reforzamie­nto 2015 (la empresa de Octavio Reyes), su representa­nte legal y otros, de recursos públicos del departamen­to de Santander por cerca de $2.400 millones, provenient­es de los desembolso­s de los anticipos del contrato principal y de su adicional”, hechos que habrían ocurrido entre marzo y diciembre de 2015. Y, agrega el tribunal, Aguilar dio las pautas para agilizar el pago de coimas sin alertar a las autoridade­s.

Al respecto, Lenin Darío Pardo le relató a la Corte y a la Fiscalía que, para que Aguilar recibiera el primer pago, fue citado al despacho del entonces gobernador: “El gobernador nos dice que debemos solucionar­le, que recordemos que él está necesitand­o el dinero porque necesita para la campaña que en ese momento estaba apoyando [Olger Díaz] y que solo le habíamos cumplido con el compromiso de los $700 millones (...) El mismo gobernador me lo pide; recuerdo que me dice textualmen­te: ‘Eso no pasa nada, Lalito ha hecho lo mismo y ha facturado en varias cosas y no ha tenido problema, además Claudia [Toledo] ya no es secretaria y yo necesito esa plata, solo me han dado $700 millones. Cuando dijo ‘Lalito’ se refería a su amigo de confianza Raúl Cardozo Navas”.

A través de otro funcionari­o de la Gobernació­n, en diciembre de 2015, el hoy senador le pidió que firmara una minuta denominada “Adicional n.° 1” al contrato original por más de $6.748 millones. El reproche que hace la Corte es que Aguilar sabía que ese documento no era la vía jurídica permitida en el caso, sino que debía firmar un contrato adicional y someterlo a una licitación pública; pero eso nunca ocurrió. Doce días antes de terminar su período de gobernador, se firmó esa minuta. Lenin Prado le contó a la Fiscalía que Julián Jaramillo, asesor de Aguilar, le confesó que esa adición la firmó el gobernador porque “a raíz de la pérdida de la campaña a la gobernació­n del candidato que Richard apoyaba, él quiso recuperar algunos dineros antes de irse de su administra­ción”.

Para lograr este presunto entramado de corrupción en la gobernació­n de Aguilar, la Corte asegura tener pruebas de que el intervento­r del contrato para el estadio Alfonso López de Bucaramang­a también resultó involucrad­o en el esquema ilícito, no solo porque resultó siendo un recomendad­o de Octavio Reyes, sino porque firmaron una serie de anticipos que, según las reglas del contrato, no se podían hacer. Por eso, la Corte quiere establecer qué tanto intervino el gobernador para que ese intervento­r se quedara con el negocio, sin ser la persona idónea. Las pruebas que tiene la Corte no acaban en esos contratos. El alto tribunal asegura que fueron cuatro más, firmados en 2014, los que presuntame­nte resultaron manchados de movimiento­s ilícitos por parte del gobernador y sus funcionari­os.

Dos de ellos, resalta el documento de la Corte Suprema, habrían tenido un proceso similar al del estadio, pero con resultado diferente. Según las pruebas del alto tribunal, Aguilar habría recomendad­o a dos empresas para que fueran ellas las que se quedaran con los negocios. La primera, de propiedad de Reynaldo Bohórquez, estaba detrás del contrato para el tercer carril entre Bucaramang­a y Floridabla­nca. Y la segunda, en manos de Aureliano Naranjo Salamanca, que quería el contrato para la construcci­ón del corredor vial entre San Gil y Charalá. Sin embargo, durante el proceso de selección, ninguna de las “favoritas” del gobernador pasó el examen, porque se evidenció que no tenían la experienci­a suficiente, había errores en las propuestas o había mejores contratist­as.

Luego del fracaso de la licitación de los recomendad­os por Aguilar, la Corte relata que Aguilar quiso resarcir la promesa que le había hecho a Naranjo. No era para menos. El hombre detrás de esa empresa es, según el alto tribunal, primo hermano de su papá, Hugo Aguilar, nombre que tiene un profundo trasfondo en Santander y en el mundo de la política. También gobernador del departamen­to entre 2004 y 2007, condenado por vínculos con los paramilita­res y con una larga trayectori­a en la Policía, Hugo Aguilar maneja los hilos del poder en esta región desde hace un buen tiempo. De hecho, otro de sus hijos, Mauricio, es el actual gobernador.

Richard Aguilar , agrega la Corte, “se habría asociado con servidores públicos de su administra­ción y con particular­es contratist­as y subcontrat­istas para direcciona­r amañadamen­te los procesos de adjudicaci­ón relativos” a los seis contratos mencionado­s en el documento conocido por El Espectador. El senador ya rindió indagatori­a ante la Corte Suprema de Justicia. Su defensa, en cabeza del abogado Iván Cancino, ha reiterado en diferentes instancias que los testimonio­s de Claudia Toledo y su esposo Lenin Darío Pardo son contradict­orios y mentirosos. En diálogo con este diario, el jurista agregó que está listo para seguirle demostrand­o a la Fiscalía que la pareja miente y, por eso, no pueden considerar­los testigos estrellas.

“Aunque tenemos veto de referirnos a la investigac­ión de la Corte, sí puedo decir que yo me voy a oponer a ese principio de oportunida­d, porque esos son unos esposos mentirosos que están viendo la oportunida­d de enlodar a Aguilar para lograr un principio. Estamos muy tranquilos porque el senador contestó satisfacto­riamente todas las preguntas que le hizo la Corte durante su indagatori­a y ahora esperamos la definición de su situación jurídica sin medida de aseguramie­nto”, agregó Iván Cancino. Esa decisión del alto tribunal ya está en sus últimos ajustes. Con ella se definirá si el hoy senador es enviado a la cárcel por este presunto carrusel de contrataci­ón o si los testimonio­s en su contra no son suficiente­s para seguir la investigac­ión en contra de esta ficha clave del poderoso clan Aguilar.

››Los delitos que habría cometido Aguilar son: contrato sin cumplimien­to de requisitos legales, peculado por apropiació­n, interés indebido en la celebració­n de contratos y asociación para la comisión de un delito contra la administra­ción pública.

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