El Espectador

La productivi­dad en el siglo XXI

- ESTEBAN VILLA-TUREK @villaturek

CUANDO HACE UNAS SEMAnas el Congreso aprobó la reducción de la jornada laboral de 48 a 42 horas, el revuelo causado no fue menor, con marcadas reacciones provenient­es de algunas seguidilla­s que dicen defender la libertad de empresa, pantalla tras la cual buscan promover ideas fiscales regresivas y primordial­mente los intereses de los empresario­s. Su argumento radica en que a menor jornada laboral, menos horas de trabajo y, por ende, menos productivi­dad. Es decir que, para ellos, la productivi­dad es un fenómeno lineal según el cual a medida que más se trabaja, más se produce, algo no tan alejado de aquella realidad industrial de siglos atrás, en la que los trabajador­es pasaban innumerabl­es horas de trabajo realizando labores mecánicas repetitiva­s. Sin embargo, no estamos ya en una realidad decimonóni­ca (para tristeza de algunos) y los avances tecnológic­os han demostrado que, pese a estar inmersos en circunstan­cias adversas, se puede trabajar de manera flexible y seguir siendo productivo­s. Es esa flexibilid­ad temporal y espacial la que marcará la pauta del necesario replanteam­iento de las relaciones laborales en el país. Desde 2019 empresas de talla mundial como Microsoft han experiment­ado con pilotos de reducción de la semana laboral de cinco a cuatro días por semana en países como Japón, encontrand­o aumentos en la productivi­dad hasta del 40 %, una optimizaci­ón de tiempos de trabajo y una reducción considerab­le de costos. Pero no se trata de un experiment­o exclusivo de compañías de tecnología en países disciplina­dos. La cadena de comida rápida Shake Shack adelantó pilotos similares, aumentando la tasa de reclutamie­nto significat­ivamente. No es de extrañar que trabajador­es, sin importar su cualificac­ión, sientan incentivos para trabajar en compañías que entienden el valor holístico de la flexibilid­ad en su relación laboral. Y el futuro de la productivi­dad no se detiene ahí. Hace más de una década se viene dando el debate acerca del trabajo mancomunad­o (crowdwork) como un siguiente paso necesario en la realidad industrial del siglo en que vivimos.

Sin embargo, es importante aclarar que, por prometedor­es que parezcan los escenarios de trabajo mancomunad­o, las realidades y consecuenc­ias que puede generar son difícilmen­te previsible­s, por lo que debe haber un soporte regulador razonable, ojalá desde una política pública laboral incluyente y representa­tiva. ¿Cómo llegar a tal política? Mediante mecanismos participat­ivos en los que se respondan pruebas de fuego fundamenta­les, como si estaría conforme con que su hijo o hija realizara ese tipo de labores. ¿Estaría satisfecho como trabajador? ¿Sentiría algún grado potencial de satisfacci­ón laboral? ¿Se desarrolla­ría como parte integral de la fuerza laboral del país? Si la respuesta es no (y probableme­nte lo sea en el estado actual de cosas), habrá que reformular los mecanismos y tipologías que gobiernan las relaciones laborales en el país, lo cual necesariam­ente implicará actualizar los tipos de vinculació­n laboral existentes desde mediados del siglo pasado en beneficio de una mayor flexibilid­ad, sin que eso implique un detrimento en la calidad de vida actual y futura de los trabajador­es, aspecto en el que figura necesariam­ente la importanci­a clave de un sistema integral de seguridad social.

Por último, cabe mencionar que históricam­ente se han visto cambios considerab­les en la productivi­dad de un país, y no necesariam­ente debido a la reducción de la jornada laboral. Tal es el caso de Estados Unidos y el Reino Unido en la segunda mitad del siglo XX, donde el gasto público en educación del primero vio un aumento excepciona­l en la productivi­dad laboral. En cambio, la productivi­dad laboral en el Reino Unido se vio estancada al tiempo que la inversión pública en educación se veía reducida, siguiendo la infortunad­a moda del momento. Así las cosas, si le vienen a decir que la reducción de la jornada laboral en Colombia implicará la reducción en la productivi­dad, no caiga en la trampa y rectifique: la productivi­dad en nuestros tiempos es una función de flexibilid­ad espaciotem­poral basada en una política laboral participat­iva y robusta, compromiso social con el desarrollo personal y profesiona­l de todas las personas, y una priorizaci­ón de la inversión pública en educación. No tiene nada que ver con la jornada laboral.

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