Jorge Enrique Abello, “Contra el olvido” de la música clásica
La serie documental, producida por el actor colombiano, muestra de cerca la vida de los músicos que hacen parte de la Orquesta Sinfónica Nacional y cómo encontraron un camino para seguir interpretando sus instrumentos, a pesar del confinamiento.
¿Cómo ha vivido el proceso de pandemia y de qué manera ha afectado el confinamiento su vida personal y profesional?
La verdad es que yo, al ser el último de mis hermanos, que además fueron muy inquietos, crecí con varias limitaciones. Mi papá me compró una enciclopedia de historia y me dejaba jugando con los muñecos en la casa... no me compraron bicicleta ni nada de esas cosas. Después de eso, en el colegio pasé muchas jornadas estudiando sin éxito, porque no me iba bien y no me gustaba. Cuando entré a la universidad, estudiaba dos carreras y solo tenía tiempo de estar en la biblioteca o estudiando en la casa. Luego tuve dos trabajos, ambos metido en un estudio, así que cuando nos encerraron para mí realmente fue como volver a mi zona de confort.
Cuéntenos un poco sobre el proyecto “Contra el olvido”, que busca acercar al espectador a la vida de los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional...
Este proyecto tiene tres pilares fundamentales. Uno de ellos se llama Juan Antonio Cuéllar, que es el gerente de la Orquesta Sinfónica Nacional y además es director de orquesta y compositor de música clásica; es uno de los mejores que tenemos en el país. El otro pilar es Diptongo Media Group y el tercero soy yo con mi equipo de El Ojo en la Pared. Juan Antonio necesitaba generar un proceso disruptivo en la Sinfónica para crear una inercia distinta a la administración de la cual venimos, y se le ocurrió que podría ser a través de un producto televisivo.
¿Por qué cree que es importante mostrar esta faceta de los músicos?
Construimos una estructura de serie documental con unos presupuestos irrisorios para poder apostarle a contarle al público algo distinto sobre algo que se echó a un lado hace mucho tiempo, que es la música clásica, y cómo esta atraviesa la vida de unos seres humanos impresionantes, que son como atletas de alto rendimiento, y cómo esa vida afecta a la sociedad, sin que la sociedad misma se dé cuenta, porque cuando escuchas música clásica es como si estuvieras leyendo a García Márquez, a Cervantes o a Shakespeare. Si no tuvieses esa oportunidad, estarías condenado a repetir tus errores más grandes como ser humano.
¿Por qué quisieron que el proyecto se enfocara también en la vida de los músicos durante la pandemia?
Teníamos dos opciones: contar la historia de la música sinfónica a través de la academia, aburridísimo, eso solo les importa a los académicos... o contarla mediante las vidas de unos seres humanos que vibran con respecto a la música, y de esa manera conectar a un público con las emociones de esas vidas, y que esa música vuelva a tener un significado. La música, que son matemáticas en el aire, y que también puede ser la construcción de la complejidad de lo que es una sociedad, o el alma del ser humano, es solamente transmitible a través de la emoción... pero para que esa emoción tenga un significado, tuvimos que resignificarla para el espectador; es decir, ponerla en sus términos.
Eso fue lo que hicimos con la vida de los músicos de la Sinfónica, que estaban pasando por un momento muy difícil, y frente a eso decidieron ser resilientes.
En términos de producción, ¿cuál fue el reto más grande al realizar “Contra el olvido”?
Lo que sucedió con el sonido. Los músicos estaban encerrados, no podíamos reunir a 73 músicos a grabar por obvias razones, así que ellos hacían una maqueta, por ejemplo, de la Quinta Sinfonía de Mahler, y una sola persona hacía todos los instrumentos de la Orquesta en el computador según la interpretación que quería el director, se la mandaban a París, y él, instrumento por instrumento, hacía anotaciones y le ponía un ritmo a través de un metrónomo, para que el ritmo de la pieza fuera acertado. Lo devolvía a Colombia, se le daba a cada músico su indicación, y cada uno se grababa en su casa metido en el baño, en el clóset o dentro del carro, para que no hubiera sonidos exteriores. Eso volvía a París de nuevo, el director hacía otras anotaciones, se repetía el ejercicio, y el resultado se mandaba a un ingeniero de sonido, que mezclaba 73 instrumentos, y ese material era el que nos mandaban para grabar. Todo ese proceso fue el reto más grande.
¿Por qué decidieron que “Contra el olvido” se estrenara el martes 20 de julio, Día de la Independencia?
Este proyecto ya llevaba un tiempo presentándose en streaming en la página de la Orquesta Sinfónica, pero Discovery Channel se emocionó muchísimo, les pareció un producto muy bello, y por eso decidieron ponerlo al aire el 20 de julio como un acto de homenaje a lo que hemos hecho y como representación de Colombia en su día patrio para toda Latinoamérica, cosa que nos llena de orgullo y nos honra profundamente, y que de alguna manera nos dice que hicimos algo bien. La segunda temporada de Contra el olvido, que son veinte capítulos más, la compró Caracol. La empezamos a rodar en agosto.