El triunfo de Jineth Bedoya
EL LUNES DE ESTA SEMANA LA CORTE Interamericana de Derechos Humanos emitió un fallo histórico para todas las mujeres periodistas a propósito del caso de Jineth Bedoya, la periodista colombiana que hace 21 años fue secuestrada y torturada por hacer su trabajo, y quien dedicó el resto de su vida a luchar para buscar reparación y justicia. En su comunicado la Corte dice: “Los Estados deben aplicar un fuerte enfoque diferencial que tenga en cuenta consideraciones de género, realizar un análisis de riesgo e implementar medidas de protección que consideren el referido riesgo enfrentado por mujeres periodistas como resultado de violencia basada en el género. [...] El tribunal notó, desde una perspectiva interseccional, que la señora Bedoya se encontraba en una situación doblemente vulnerable, por su labor de periodista y por ser mujer”.
El fallo de la Corte es revolucionario: les dice a los Estados que para proteger a las periodistas deben adoptar una perspectiva de género, lo cual es crucial pues todos los esquemas de protección han sido diseñados para proteger a los hombres, sin tomar en cuenta ataques como violencia sexual o amenazas a los familiares, asumiendo que el periodista amenazado no realiza labores de cuidado indispensables para una familia. Estos esquemas tampoco toman en consideración el impacto que la violencia contra las periodistas tiene en sus familias. Por ejemplo, la Corte reconoce el daño que se le ha hecho a la madre de Bedoya, Luz Nelly Lima: “La perita Clara Sandoval abordó el impacto y daño diferenciado que experimentan las madres de las víctimas de violencia sexual, el cual debe ser analizado desde una perspectiva de género. Así, explicó que, cuando las víctimas de violencia sexual son estigmatizadas y alienadas, las madres son quienes se quedan a lado de sus hijas amplificando el impacto emocional que la madre sufre y exponiéndose también a la revictimización y el estigma de la violencia sexual”.
El fallo también habla del efecto amedrentador de estas violencias, especialmente cuando quedan impunes: las mujeres periodistas que no las experimentan en carne propia sí reciben el mensaje de que eso es lo que les puede pasar si cruzan ciertas líneas. El efecto de esto, según la Corte, es que “el público pierde, en particular, voces y puntos de vista de mujeres, lo cual deriva en un incremento en la brecha de género en la profesión periodística y ataca el pluralismo como elemento esencial de la libertad de pensamiento y expresión y de la democracia”.
Además, entre las medidas de reparación que la Corte le ordena al Estado está “crear un centro estatal de memoria y dignificación de todas las mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado y del periodismo investigativo con un reconocimiento específico a la labor de las mujeres periodistas, el cual debe llevar el nombre ‘Centro Investigativo No es Hora de Callar’ y deberá contar con la participación de la señora Bedoya” y “con una partida presupuestaria suficiente de al menos US$200.000 anuales”; un fondo dirigido a la prevención, protección y asistencia de mujeres periodistas víctimas de violencia de género; un plan de capacitación y sensibilización a funcionarios públicos, fuerzas de seguridad y operadores de justicia, y “garantizar la difusión del programa transmedia ‘No es hora de callar’ por el sistema de medios públicos”.
Jineth Bedoya estuvo dos décadas buscando justicia y en el proceso abrió el camino para todas las periodistas que vinimos después. Estas medidas de reparación son el punto de partida para revolucionar la práctica del periodismo. Gracias, Jineth, porque con tu fuerza, dignidad y resiliencia lograste mejorar las condiciones de trabajo de las periodistas de Colombia y sentar un precedente para la región.