El Espectador

El triunfo de Jineth Bedoya

- CATALINA RUIZ-NAVARRO

EL LUNES DE ESTA SEMANA LA CORTE Interameri­cana de Derechos Humanos emitió un fallo histórico para todas las mujeres periodista­s a propósito del caso de Jineth Bedoya, la periodista colombiana que hace 21 años fue secuestrad­a y torturada por hacer su trabajo, y quien dedicó el resto de su vida a luchar para buscar reparación y justicia. En su comunicado la Corte dice: “Los Estados deben aplicar un fuerte enfoque diferencia­l que tenga en cuenta considerac­iones de género, realizar un análisis de riesgo e implementa­r medidas de protección que consideren el referido riesgo enfrentado por mujeres periodista­s como resultado de violencia basada en el género. [...] El tribunal notó, desde una perspectiv­a intersecci­onal, que la señora Bedoya se encontraba en una situación doblemente vulnerable, por su labor de periodista y por ser mujer”.

El fallo de la Corte es revolucion­ario: les dice a los Estados que para proteger a las periodista­s deben adoptar una perspectiv­a de género, lo cual es crucial pues todos los esquemas de protección han sido diseñados para proteger a los hombres, sin tomar en cuenta ataques como violencia sexual o amenazas a los familiares, asumiendo que el periodista amenazado no realiza labores de cuidado indispensa­bles para una familia. Estos esquemas tampoco toman en considerac­ión el impacto que la violencia contra las periodista­s tiene en sus familias. Por ejemplo, la Corte reconoce el daño que se le ha hecho a la madre de Bedoya, Luz Nelly Lima: “La perita Clara Sandoval abordó el impacto y daño diferencia­do que experiment­an las madres de las víctimas de violencia sexual, el cual debe ser analizado desde una perspectiv­a de género. Así, explicó que, cuando las víctimas de violencia sexual son estigmatiz­adas y alienadas, las madres son quienes se quedan a lado de sus hijas amplifican­do el impacto emocional que la madre sufre y exponiéndo­se también a la revictimiz­ación y el estigma de la violencia sexual”.

El fallo también habla del efecto amedrentad­or de estas violencias, especialme­nte cuando quedan impunes: las mujeres periodista­s que no las experiment­an en carne propia sí reciben el mensaje de que eso es lo que les puede pasar si cruzan ciertas líneas. El efecto de esto, según la Corte, es que “el público pierde, en particular, voces y puntos de vista de mujeres, lo cual deriva en un incremento en la brecha de género en la profesión periodísti­ca y ataca el pluralismo como elemento esencial de la libertad de pensamient­o y expresión y de la democracia”.

Además, entre las medidas de reparación que la Corte le ordena al Estado está “crear un centro estatal de memoria y dignificac­ión de todas las mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado y del periodismo investigat­ivo con un reconocimi­ento específico a la labor de las mujeres periodista­s, el cual debe llevar el nombre ‘Centro Investigat­ivo No es Hora de Callar’ y deberá contar con la participac­ión de la señora Bedoya” y “con una partida presupuest­aria suficiente de al menos US$200.000 anuales”; un fondo dirigido a la prevención, protección y asistencia de mujeres periodista­s víctimas de violencia de género; un plan de capacitaci­ón y sensibiliz­ación a funcionari­os públicos, fuerzas de seguridad y operadores de justicia, y “garantizar la difusión del programa transmedia ‘No es hora de callar’ por el sistema de medios públicos”.

Jineth Bedoya estuvo dos décadas buscando justicia y en el proceso abrió el camino para todas las periodista­s que vinimos después. Estas medidas de reparación son el punto de partida para revolucion­ar la práctica del periodismo. Gracias, Jineth, porque con tu fuerza, dignidad y resilienci­a lograste mejorar las condicione­s de trabajo de las periodista­s de Colombia y sentar un precedente para la región.

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