El balón, la herencia de Daniel Ruiz
El volante del cuadro embajador es una de las piezas claves del equipo de Alberto Gamero, que busca asegurar su clasificación a los ocho finalistas de la Liga BetPlay.
La fijación de Daniel Ruiz por la pelota se la legaron su padre y su abuelo. Jugando con ellos se enamoró del balón, mucho antes de ir a un estadio o de ver a Ronaldinho, su primera inspiración. De hecho, recordar su infancia es pensar en imágenes que dan vueltas; y la pelota siempre rodaba, en la casa, en un parque o en las calles de su barrio, donde jugaba con sus amigos.
“Mi mundo es una bola y tiene que girar”, cantaba Pelé, tal vez, el más grande de todos los tiempos. Una obsesión que comparte el volante de Millonarios, que al buscar en su memoria las razones por las que se dedicó al fútbol, solo encuentra explicaciones a través de la pelota. Los grandes momentos de su vida se definen con un balón en sus pies. Como cuando debutó por primera vez con los embajadores, tras haber llegado desde Fortaleza. “Solo jugué dos minutos, pero fue una sensación indescriptible. Sin duda, uno de los momentos más emocionantes que he vivido”.
En su casa, sus viejos, los que le metieron el fútbol por las venas, son hinchas de Santa Fe. Sin embargo, el amor por los leones quedó en un segundo plano cuando se confirmó que Ruiz jugaría con el azul. “Ellos estaban más felices que yo cuando todo se confirmó. Y desde que abrieron los estadios, ellos son los primeros que están ahí para verme”.
Su familia siempre acompañó su proceso. Desde que inició en una pequeña escuela bogotana, el Club Deportivo Dinhos, y empezó a escalar en todas las selecciones menores del Distrito. Deportivo Cali se lo llevó para sus inferiores y en la capital del Valle del Cauca estuvo dos años, antes de llegar a Fortaleza, conjunto en el que debutó como profesional. Un ascenso vertiginoso que lo terminó llevando a Millonarios cuando solo tenía 19.
Sus principales destrezas siempre estuvieron, cómo no, en el control de la pelota, la habilidad para pisarla, dominarla y pensar qué hacer con ella. Y, por supuesto, también brillaba por su remate de media distancia. De hecho, en la final que hace poco los azules jugaron con Tolima, el 17 de Millonarios clavó un golazo, disparando, desde un costado del campo, un remate que se coló en el ángulo de Álvaro Montero. Cuenta Ruiz que en Fortaleza ya había anotado varias veces así, pero que ese día lo acompañó la fortuna: “Podemos dejarlo en que tiré al arco”.
Perder esa final fue un golpe. “De pasar de tener el título en nuestras manos a que se escapara en diez minutos. Fue muy duro. Era la primera final de muchos y teníamos el anhelo de quedar campeones. Éramos un equipo muy joven y muchos no creían que llegaríamos hasta donde lo hicimos”.
El dolor ya se superó y, para Daniel Ruiz, Millonarios ahora es un equipo mucho más maduro. “Esa derrota nos enseñó bastante y creo que todos hemos evolucionado para este torneo”. Ruiz asegura que la clave del albiazul, para esta temporada, es la unidad del grupo. La experiencia de hombres como David Macalister Silva o Fernando Uribe nutre a los más jóvenes. Lo mismo que pasa con Alberto Gamero, un entrenador exigente que nunca se conforma con lo mínimo. “El profe Gamero para mí ha sido muy importante. Siempre me dio confianza, me acogió muy bien y me llevó al ritmo que él creía que era conveniente. Uno siempre quiere ir más rápido, pero él, con su experiencia, supo llevarme muy bien”.
Daniel Ruiz es una de las piezas claves de los embajadores, una ficha importante del engranaje ofensivo del cuadro bogotano. “El equipo está bien enfocado. Creo que lo hemos demostrado en los últimos partidos, estamos unidos y jugando muy bien con la pelota”.
Y una vez más, Ruiz vuelve sobre su obsesión: el balón. No abandona su cabeza ni por un segundo. Está seguro de que, siguiendo la idea de Gamero, proponiendo el control de la pelota, el amor de su vida, el cuadro embajador logrará el título de la liga que se les escapó en el último semestre.
El Maestro, como es conocido el técnico Óscar Washington Tabárez en el ámbito del fútbol uruguayo, pasa por un momento difícil en su país debido a los dos últimos resultados negativos en las eliminatorias rumbo al Mundial de Catar 2022, que han generado diferentes reacciones a favor y en contra, aunque al final parece que dirigirá los partidos en noviembre.
Tabárez es una persona con templanza, que reacciona de manera equilibrada, ya que goza de un considerable control sobre sus emociones y es capaz de dominar sus impulsos. Tiene dominio y control.
El Maestro fue jugador de fútbol profesional y ha sido técnico de la selección uruguaya desde el año 2006 hasta la fecha; es decir, lleva quince años al frente de la selección. En todos estos años ha ganado una Copa América (2011) y ha dirigido a Uruguay en cuatro mundiales: Italia 1990, Sudáfrica 2010 (torneo en el que quedó cuarto), Brasil 2014 y Rusia 2018. Es un balance muy positivo. Por sus manos, durante toda su dirección técnica, han pasado muchas glorias del fútbol uruguayo, que se han fortalecido y consolidado a escala mundial, como Diego Godín, Luis Suárez, Edinson Cavani y Diego Forlán, entre otros. Tabárez se ha ganado un nombre a escala mundial, que en estos momentos hay que tenerlo presente, porque con su trayectoria, experiencia y conocimientos podrá revertir y superar estos momentos.
También es verdad que a los técnicos los sostienen los resultados. Por eso, las fechas de noviembre marcarán el camino a seguir, esperando que consiga los marcadores adecuados contra Argentina de local y de visitante con Bolivia.
En el aspecto personal, el Maestro Tabárez nos ha enseñado que a pesar de sus dificultades físicas (sufre de Guillain-Barre) él ha salido adelante, no se ha rendido, y en esas condiciones ha estado al frente de la selección de su país. ¡Todo un ejemplo!
Ojalá, por el bien de la selección uruguaya y el fútbol suramericano, el Maestro Tabárez pueda superar estos momentos de incertidumbre deportiva.