Máquinas creando arte
En la Bienal de Venecia de este año, que se inauguró a finales del mes pasado, en medio de las interesantes exhibiciones habituales en este tradicional festival, uno de los eventos más concurridos es el llamado “Saltando al metaverso”, de una pintora llamado Ai-Da, presente en su pabellón y sentada tras un escritorio, con un lienzo y todos los elementos necesarios para pintar, desde pinceles, óleos y hasta bisturí para corregir cualquier error. Hay una modelo posando en frente y Ai-Da la mira, pasa el pincel por su paleta y poco a poco se ve como la figura pintada de la modelo toma forma sobre el lienzo.
Pero Ai-Da no es un ser humano. Se trata de un robot programado para pintar lo que ve a través de una cámara, con resultados tan impresionantes que si la gente no supiera que se trata de una máquina, bien podría creerse que lo pintado es fruto del arte de una persona. Los programas que tiene incorporados permiten que pinte el mismo tema en muchos estilos, desde barroco e impresionista hasta cubista y abstracto. Igualmente, le han programado discursos que pronuncia para explicar las relaciones entre el arte y la inteligencia artificial programada en el robot. Sus inventores le han dado toques femeninos, mediante bufandas y joyas, y la cara que le han puesto, copiada de la de una artista de cine, es definitivamente de una bella mujer.
Obviamente lo que más se ha discutido es si lo pintado por Ai-Da es arte y si tiene elementos creativos, o si es simplemente un modo de reproducción, donde no hay la originalidad y los procesos de creación por los que pasa un artista. Pero como ya hay máquinas, que hacen poesía, que escriben cuentos y hasta juegan ajedrez con la suficiente pericia como para ganarle a un campeón mundial, como sucedió hace algunos años, nada impide que las obras creadas por esos robots, unidos a esa tendencia de digitalizar obras de arte, sean comparables a los de artistas humanos y considerados dentro de la misma categoría.
Es un futuro muy triste si la genialidad creativa humana es desplazada por máquinas, pero todo parece indicar que para allá vamos. Algunos de los inventores de la inteligencia artificial incluso han dicho que ese es un nombre mal dado y que ella debería llamarse más correctamente sistemas expertos, ya que al fin y al cabo las máquinas que están creando obras de arte, a su vez han sido creadas por seres humanos. Esperemos que el pronóstico de Karel Capek, el dramaturgo checo que inventó la palabra robot, de que estos van a acabar siendo los reyes de la tierra y que la raza humana desaparecerá, no se cumpla.