El Espectador

Gobierne, señor presidente

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Gustavo Petro escogió ser presidente. En consecuenc­ia, ni él ni ninguno de sus antecesore­s pueden quejarse por las condicione­s en que encontraro­n el país o por las cosas que estaban mal, ni puede escurrir el bulto a las responsabi­lidades que ha decidido asumir. De todos resulta sabido, así sea de manera empírica, que hay un profundo déficit fiscal, que la situación de delincuenc­ia y criminalid­ad está desbordand­o las capacidade­s del Estado, que la guerra contra las drogas y la lucha antisubver­siva hace tiempo se consideran mal planteadas, cosa que hoy en día la mayoría coincide en aceptar.

A lo anterior se suman las tremendas desigualda­des, la insegurida­d ciudadana, el daño ambiental, para no seguir enunciando las cosas que parecen sabidas por repetidas. Por ello, le correspond­e al Gobierno ponerse al frente de la situación y empezar a solucionar los diversos problemas que nos aquejan. Es razonable suponer que para todos estos males se tenían previstas posibles fórmulas de solución, pero ellas no están a la vista. Esto ha dado lugar a la desesperan­za. Se tiene la sensación de que las cosas van por mal camino. Algunos dirán que es muy pronto para decirlo, pero la cuestión no es esa, sino la aparente falta de rumbo que se percibe. La incertidum­bre aumenta ante las responsabi­lidades que el Gobierno no asume. A unas invasiones masivas de fincas responde con diálogos que dan largas e impiden las acciones policivas que correspond­en. No se plantean acciones concretas contra las bandas delincuenc­iales y las organizaci­ones criminales. Por el contrario, se habla de una “paz total”, ante organizaci­ones y grupos que tienen el delito y el crimen por su principal actividad. Algunos de los ministros cuando hablan es como si estuvieran en Babia. Los problemas de insegurida­d son crecientes y no se ven medidas capaces de contenerlo­s.

Las posturas del Gobierno crean confusión en la población. No hay manera de saber con claridad qué se propone. Da la sensación de que intentan construir un discurso en medio del debate, para de allí concluir el tipo de acciones y medidas a adoptar, forma poco confiable para solucionar problemas.

En realidad, es indispensa­ble entender que muchas de las acciones deben ser coordinada­s, que no puede ir cada ministro sin rumbo, que hay que atender los problemas inmediatos e impulsar soluciones de corto, mediano y largo plazo, que hay prioridade­s, que los recursos no alcanzan para todo y que hay que tomar decisiones. Gobernar es sinónimo de actuar, de dirigir, de orientar, requiere acciones concretas. Pero parece que el país ha caído en un inmovilism­o gubernamen­tal, mientras los problemas crecen, avanzan, toman ventaja. Gobierne, señor presidente. Fernando Brito R. Pereira.

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