Apostemos por el crecimiento
FINALMENTE PARECE QUE SE EMPIEza a imponer el equilibrio en uno de los aspectos más importantes de la reforma tributaria que ha propuesto el nuevo Gobierno: la fiscalidad de actividades productivas.
Me refiero particularmente a la tributación combinada entre empresa y socio.
La dirección que ha tomado es la adecuada: reducción de la fiscalidad combinada de empresa y socio, aunque la solución planteada debe mejorarse para favorecer la competitividad, atraer más inversión productiva al país, aumentar las tasas de empleo y reducir la formalidad.
Con el proyecto de reforma que originalmente se publicó, la tasa de tributación efectiva del socio de una empresa en el tramo máximo de renta, cuando se incluye la tributación de la empresa y la derivada del dividendo distribuido, estaba en el en torno del 60 %, sin incluir otros costos fiscales adicionales importantes entre los que destacan el ICA y el GMF.
Parece que afortunadamente el Gobierno está rectificando y reduciendo uno de los sumandos en ese elevadísimo costo fiscal combinado del 60 % que traía la reforma original. Parecería que, sobre bases similares, la presión unificada va a estar en torno al 48 %, como seis puntos por encima de los países de la OCDE y más alta que en los vecinos Chile y México que la tienen en 40 % y 42 %, respectivamente. Seguimos saliendo mal en la foto con todo y la nueva propuesta, mucho más moderada en la fiscalidad conjunta.
Pero realmente la gran diferencia del sistema actual con los países de la OCDE estriba en el origen del recaudo: mientras Colombia recauda el 84 % directamente de las empresas, en los países de la OCDE este recaudo ronda el 55 %, es decir, se está beneficiando la tributación del inversionista exageradamente en detrimento de la fiscalidad de la actividad productiva.
La ultima reducción en la progresividad de los impuestos a los dividendos es una reacción a la exagerada propuesta inicial, pero sigue sin entrar en el fondo de la cuestión que es, en mi opinión, cómo generar atractivos para invertir en el país para los inversores potenciales, tanto locales como internacionales que, a la postre, aumenten la competencia y oferta a nivel local y permitan recorrer una senda de mejor y mayor empleo, crecimiento, bienestar y equidad social. Se debería lograr que Colombia se vea competitiva frente al resto de los mercados.
El impuesto a la renta de las sociedades se encuentra establecido en el 35 %, el más alto de los países analizados, estando el promedio de esos países algo por debajo del 25 %. Ya sabemos que este 35 % no se corresponde con la tasa efectiva recaudada dada la existencia de regímenes especiales y otro tipo de arandelas, pero, con acierto, estas ya están siendo en gran medida eliminadas en esta reforma.
Colombia no se ve bien como destino de la inversión, y sin inversión no se van a dar las condiciones que ambiciona el país.
La respuesta que, en mi opinión, permite hacer este tránsito consiste en avanzar rápidamente hacia el 25 % de fiscalidad a las sociedades aumentando paulatinamente la progresividad a los dividendos. Esta iniciativa favorecería el crecimiento de la economía y, sin duda, contribuiría a un aumento en la equidad fiscal.