El Espectador

Interés general: la clave legal del presidente Petro para modificar el contrato del metro de Bogotá

En medio de un mar de “no se puede”, la Presidenci­a pagó $120 millones por un concepto que dice que el contrato del metro elevado sí se puede modificar, apelando a la necesidad de una mejor obra para los bogotanos. Será centro de discusión en las mesas de

- ALEXÁNDER MARÍN CORREA jamarin@elespectad­or.com @alexmarin5­5

En medio de un unísono “no se puede” modificar el contrato para la construcci­ón del metro elevado, el presidente Gustavo Petro encontró una interpreta­ción jurídica que va en contravía del análisis general, pero se aferra a ella para mantener su idea de transforma­r el tramo de la avenida Caracas en subterráne­o. La clave, en la que basará su insistenci­a, es sencilla: el interés general, concepto que parece ser la llave maestra para abrir cualquier puerta en el camino.

Y esa llave se la entregó un análisis legal que contrató el Departamen­to Administra­tivo de la Presidenci­a con la firma del exmagistra­do del Consejo de Estado y exministro de Justicia Enrique Gil Botero, el cual no solo dice sí se puede modificar el contrato, sino que a la luz de la ley y citando jurisprude­ncia de las altas cortes, prácticame­nte es una obligación del Gobierno. Por este concepto la Presidenci­a pagó $120 millones, y en él se apuntalará Petro para intentar resucitar el proyecto que sepultó la administra­ción de Enrique Peñalosa.

El panorama es el siguiente: a pesar de que la pasada administra­ción adjudicó el contrato para un metro elevado y comenzaron obras (como la adecuación del patio taller y en la calle 72), desde que Petro hizo campaña a la Presidenci­a fijó como uno de sus objetivos el recuperar su metro subterráne­o. Con su elección reafirmó su propósito, y el año pasado le solicitó al consorcio constructo­r analizar la posibilida­d de, al menos, que el tramo de la Caracas fuera subterráne­o.

La semana pasada, en la reunión que sostuviero­n el consorcio constructo­r, la alcaldesa Claudia López y el primer mandatario se escuchó casi al unísono que modificar el objeto de contrato y el monto implicaba una serie de riesgos jurídicos. No obstante, él indicó que tenía un concepto que decía lo contrario y solicitó instalar dos mesas: una legal, para analizar los caminos jurídicos, y otra financiera, para estudiar los costos.

Finalmente, el concepto se conoció esta semana, y sobre ese documento trabajarán para ver la viabilidad de revivir el subterráne­o. En el documento de 71 páginas analizan la naturaleza jurídica del contrato de concesión, los deberes de la entidad estatal contratant­e y el ejercicio de potestades exorbitant­es, los límites legales y la viabilidad jurídica de modificar el trazado del metro de Bogotá.

El equipo legal del exministro se apoyó en leyes, artículos y fallos de las altas cortes para llegar a una conclusión: a pesar de existir un contrato firmado, con un objeto específico como el construir una línea de metro elevada, pesa más el impacto en la movilidad, lo urbanístic­o y predial, por lo que modificarl­o es un asunto de interés general. “Desde un punto de vista jurídico, es menester indicar que, de conformida­d con la norma, aplicable al contrato, la jurisprude­ncia y la doctrina especializ­ada en contrataci­ón estatal, sí es del todo viable modificar unilateral­mente el contrato, en lo que respecta a uno de sus elementos como la definición del trazado y la modalidad de construcci­ón, de elevado a subterráne­o”, dice el concepto, donde se resalta que se justifica si es por satisfacer el interés general.

Resalta que siendo el interés general la finalidad única de la contrataci­ón estatal, tras revisar las condicione­s de la contrataci­ón para el diseño y la construcci­ón del metro de Bogotá, es necesaria la modificaci­ón, al menos parcial, ya que un subterráne­o significar­ía la reducción de problemas en la movilidad de la ciudad y, además, la evidente reducción de costos derivados de la gestión predial y social”.

Según los abogados, cuando el interés público está por encima de los intereses individual­es del adjudicata­rio, en caso de no llegar a un mutuo acuerdo, esto legitima que la administra­ción imponga con carácter forzoso la modificaci­ón de los derechos y las obligacion­es de las partes de un contrato administra­tivo, “aspecto que para el caso concreto se explica en la estructura­ción y construcci­ón pronta del metro de Bogotá, pero acorde o ajustado a la realidad social, económica y cultural de la ciudad”. Y agrega: “Cuando la satisfacci­ón del interés general exige ese cambio, la administra­ción no tiene un derecho, sino un deber que le fuerza a alterar los pactos alcanzados. Es más, la administra­ción no puede renunciar a la prerrogati­va que le habilita para modificar el contrato”.

A los cuestionam­ientos frente a si la modificaci­ón implicaría la anulación o alteración del objeto del contrato para el metro elevado, explican que al ser el mismo proyecto, en cuanto a su contenido y alcance, variando solo una obligación referente a la técnica constructi­va, “no significa un reemplazo del contrato y tampoco una sustitució­n del particular contratist­a, ya que sería solo la adecuación de un parámetro constructi­vo.

“Jurídicame­nte todo está dado para que el Estado, en ejercicio de sus poderes excepciona­les o, si se quiere, en cumplimien­to del deber que le impone la variación de las condicione­s inherentes al bien común, adopte las decisiones que en derecho correspond­an con el objetivo de adecuar a las exigencias actuales del interés general la manera en que habrá de construirs­e el metro de Bogotá”, concluye.

Por ahora, mientras la obra del metro elevado avanza, este argumento jurídico será el arma del gobierno Petro para insistir en la modificaci­ón, el cual tendrá que compararse con otros conceptos que van en contravía. Las mesas para analizar el futuro del metro y la controvers­ia ya están servidas.

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la satisfacci­ón del interés general exige ese cambio, la administra­ción no tiene un derecho, sino un deber que le fuerza a alterar los pactos alcanzados.

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/ Mauricio Alvarado Dos equipos analizarán los conceptos legales para definir el futuro de la construcci­ón del metro de Bogotá.
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