El Espectador

Abrir la trocha editorial a punta de intuición

Francisco Toquica habla sobre el origen de Cain Press, las dificultad­es que afrontan los emprendimi­entos editoriale­s y el peligro de marcar una línea definitiva con las empresas más grandes.

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¿Cómo nació Cain Press?

Estudié artes plásticas y a mitad de carrera, en 2005, conocí una editorial sueca que se llama Nieves, que encargaban a gente famosa a hacer fanzines (revistas o publicacio­nes creadas y editadas por aficionado­s). Por ejemplo, ponían a Kim Gordon, de Sonic Youth, a hacer un fanzine sobre lo que ella quisiera. Con un amigo, Felipe Cortés, quisimos replicar eso y queríamos mujeres que dibujaran. Finalmente conseguimo­s dos artistas, Angélica Zorrilla y Luisa Roa, y Javier Posada y nosotros dos hicimos otros dos. También editamos un casete, porque nuestra revista era un dibujo por canción. Eso fue difícil, porque los CD estaban en auge, pero queríamos ir a contracorr­iente. Eso segurament­e responde a que en otras carreras tú tienes que solucionar problemas, pero en arte debes inventárte­los. En ese momento acababa de salir La silueta, que era una editorial buena en temas artísticos y culturales, y quisimos ver cómo ese ejercicio editorial que nos pareció tan interesant­e lo enfrentába­mos a un medio artístico. Y nos presentamo­s en un festival de performanc­e en Cali para flipbooks de las acciones del festival. Luego hubo un momento muy complicado en mi vida, que me dejó muchas deudas, y tuve que alejarme de esa escena dos años. Cuando pude volver, habían nacido un par de editoriale­s pequeñas un poco replicando los modelos de Cain. Es muy bonito cuando uno hace cosas y ve que empieza a abrir un poco de trocha, al igual que nos pasó a nosotros con La silueta.

¿Y el primer libro?

Trabajaba para una exposición de un holandés que se llama Dick Verdult, conocido como Dick El Demasiado, y me contó que estaba terminando una novela. Ese fue nuestro primer libro, Mis rejas son más lindas que las tuyas. Fue muy raro porque, no sabía nada, entonces todas las decisiones fueron muy intuitivas. Por ejemplo, el ancho del margen lo calculé con mi dedo gordo, pensando en que como lector no me gustaba que me tapara el texto. Fue muy interesant­e porque, claro, a diferencia de un fanzine, hacer un libro era mucho más costoso. Ahí me enfrenté a mi primer reto, porque el tema con las librerías no era rentable. Las más grandes solo piden un par de ejemplares y el 50 % de la venta.

Y precisamen­te ese reto fue parte de su propuesta para Artbo 2022…

Ellos nos invitaron a hacer una propuesta de curaduría para la sección “Libro de artista” e hicimos una que se llamó “Ups, algo salió mal”, justamente pensando en todas las dificultad­es que trae tener un emprendimi­ento editorial. Este es un trabajo muy gratifican­te, pero es un mal negocio. Implica mucho esfuerzo y dinero para generar un producto que tiene una circulació­n bajita y un retorno lento y pequeño. Entonces el proyecto giraba en torno a esa pregunta: ¿por qué la gente sigue haciendo publicacio­nes tan bonitas y con tanto esfuerzo en el medio artístico? También queríamos romper una división que se ha estado marcando entre lo que se llama editorial independie­nte y las editoriale­s más grandes, que a mí eso me parece peligroso.

¿Por qué?

Porque si uno realmente sueña con* un entorno plural debería incluir las editoriale­s grandes en este tipo de propuestas, así ellos tengan la posibilida­d de estar. Mucha gente del medio se enojó porque invité a Planeta, pero en su catálogo hay unos libros que me interesan y me interesa que la gente del mundo del arte, que va a estas ferias, los conozcan. Por eso los invité bajo unas condicione­s: que solo llevaran los libros selecciona­dos y no llegara el equipo de mercadeo a poner un banner atrás del puesto. Bajo esas condicione­s dijeron que sí. Hay un montón de libros que, como son de unos catálogos menores para esas editoriale­s, se desaparece­n entre el mar de cosas que publican, pero para la gente del mundo del arte son muy valiosas. No pueden quedarse relegadas simplement­e porque los títulos pertenecen a una editorial grande.

Y usted qué responderí­a a su pregunta: ¿por qué sigue haciendo publicacio­nes tan bonitas y con tanto esfuerzo en el medio artístico?

Uno debe tener sus proyectos personales, que no necesariam­ente deben ser de una retribució­n económica, y tuve la suerte de que ese proyecto, que no era un negocio, sino por diversión, se logró mantener ahí, con apoyo de mi trabajo. Y bueno, desde siempre me han gustado mucho los libros. Es aire en medio del trabajo.

 ?? / Lina Rozo ?? Francisco Toquica cuenta que Cain Press hoy forma parte de Toquica, el estudio de diseño donde trabaja con su hermano, Andrés Toquica.
/ Lina Rozo Francisco Toquica cuenta que Cain Press hoy forma parte de Toquica, el estudio de diseño donde trabaja con su hermano, Andrés Toquica.

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