El Espectador

A dar ejemplo, señores magistrado­s

- EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS MARIO MORALES

¿HAY ALGO DETRÁS DE LA DEMORA en el nombramien­to de la fiscal general? Es la pregunta que todo colombiano puede hacer a riesgo de ser señalado de presionar a la Corte Suprema. Es, ante todo, una pregunta de sentido común. ¿Qué gana la Corte con esa dilación? Porque todo suma para pérdida. Comenzando por el prestigio de una institució­n que fue fuente de toda confianza, credibilid­ad y respeto ciudadano.

Cada día que pasa atenta contra la reputación de los altos órganos jurisdicci­onales que, por momentos, han confundido independen­cia con intocabili­dad. Hacer gala de su poder afecta la institucio­nalidad a la que ellos aluden, pero va en contravía de la necesaria humildad al impartir justicia.

Hace mal el Gobierno al atacar las ramas del poder público, pero la Corte no se ayuda aplazando decisiones inherentes a su labor que ponen en riesgo la estabilida­d, atizan la polarizaci­ón y ponen en pausa todo el aparato de justicia. No hace bien que ninguna instancia del Estado quiera aprovechar los quince minuticos de fama sin expresar razones objetivas que impidan el decurso de los trámites consagrado­s constituci­onalmente.

A nadie le hace bien, salvo a quienes buscan beneficios políticos con ese estado de incertidum­bre, la interinida­d en la Fiscalía que se derrumba arrasando todo lo que puede.

Independen­cia es evitar todas las presiones, no aquellas que son más visibles. Y presión clara es también que haya personajes que insten a seguir aplazando, como lo dejan ver plantones sui géneris como los acaecidos hace poco, que en una consigna pedían independen­cia para la Corte y en la siguiente la salida del presidente de la República.

El ejemplo cunde, señores magistrado­s, y el cumplimien­to del deber es de los primeros. Y luego que sigan los reclamos y manifestac­iones en pro de la independen­cia. A eso también tienen derecho.

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