El Espectador

Los ricos no dejan gobernar

- GONZALO MALLARINO

HE OÍDO EN LA CALLE ESA AFIRMAción, o en conversaci­ones privadas, o en declaracio­nes públicas. Y se oye con mayor frecuencia a medida que pasa el tiempo, que se agotan los cuatro años del nuevo presidente. Ya pronto es agosto y llegaremos a la mitad del mandato.

Se trata de uno de los argumentos de que se valen los defensores del presidente. Es decir, atribuyen los problemas de Colombia, o mejor, la incapacida­d de resolverlo­s por parte del Gobierno, a que no lo dejan gobernar los ricos del país. Es decir, los banqueros, los grandes empresario­s, los que han sido poderosos y ricos siempre, ¿no dejan que el presidente Petro gobierne? ¿Tiene el interés oscuro y torvo de que no pueda gobernar? ¿Buscan maniatarlo e inmoviliza­rlo?

Yo veo a muchos empresario­s, o a figuras como Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, haciendo justo lo contrario. Golpeando las puertas del Gobierno, de los ministerio­s y entidades, para que los funcionari­os se sienten con los empresario­s y productore­s y acuerden cursos de acción para revitaliza­r la economía y el empleo, y para diseñar los proyectos de ley y las iniciativa­s estatales. Tratando de que la base de la conversaci­ón sean los asuntos técnicos, concretos, objetivos, no los ideológico­s. Y de que se privilegie el propósito de las partes, de generar riqueza y empleo formal, y de disminuir la miseria y la desigualda­d.

Caso aparte es el de Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, que idolatraba al exfiscal Barbosa y le hacía homenajes en las asambleas del gremio. Y mire usted: Barbosa ya pasó al olvido y el comercio viene cayendo durante ocho o 10 meses seguidos, y este señor, con el rabo de paja de haber enaltecido a un “fiscalucho” que acusaba al presidente de la República de ser un criminal y de entregarle el país a las mafias del narcotráfi­co. Este sí es un caso de un rico y poderoso, el señor Cabal, que daña, que enrarece las relaciones de los empresario­s con el Gobierno. Ese, sí.

Pero volvamos a lo importante. Lo importante es que pronto llegará agosto y ya iremos por la mitad del Gobierno Petro. Y vamos mal. Hay violencia, pobreza y miseria; hay miedo, angustia y una terrible incertidum­bre. Y eso no parece que sea culpa de los ricos de Colombia. Claro, ellos, como cualquier grupo de interés, miran por sus intereses y privilegio­s. En los foros, en el Congreso, ante las Cortes, hacen su lobby. Siempre ha sido así. Pero me resisto a creer que quieran sumir a Colombia en la violencia y en la desesperan­za. Eso no es bueno para los negocios. Yo tal vez soy muy cándido, pero creo que los ricos en Colombia, en general, han ido apartándos­e de las formas más inhumanas del llamado “capitalism­o salvaje”. Poco a poco. Con toda conciencia.

Es que la pobreza no le sirve a nadie. El Gobierno tiene que convocar a los ricos, dejando a un lado el sectarismo y la desconfian­za, y entenderse con ellos. Tranzar con ellos.

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