El Espectador

El presidente desinforma sobre las marchas

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LA SEMANA PASADA REGRESÓ UNA de las actividade­s favoritas tanto del gobierno de Gustavo Petro como de un sector de la oposición política: contar cabezas durante las manifestac­iones. Esta vez fue el turno de tomarse las calles de quienes no están de acuerdo con la manera en que el país está siendo dirigido desde la Casa de Nariño, a lo que el mandatario respondió haciéndole eco a desinforma­ción y buscando deslegitim­ar a los marchantes. En efecto, es de celebrar que no hubo actos de violencia estatal (lo que contrasta con la intervenci­ón de la Policía durante las marchas de mujeres un día después), pero le queda muy mal al presidente y sus copartidar­ios difundir informació­n manipulada. Ninguna de las partes involucrad­as deben olvidar que las marchas no reemplazan las herramient­as democrátic­as institucio­nales.

El presidente Petro tiene fuentes cuestionab­les de informació­n en X, su red social predilecta. Debido a que pasa una buena parte del día conectado a las cuentas que sigue, es propenso a caer en desinforma­ción, ya sea que lo haga por error o de manera consciente. Eso lo demuestra una de las publicacio­nes que compartió. En ella se muestra una Plaza de Bolívar medio vacía y se deja el mensaje de que los canales RCN y Caracol están utilizando trucos de cámara para hacer ver las manifestac­iones más grandes de lo que fueron. “¿En dónde quedará el derecho a la verdad?”, se preguntó el mandatario, utilizando una sola pregunta para deslegitim­ar a la oposición y de paso seguir lastimando la reputación de la prensa libre. El problema, claro, es que se trata de un acto de manipulaci­ón: utilizar fotografía­s de cuando la Plaza no estaba llena para caracteriz­ar lo que ocurrió durante las manifestac­iones es desleal.

El actuar del presidente se parece a uno de los primeros actos de Donald Trump cuando llegó a la Casa Blanca. Molesto porque se había reportado la baja afluencia de personas (comparativ­amente) a su discurso de posesión, le pidió a su equipo de comunicaci­ones que utilizara toda una rueda de prensa para cuestionar los reportes sobre lo ocurrido. Los hechos, claro, eran innegables. Tanto allá como acá se pueden utilizar los mismos argumentos para desmentir al mandatario. Según informació­n de las autoridade­s, hubo más de 10.000 personas que fueron a la Plaza de Bolívar y en Bogotá salieron a marchar más de 15.000. En total, en el país hubo manifestac­iones que, según la Policía, tuvieron más de 52.000 asistentes. Devolvemos la pregunta: ¿en dónde quedará el derecho a la verdad?

Ahora, no es solo el presidente quien exagera. María Fernanda Cabal, senadora del Centro Democrátic­o, escribió en su cuenta de X que hubo “cientos de miles de ciudadanos que marcharon ayer”. De nuevo, los hechos la contradice­n. Empero, el punto es que contar cabezas es un acto de ego que desdibuja el propósito de las manifestac­iones populares. Ni un partido político particular puede creer que estas marchas implican un apoyo a sus ideas ni el presidente puede sentirse tranquilo desestiman­do los reclamos asumiendo que no hubo suficiente afluencia. ¿Cuántas personas tienen que salir para merecer ser escuchadas como interlocut­ores válidos?

Al final, lo importante es recordar que Colombia no tiene una democracia plebiscita­ria, por más que la Casa de Nariño y un sector de la oposición lo quieran así. Las calles no reemplazan los procesos del Congreso y otras entidades del Estado.

‘‘Contar cabezas es inútil para entender el impacto de las manifestac­iones sociales”.

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