¿Desespero o cambio de estrategia?
LA PROPAGANDA POLÍTICA DEL GOBIERNO está cambiando. En vez de concentrarse en debates eternos con una oposición terca, que no entiende de argumentos, el presidente decidió apostarle al racimo de golpes de opinión que de manera sucesiva atacan la agenda, toman la iniciativa y, cuando los adversarios intentan contestarle, el clima de fuerza en la agenda pública ya está en otra parte, haciéndolos ver desactualizados y confundidos.
Es manual básico con fundamento en El arte de la guerra. Decía Sun Tzu que cuando los enemigos son numerosos había que cansarlos tratando de que estuviesen ocupados a la defensiva, sin dejarlos respirar, como en el boxeo. Una idea peregrina y compleja como la de la asamblea constituyente, de contentillo para la masa decepcionada en Puerto Resistencia, pero eficiente a la hora de azuzar las bodegas de la oposición, cambió todos los objetivos de contrapropaganda de la semana pasada enfilados a reforzar, con miedo, el meme del pésimo sistema de salud como el mejor del mundo-mundial, y los puso a gastar salvas, frente a un imposible de la realpolitik y que suena más a base de campaña para quien quiera sucederlo.
Y cuando ya se quedaban sin aliento, lanzó el Job del Metro para Bogotá, teleamplificado a nivel nacional. El resultado es esta torre de Babel en la que han caído redonditos políticos del odio, líderes de opinión y activistas, mientras llega un nuevo uppercut…
Por estar en la vocinglería, han descuidado, con excepciones, frentes escandalosos que requieren intervención urgente, como la galopante corrupción en los mandos medios, que demuestran que la deshonestidad es generalizada sin distingos de ideología; o el seguimiento a la pobre ejecución presupuestal, o lo que está sucediendo con la estrategia de la paz total. Esa es la diferencia entre una oposición seria y una mediocre.