El Espectador

Polémica por el mecanismo para elegir al rector de la Unal

Aunque la ley no estipula un mecanismo específico para la designació­n del rector, miembros de la comunidad educativa tienen serios reparos con el usado y piden un método más democrátic­o.

- PAULA CASAS MOGOLLÓN pcasas@elespectad­or.com @PauCasasM

Este jueves, en medio de una jornada tensionant­e y atípica, el Consejo Superior Universita­rio (CSU) de la Universida­d Nacional —organismo máximo de dirección y gobierno del plantel— llevó a cabo la votación para designar al nuevo rector. José Ismael Peña, quien era vicerrecto­r de la institució­n en la sede de Bogotá, fue designado para ocupar el cargo de 2024 a 2027.

La noticia no fue bien recibida por parte de la comunidad educativa, que tenía la esperanza de que se respetara la decisión reflejada en los resultados de la consulta, en la cual Leopoldo Múnera, docente en Ciencia Política de la Universida­d Nacional, obtuvo el primer lugar. Ante la decisión del CSU, el movimiento estudianti­l de Bogotá se declaró en paro indefinido.

No es la primera vez que el CSU no acata los resultados de la consulta a la comunidad académica, como recuerda Mónica Godoy, antropólog­a y maestra en estudios de género de la Nacional. Por ejemplo, en 2021, cuando Dolly Montoya fue reelegida, había sido superada por el voto en blanco.

Con la reciente decisión, cuenta Laura Quevedo, estudiante de la maestría de Medio Ambiente y Desarrollo y exrepresen­tante estudianti­l ante el CSU, se activó la indignació­n de la comunidad académica.

También, señala, se revive la idea de que se lleve a cabo una transforma­ción del modelo actual con el que se designa al rector y se piense en uno que incluya a la comunidad universita­ria. “Al fin y al cabo, somos nosotros los que vivimos la universida­d todos los días y que no se permita una participac­ión vinculante es no dar un escenario de garantías”, argumenta.

Para entender mejor en qué se centra el debate sobre el modelo de designació­n del rector, es importante conocer cómo se elige a la persona que ocupará la rectoría.

Después de que son avalados los candidatos al cargo, se lleva a cabo una consulta a la comunidad académica. Aunque estos resultados no son vinculante­s, el índice de opinión sirve para depurar los aspirantes. Los cinco primeros en la votación son los que continúan en la contienda.

Luego, los integrante­s del CSU escogen al próximo rector entre esos cinco aspirantes. Hoy este grupo está conformado por la ministra de Educación, Aurora Vergara; dos miembros de la universida­d designados por el presidente (ambas estudiante­s de la institució­n); una persona designada por el Consejo Nacional de Educación Superior (CESU) (Humberto Rosanía); un exrector de la institució­n (Ignacio Mantilla); un integrante designado por el Consejo Académico (Verónica Botero, decana de la facultad de Minas); un representa­nte elegido por los profesores (Diego Torres, de la Facultad de Ciencias), y otro elegido por los estudiante­s (Sara Jiménez). También está la actual rectora, Dolly Montoya, que tiene voz, pero no voto.

Uno de los problemas de este consejo, según Santiago Roldán, politólogo y especialis­ta de Políticas Públicas de la Nacional, es que “el mecanismo de cómo se elige es una muestra de que en las universida­des no reina la democracia universita­ria”. Esto, dice, se debe a que de los nueve integrante­s del consejo solo dos son escogidos de manera democrátic­a: el representa­nte de docentes y el de estudiante­s.

En esta oportunida­d, asegura Jennifer Pedraza, congresist­a y exrepresen­tante de estudiante­s ante el consejo del plantel, la forma de votación empleada fue basada en la teoría de juegos. “Eso se da a entender en las publicacio­nes de Sara Jiménez, representa­nte a los estudiante­s”, dice y añade que pasó lo mismo cuando ella estuvo en el CSU durante la designació­n de Dolly Montoya como rectora.

Este método de votación, que se presume fue el que emplearon, es una aplicación práctica de la teoría de juegos. Para entenderlo mejor piense que tres personas (P1, P2 y P3) van a votar por cuatro candidatos (Ca, Cb, Cc y Cd) y deben elegir a la persona con más votos, pero, además, tienen que votar dos veces. De entrada los electores saben que los votos van a ser: P1 por Ca, P2 por Cb y P3 por Cc y, como tienen que votar dos veces, en su primera elección lo más probable es que voten también por Cd. Al final, Ca, Cb y Cc tendrán un voto, mientras que Cd obtendrá tres, siendo el ganador de la contienda.

En ese sentido, plantea Roldán, “las personas pueden llegar a generar estrategia­s y por eso no es un mecanismo transparen­te, porque castiga a los favoritos y premia a quienes no tienen votos en contra”. Cabe resaltar que esta metodologí­a es válida porque en la Ley 30 no existe un mecanismo específico para designar al rector, sino que le da vía libre al CSU para que lo estipule. La votación puede ser directa, compuesta o ponderada, que fue por la que el Consejo se decantó en primer lugar.

La polémica, en opinión de Quevedo y Godoy, va más allá de quién ganó la votación, sino que tiene que ver más con la forma cómo se llevó a cabo el proceso. Primero, asegura Quevedo, no se respetó la consulta y fue “darle la espalda a la comunidad universita­ria, sobre todo ahora que se elevó la participac­ión casi en un 20 %”.

Lo segundo, opina Godoy, es que este mecanismo dejó por fuera a las personas que tienen mayor apoyo por parte de la comunidad universita­ria y permite que los mismos se queden en el poder de la institució­n.

“Ahí estaba Ignacio Mantilla, que es el representa­nte de los exrectores y la persona que impulsó la candidatur­a de Dolly Montoya a la rectoría y su reelección. A este grupo también pertenece José Ismael Peña. Esto quiere decir que van a completar 18 años en el cargo tomando el poder de la universida­d y atentando contra cualquier ejercicio democrátic­o”, concluye Godoy.

Quevedo insiste en que sí se deben transforma­r algunas de las metodologí­as que se tienen en la universida­d, principalm­ente, para que se le permita a la comunidad universita­ria estar más vinculada en el proceso y pueda participar activament­e y de forma más informada.

››Una de las alternativ­as, propone Pedraza, es que en la reforma a la Ley 30 se incluya que la comunidad académica vote directamen­te por el rector.

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/ Gustavo Torrijos José Ismael Peña Reyes sucede a la profesora Dolly Montoya Castaño.
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