¿Una vaca de Troya?
TODO COMENZÓ COMO HUMAREDA, esas típicas jugaditas para enrarecer la esfera pública y desviar la atención de escándalos, y cuya manifestación más reciente fue la vaca que propuso Uribe para financiar vías 4G, justo cuando densas nubes se le acumulan con la llegada de una nueva fiscal y de una presencia que lo desencaja: Salvatore Mancuso, el otrora líder paramilitar. Y le copiaron, no por coincidencia, en el gobierno regional y líderes de opinión afines. En otro momento y con un acuerdo nacional, hubiese sido una idea ejemplar, pero, cuando aparecen, vienen cargadas con su dosis de ideología y exclusión.
Es una suerte de vaca de Troya que de manera oportunista invoca el civismo, pero lo distancia de su esencia, la ética pública, para contaminarlo con tintes de oposición. La tal vaca, con efectos emocionales inmediatos y aparentemente pragmáticos, habla más por lo que sugiere que por lo que es.
Trazan sus gestores una línea institucional paralela, al tiempo que en otros escenarios piden respeto por la institucionalidad. Acudiendo a raíces y pasados marcan una segunda línea frente al centralismo gubernamental, aduciendo que, si este no puede, ellos sí.
La forma indiscriminada de recolección trae recuerdos nefastos que creímos superados. No importa quién, no importa cómo, no importa de dónde si es con presunto beneficio común. Lo mismo invocaban las mal llamadas autodefensas. La declaración, por ejemplo, de los aportes del Clan del Golfo los vicia de nulidad.
Y luego las reacciones provocadas por la exacerbación han traído a cuento el regionalismo. Era lo único que nos faltaba, que a nuestros desencuentros absurdos se viniera a sumar el regionalismo que quieren alimentar mentes calenturientas, mientras, como Pilatos, por estos días se lavan las manos, buscando culpables para eximir responsables con humo, mientras parece que la culpa es de la vaca.