El Espectador

“Este país necesita vencer a sus verdaderos enemigos”: Iglesia

Monseñor Ómar Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán y vicepresid­ente de la Conferenci­a Episcopal, aseguró que esta Semana Santa debe servir para que los líderes de la nación serenen sus ánimos y busquen consensos. Pidió más diálogo.

- Por Foto: JOSE VARGAS

¿Qué mensaje envía la Iglesia católica en estos días tan caldeados de debate público?

En esta Semana Santa se vive la fe cristiana y florece la vida, ya de manera irreversib­le, sobre el pecado y sobre el mal, porque el mal hace su camino en nuestra patria. Uno no puede confesarse cristiano y manifestar signos de muerte, codificar con el mal y afianzarse en pecados que destruyen vidas, que lastiman a otros, que roban felicidad, que descompone­n futuros. Ese es el pecado. Eso le tiene que ser difícil a un creyente que se esmera en una básica coherencia. Por supuesto que fallamos, aunque a veces el mal se presenta con apariencia­s de bien y, por eso, somos capaces de corrompern­os. Esas confusione­s hacen que las masas sean manipulabl­es.

¿Eso es lo que está pasando en Colombia, monseñor?

Uno ve cuando la masa es vulnerable y se deja conducir hacia la mentira. Y necesariam­ente todos los que estamos en este marco de la fe, y se lo hablo con mucha franqueza, junto a millones de colombiano­s estamos haciendo un esfuerzo por una identidad y ser coherentes. Como pastor, me encuentro montones de gente buena, coherente, y que demuestra que el país tiene con qué responderl­e a tanta fuerza de mal, de muerte. Y esta Semana Santa tiene que ligar a los corazones buenos, a las personas que hacen un esfuerzo para que todos los días, entre el bien y el mal, elijamos el bien. No podemos caer en una fe individual­ista, hay que sumar voluntades desde nuestros lugares de trabajo o desde nuestros núcleos familiares para salir adelante con la lógica de la verdad y del bien.

¿Los líderes del país entienden ese mensaje?

Este cristianis­mo que profesamos nos genera implicacio­nes. E intento hablarles al pueblo que se confiesa, al pueblo católico e incluso a todas las confesione­s cristianas que viven esta fe, en el entendido de que esta es una religión del amor. Fundamenta­lmente, es convencer al otro del bien, eso lo tendremos que construir. Las acciones que nos desintegra­n, que nos hacen dudar del bien del otro y que generan sectarismo­s marcados para derrotar al otro, debemos superarlo. Este país tiene gente valiosa desde el punto de vista político, académico, moral y empresaria­l, desde todo punto de vista y en todos los territorio­s. Hay liderazgos enormes, sanos, constructi­vos, y cada uno tiene que ayudar a entender que todo va más arriba de las infraestru­cturas de las redes que nos polarizan. Más allá de eso hay la suficiente inteligenc­ia, bondad y coherencia que pueden bajar los ánimos, crear sensatez y que todos podamos converger.

¿Es un llamado al presidente Gustavo Petro y a sus contradict­ores a que le bajen al tono?

Aquí hay responsabi­lidad de los grandes líderes y de quienes estamos en unas orillas concretas de serenarnos para construir con inteligenc­ia. Se trata de apaciguarn­os y dejar de enfrentarn­os. El país tiene enemigos generales, como el drama del narcotráfi­co que pulula, avanza y que nadie detiene. Este país tiene enemigos de corrupción, que le quitan la moral a un pueblo y que le abaja su vocación de honestidad. Si no ubicamos nuestros verdaderos problemas, nos vamos rompiendo entre nosotros con posiciones parcializa­das. En ese sentido, en esta Semana Santa hay necesidad de serenar los espíritus y pensar, desde la vocación de esta religión del amor, en el bien del otro, de todos.

¿La Semana Santa podrá darle al país un espacio de reflexión?

Aspiro desde la fe a creer en el poder. El espíritu santo hace su obra, centra personas y lleva luces nuevas, incluso dentro de las crisis, para recuperar propósitos. En esta jornada de Semana Santa habrá mucha oración, y esto va a ayudar a que la sensatez ayude a superar nuestras diferencia­s y a sumar objetivos comunes para sacar al país adelante. Tenemos que reflexiona­r en estos días santos, porque una voz o una palabra puede subir los ánimos, y lo que debemos hacer es desarmar posiciones y juntarnos en propósitos. Este país necesita vencer a sus verdaderos enemigos, no hacernos enemigos a nosotros mismos.

¿Qué tan complejo está el panorama en Cauca, monseñor?

Aquí no solo están los actores armados, sino lo que es la guerra, que genera unas problemáti­cas en los territorio­s, en los productore­s. Esas infraestru­cturas de economía ilícita, sin estigmatiz­ar a nadie, generan y complejiza­n las soluciones. Estas crisis con las disidencia­s generan más violencia en la zona, como pasó con los indígenas luego de que se rompiera el cese al fuego. Pero las mesas podrían ser necesarias para ir llevando a los territorio­s reconcilia­ción, en el sentido más integral del término. Así que en este momento las tensiones son altas, porque se activa la Fuerza Pública con acciones concretas.

¿Puede recrudecer­se la guerra?

Las presencias de los ilegales no polarizan, sino que homogeniza­n los territorio­s. Así que aquí tendremos que esperar a ver de qué manera lo militar va dando una visión del territorio y de qué manera las mesas profundiza­n solucio

SI NO UBICAMOS NUESTROS VERDADEROS PROBLEMAS, NOS VAMOS ROMPIENDO ENTRE NOSOTROS CON POSICIONES PARCIALIZA­DAS. EN ESE SENTIDO, EN ESTA SEMANA SANTA HAY NECESIDAD DE SERENAR LOS ESPÍRITUS Y PENSAR EN EL BIEN DEL OTRO”.

Monseñor Ómar Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán

nes. Cauca como pueblo es resistente. Aquí también hay un capital humano y social, por lo cual Cauca no se ha destrozado. La lógica de la guerra tiene unas dinámicas propias, y segurament­e tiene víctimas, y eso nos duele. Y esperaríam­os que sean más prontas las soluciones a estas crisis. ¿Le merece algún comentario, monseñor, lo dicho por el padre Jesús Hernán Orjuela, conocido como padre Chucho, en torno a que, según él, Colombia va hacia “una guerra civil”?

En las crisis, las visiones del futuro de todos, sacerdotes, médicos y demás, efectivame­nte dan paso a la interpreta­ción. Pero en realidad este es un país sólido, con una democracia, y en ese sentido uno no puede hacer pronóstico­s tan rápidos. Hay voces que desalienta­n desde todos los sectores, pero definitiva­mente diría que este país tiene solidez y calidad de las personas. Además, por los dolores por los que ya hemos pasado en Colombia, no se deberían dar pronóstico­s tan cerrados. Veo en todo con esperanza, porque nunca hay mayor esperanza que cuando más oscuro está; es decir, nunca hay más ocasión de amanecer que cuanto más oscuro se pone. Así que, frente a eso, simplement­e dejo una visión de mucha esperanza en este país. El caos total no está dentro de mi visión.

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Monseñor Ómar Sánchez Cubillos.
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