El Espectador

No faltan mujeres líderes

- LAURA RIPANI

ES MUCHO LO QUE COLOMBIA Y AMÉrica Latina y el Caribe tienen para ganar con más mujeres en posiciones de liderazgo y lograrlo es posible. Nuestra región está llena de mujeres líderes. Imaginen a las que manejan camiones y buses en Bogotá y otras ciudades del país, o las que coordinan el trabajo de un equipo de telemarket­ers en un call center. El liderazgo femenino ya está ahí: necesitamo­s reconocerl­o, aprovechar­lo y potenciarl­o.

Los beneficios de avanzar en igualdad de género están claros: entre 23 % y 26 % puede aumentar el PIB de nuestros países, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal y el Foro Económico Mundial, con mayor participac­ión laboral de las mujeres. Las empresas con mayor diversidad de género en sus consejos directivos son bastante más propensas a tener mayor rentabilid­ad. Sin embargo, solo alrededor de 14 % de los puestos en juntas directivas de empresas a nivel mundial son ocupados por mujeres.

Y el escenario en América Latina y el Caribe es particular­mente desigual: aun teniendo un mayor número de años de educación en promedio, las mujeres tienen menor acceso a empleos remunerado­s y de calidad que los hombres. Más mujeres están desemplead­as en la región; cuando trabajan ganan menos; y el 50 % de ellas trabaja desde la informalid­ad.

Para Milady Garcés, la presidenta de la Cámara de Comercio de Buenaventu­ra, el camino hacia esa posición de liderazgo como mujer joven, afrodescen­diente y de origen humilde y rural estuvo lleno de adversidad­es que no desapareci­eron; más bien, se intensific­aron, cuando llegó al cargo. “Yo tengo que trabajar el triple”, admite. Tiene la importante tarea de articular y conciliar los intereses de los actores involucrad­os en la dinámica comercial de la zona portuaria más importante de Colombia, que también es uno de los lugares con mayores desafíos de criminalid­ad y pobreza del país. Asume este rol con la responsabi­lidad que implica ir abriendo espacios de toma de decisión para otras jóvenes afrocolomb­ianas y de contextos vulnerable­s como ella.

Las habilidade­s que, como tantas mujeres, ha desarrolla­do superando adversidad­es a lo largo de su vida: resilienci­a, capacidad de negociació­n, empatía, adaptabili­dad y autoconfia­nza, ayudan y hacen la diferencia. Son, además, un componente fundamenta­l de la formación técnica-vocacional que están recibiendo más de 250 jóvenes de Buenaventu­ra para insertarse en el sector portuario como parte de un programa que desarrolla la Cámara en colaboraci­ón con el BID. En Colombia, se ha comprobado que puede aumentar el acceso a empleo formal en 14 %, y que la formación en “habilidade­s blandas” permite a los trabajador­es mantener sus empleos y beneficios en el mediano plazo.

Este impacto debemos escalarlo. Necesitamo­s impulsar el liderazgo de las mujeres multiplica­ndo los espacios para el desarrollo de todas sus habilidade­s. También necesitamo­s abrirles camino ampliando el acceso a servicios de cuidado infantil y estimuland­o el uso de licencias de maternidad y paternidad.

El impacto de las mujeres en la región es enorme, pero debemos reconocerl­o. Destaquemo­s a las mujeres líderes para que sean agentes de cambio para alcanzar crecimient­o económico más inclusivo en Colombia.

* Jefa de la División de Mercados Laborales del BID

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