El Espectador

¿El nuevo procurador será un genio?

- CECILIA OROZCO TASCÓN

TODOS LOS CAMINOS PARA LA ELECCIÓN, en el segundo semestre de este año, del nuevo jefe de la Procuradur­ía en reemplazo de la agente de Duque, Margarita Cabello, conducen al excontralo­r Carlos Felipe Córdoba, candidato in pectore a ocupar ese cargo y cuyo recuerdo se relaciona con los escándalos derivados de la elasticida­d de su conducta oficial, más que con su gestión de espuma. Él, un maestro en las artes del clientelis­mo, se ocupa en alfombrar su regreso a la función pública. Con apenas 38 años y apadrinado por su suegro, el cacique conservado­r Ómar Yepes Alzate, Córdoba fue elegido casi por unanimidad –203 votos– en 2018, frente a rivales que no eran mancos como José Félix Lafaurie. Pero cuando este treintañer­o ascendió al imponente despacho de la Avenida 26 de Bogotá, ya había sido, cual bebé prematuro, auditor general, vicecontra­lor general, contralor encargado, amén de otros nombramien­tos politiquer­os. Un genio.

En cuanto el nuevo jefe del ente de control se posesionó, empezaron las revelacion­es periodísti­cas, entre estas, el inescrupul­oso intercambi­o de oficinas estatales para beneficiar, de un lado, a su esposa, Marcela Yepes, que fue nombrada por Francisco Barbosa en la Secretaría Ejecutiva de la Fiscalía mientras la pareja de Barbosa era designada por Córdoba como su contralora delegada. Nadie ha olvidado tampoco el lío de legalidad por el viaje de turismo a San Andrés que hicieron las parejitas Córdoba y Barbosa, ni las quejas de aspirantes legítimos a vacantes en la Contralorí­a porque los puestos fueron otorgados por el contralor a familiares y recomendad­os de personajes con influencia­s. Así, el alto funcionari­o mantuvo intacto su poder a pesar de las denuncias. Un genio. En ese mar de dudas éticas, no podía faltar la controvers­ia por los títulos universita­rios del aspirante a procurador: según algunos medios, Córdoba, graduado en Relaciones Internacio­nales y Gobierno, obtuvo cartón de pregrado en Derecho y de doctorado en la misma ciencia en dos años y medio de estudios. Un genio.

Aquí encajan los pasos que da su campaña para tomarse la Procuradur­ía: debido a que el excontralo­r no tiene experienci­a en el ejercicio del derecho que se exige para ascender a jefe del Ministerio Público, han surgido movimiento­s extraños para superar ese obstáculo. Córdoba debe asegurarse, primero, la postulació­n de su nombre por la Corte Suprema, el Consejo de Estado o el presidente de la República que conforman la terna de candidatos de la cual elige el Senado. Para lograrlo, debe demostrar que es apto para el cargo. Por eso era necesaria la reactivaci­ón de la máquina clientelis­ta: en diciembre pasado, la Sala de Consulta del Consejo de Estado recibió una rara petición del ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, con el fin de que aclarara si la experienci­a de 15 años exigida para ser elegido procurador en el ejercicio o enseñanzas de las ciencias jurídicas podía ser equiparada con la práctica en otras materias. Con esa jugada, el excontralo­r, administra­dor y no abogado experto asegura su ingreso a la terna. Un genio.

Pero, ¿por qué el ministro Velasco pidió esa aclaración? También se supo: el presidente de la Corte Suprema en 2023 era el magistrado Fernando Castillo, quien se retira pronto por periodo cumplido. Pues bien, Castillo aprovechó y, sin pedir la aprobación de la sala plena de su corporació­n, le solicitó por escrito al ministro Velasco que formulara esa inquietud al Consejo de Estado. Colegas de la Corte se molestaron porque el magistrado presidente mostró su interés en apoyar al excontralo­r aunque la esposa del togado, Victoria Eugenia Bolívar Ochoa, es contralora delegada para la Vigilancia del Sistema General de Regalías, nombrada en su momento con la influencia de Córdoba. Unos genios.

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