Una oportunidad para la energía
Luego de que la Superintendencia de Servicios Públicos anunciara su decisión de liquidar Electricaribe, una buena parte de la población caribeña hizo público su regocijo con la noticia, entendiendo que con esta medida se avanzaba hacia una mejora en la prestación del servicio de energía para toda la región. Sin embargo, no creo que estemos todavía cerca de merecer algún tipo de celebración, dado que los problemas atávicos que nos plagan y que generan este estado de permanente crisis energética no han desaparecido, acaso han empeorado con el paso de los años. Apenas hemos iniciado un proceso que demandará, ojalá me equivoque, varias décadas, cientos de miles de millones de pesos y no pocos sobresaltos. Que la suerte nos acompañe.
Lo que sí debe propiciar esta difícil situación es allanar el camino para considerar iniciativas que de manera sostenible, sobre todo en términos financieros, permitan que la Costa Caribe pueda contar con un suministro de energía confiable y seguro. Hace poco, en una reunión con unos profesores de ingeniería de la Universidad del Norte, observábamos un mapa del Ideam que debería motivar toda clase de reflexiones al respecto. En esa cartografía se mostraba algo que es para casi todos evidente: la enorme cantidad de radiación solar que recibe nuestra región cada año y que es muy superior a la que reciben las demás regiones colombianas. Si además se revisa la información sobre el régimen de vientos, especialmente sus velocidades, se puede comprobar la superposición de los más altos valores de ambas variables, el sol y el viento, sobre nuestro litoral. En cierta medida resulta molesto reconocer que somos una región que es generosamente bañada por la energía natural, pero que no lo aprovechamos, mientras pagamos un alto precio por traer electricidad desde las hidroeléctricas andinas o nos toca generarla con costosas termoeléctricas. Este es un momento muy oportuno para atrevernos a explorar nuevas, relativamente hablando, fuentes de energía. También, por supuesto, para optimizar el laberinto que supone la distribución y la comercialización, que era finalmente el principal objeto de Electricaribe; en suma, tenemos la oportunidad de revisar nuestro esquema energético regional, aprender de los errores y hacer un esfuerzo en conjunto. Quizá, por ejemplo, en nuestra región no sea rentable llevar el cable eléctrico a todos lados y por eso resulte mejor fomentar la microgeneración en las zonas rurales, o quizá soterrar las redes urbanas sea indispensable para protegerlas de la corrosión, lo cierto es que somos nosotros mismos los que debemos tomar el liderazgo en estos asuntos. Nada va a cambiar si nos quedamos esperando milagros desde el altiplano que preside este país.
Sería una error pretender que las cosas mejoren haciendo lo mismo. Si simplemente vamos a escoger otro operador, con el mismo esquema y con las mismas cifras, el resultado seguramente se repetirá. Terminaremos liquidando nuevamente a alguna compañía y prolongando el calvario energético del Caribe. ¡Ya basta!