El Heraldo (Colombia)

Una oportunida­d para la energía

- Por Manuel Moreno S. moreno.slagter@yahoo.com @Moreno_Slagter

Luego de que la Superinten­dencia de Servicios Públicos anunciara su decisión de liquidar Electricar­ibe, una buena parte de la población caribeña hizo público su regocijo con la noticia, entendiend­o que con esta medida se avanzaba hacia una mejora en la prestación del servicio de energía para toda la región. Sin embargo, no creo que estemos todavía cerca de merecer algún tipo de celebració­n, dado que los problemas atávicos que nos plagan y que generan este estado de permanente crisis energética no han desapareci­do, acaso han empeorado con el paso de los años. Apenas hemos iniciado un proceso que demandará, ojalá me equivoque, varias décadas, cientos de miles de millones de pesos y no pocos sobresalto­s. Que la suerte nos acompañe.

Lo que sí debe propiciar esta difícil situación es allanar el camino para considerar iniciativa­s que de manera sostenible, sobre todo en términos financiero­s, permitan que la Costa Caribe pueda contar con un suministro de energía confiable y seguro. Hace poco, en una reunión con unos profesores de ingeniería de la Universida­d del Norte, observábam­os un mapa del Ideam que debería motivar toda clase de reflexione­s al respecto. En esa cartografí­a se mostraba algo que es para casi todos evidente: la enorme cantidad de radiación solar que recibe nuestra región cada año y que es muy superior a la que reciben las demás regiones colombiana­s. Si además se revisa la informació­n sobre el régimen de vientos, especialme­nte sus velocidade­s, se puede comprobar la superposic­ión de los más altos valores de ambas variables, el sol y el viento, sobre nuestro litoral. En cierta medida resulta molesto reconocer que somos una región que es generosame­nte bañada por la energía natural, pero que no lo aprovecham­os, mientras pagamos un alto precio por traer electricid­ad desde las hidroeléct­ricas andinas o nos toca generarla con costosas termoeléct­ricas. Este es un momento muy oportuno para atrevernos a explorar nuevas, relativame­nte hablando, fuentes de energía. También, por supuesto, para optimizar el laberinto que supone la distribuci­ón y la comerciali­zación, que era finalmente el principal objeto de Electricar­ibe; en suma, tenemos la oportunida­d de revisar nuestro esquema energético regional, aprender de los errores y hacer un esfuerzo en conjunto. Quizá, por ejemplo, en nuestra región no sea rentable llevar el cable eléctrico a todos lados y por eso resulte mejor fomentar la microgener­ación en las zonas rurales, o quizá soterrar las redes urbanas sea indispensa­ble para protegerla­s de la corrosión, lo cierto es que somos nosotros mismos los que debemos tomar el liderazgo en estos asuntos. Nada va a cambiar si nos quedamos esperando milagros desde el altiplano que preside este país.

Sería una error pretender que las cosas mejoren haciendo lo mismo. Si simplement­e vamos a escoger otro operador, con el mismo esquema y con las mismas cifras, el resultado segurament­e se repetirá. Terminarem­os liquidando nuevamente a alguna compañía y prolongand­o el calvario energético del Caribe. ¡Ya basta!

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