Nada del muelle
Desde esta columna hemos insistido en la importancia de una adecuada planificación del área metropolitana, la conurbación entre sus municipios integrantes y, sobre todo, en la atención a Puerto Colombia, obligado destino institucional, comercial y habitacional de los estratos medio y alto de Barranquilla. De los españoles nos copiamos los POT que, si bien ordenan, establecen paramentos, usos y demás, se someten cada cuatro años a los caprichos del gobernante de turno. Aquí lo que corresponde es hacer un Plan de Desarrollo a largo plazo que determine la forma en la que debemos encarar el futuro, destinando a su ejecución un porcentaje de las inversiones, priorizándolas con lente metropolitana sin desmedro de los individuales programas municipales. Es que nuestro desarrollo está volando, y los consecuenciales problemas de densidad y movilidad se agravan, acosan, por lo que toca visualizarlos, enfrentarlos y gestionar lo necesario.
La gestión es muy importante. Nada que se corrigen los errores de la Circunvalar de la Prosperidad en el sector de La Playa. Lo del muelle, que después de tantos años aún no se abre la licitación para la recuperación de los líchigos doscientos metros iniciales porque la burocracia cachaca (siempre un problema para cada solución) del Fondo Nacional de Turismo, Fontur, se niega a avanzar, no recibe 3.500 de los 4.500 millones de pesos que entregará la Gobernación, no le importa, y al parecer tampoco le importa a la ministra del ramo, María Claudia Lacouture, samaria ella. Hay que gestionar en contra de la desidia cachaca.
Pero hoy Colombia está en modo fútbol, lo que por unos días se unirá a la humareda que se pretende lanzar para tapar los chorros de basura que aparecen por doquier, aunque la humareda no sea nada densa porque la disparan a punta de ingenuidades como renunciar a una precandidatura presidencial, o a una caducidad que se confunde con prescripción, o afirmar que “me acabo de enterar”, o abrir exhaustivas investigaciones, o declarar que los guerrillos entregaron 14.000 armas, o que la paz no debe ser tema de campaña, cuando bien sabemos que toda investigación siempre es exhaustiva, “caiga quien caiga” y nunca nadie cae, que el precandidato renunció porque no tiene ningún chance, que a las caducidades de ley no se puede renunciar, que las armas entregadas fueron 140 y no 14.000 (¡menuda diferencia!), que imposible que un candidato no se entere de la lista de aportantes y el valor aportado, y que si el Gobierno no quiere que la paz sea tema de campaña es porque con ese tema ya perdió. Todo es así. Nos tratan como a bobos, porque solo bobos aceptan semejantes tonterías sin chistar.
A propósito de fútbol, si seguimos como venimos, la cosa pinta gris. Empero, así como estamos, si hoy ganamos a Bolivia podríamos aquí sacar seis de los nueve puntos en juego. Si no ganamos, chao Rusia. Y aún perdiendo con Ecuador podríamos por fuera obtener otros seis para llegar a los 30 que nos pondrían en repechaje. Pero hay que mejorar. ¡Ojalá!