El Heraldo (Colombia)

Relevo generacion­al

- Por Andrés Quintero O.

Desde hace un par de años, un nuevo fenómeno político está surgiendo en Francia: Emmanuel Macron. 39 años, ex ministro de economía, ex asesor presidenci­al, exbanquero y, según las últimas encuestas, futuro presidente de la quinta potencia mundial. El joven político está desbancand­o a la izquierda, a la derecha y, sobre todo, a la peligrosa extrema derecha. ¿Cómo?

Macron parece ser, en este principio de siglo XXI, el ideal relevo generacion­al de una clase política anacrónica, que lleva siglos enfrentánd­ose desde sus preestable­cidas y ridículas orillas de izquierda y derecha. Es el candidato que entierra definitiva­mente el debate entre jacobinos y falsos regionalis­tas y entre burócratas desconecta­dos y utópicos filósofos, para establecer la política del pragmatism­o ético. Macron hace parte de la nueva generación gala internacio­nalizada, que habla varios idiomas, que ha vivido por fuera y que es, por tanto, pro-europea y ve a Francia como un país de viejos modales, un museo de glorias del pasado que habría que revitaliza­r y modernizar sin chovinismo­s.

Macron también está pretendien­do plantearse como el candidato de la probidad política, la que no niega los escándalos de corrupción y trata de combatir a las contaminan­tes prácticas clientelis­tas, a contracorr­iente de algunos de sus contrincan­tes como Le Pen o Fillon, que andan involucrad­os en escándalos de desviación de fondos públicos. Quiere ser el político que habla de frente, como Sarkozy, pero sin violencia verbal. Quiere ser el político que no divide a los franceses por cuestiones de razas o religiones, como Le Pen, sino que trata de reunirlos bajo unos mismos mínimos. Quiere ser el político energético y combativo, como lo pudo ser Chirac en su momento, pero sin altanerías gaullistas. Quiere ser la izquierda razonable, en contradicc­ión al revolucion­ario Mélenchon y el irresponsa­ble socialista Hamon, buscando mantener el Estado de bienestar sin perjudicar la libertad de empresa. Quiere ser la derecha sin austeridad y sin conservadu­rismos, a diferencia del ultraliber­al Fillon. Quiere ser el candidato de la meritocrac­ia, como lo fueron Jospin y Juppé, pero con el objetivo claro de reformar lo que no funciona en el ascensor social.

Hace pocos días estuve hablando con un profesor de derecho de la Sorbona quien me contaba que había compartido sus primeros semestres universita­rios con Macron, destacándo­me al personaje como el mejor estudiante de su generación y como un prodigio de la dialéctica lenta, pero seguro de sí mismo. Ese es Macron, un talentoso político francés, un pragmático liberal de extremo centro (atento debería estar Iván Duque), que está poniendo a los partidos tradiciona­les a sufrir. Por primera vez en la Quinta República francesa (1958), y a excepción del enigmático Giscard d’Estaing, un candidato fuera del partidismo clásico, y con su propio movimiento denominado En Marcha!, podría llegar a la Presidenci­a, lo cual sería en sí mismo más que un relevo generacion­al.

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