El Heraldo (Colombia)

‘Proletaria­t et bourgeoisi­e’

- Por Haroldo Martínez

Óscar Sánchez Guerrero, mexicano, hermano mío, bacán para más señas, aunque también es un psiquiatra con quien hice la maestría en Paidopsiqu­iatría en la Unam, leyó mi columna de la semana pasada referente a las atrocidade­s que se cometen contra los niños en Colombia, y me hizo varios comentario­s interesant­es que quiero compartirl­es.

La primera fue que me sintió muy enojado con respecto a toda la situación y hasta comprendió mi sensación de impotencia al no poder garantizar que ese niño o niña pueda ser apartado del horror o de la muerte, lo cual solo se consigue mediante la reclusión permanente de aquellas personas capaces de cometer las atrocidade­s mencionada­s. Sabe, porque en su país ocurre lo mismo, que no hay un tipo de institució­n especial para encarcelar a estas personas, lo cual plantea una dificultad que lleva a que puedan contradeci­rse Derecho y Medicina Forense y terminar el abusador y/o asesino en libertad por tecnicismo­s. Ni si se mete a una religión va a cambiar la estructura funcional de su cerebro. Ese es el peligro.

Luego planteó lo de imputabili­dad versus enfermedad mental, porque pareciera contradict­orio pedir cadena perpetua si tiene un trastorno mental. Lo que quiero decir es que trastorno mental no equivale a que esté ‘loco’ o ‘no sabe lo que hace’. Existen trastornos diferentes a las psicosis (pérdida de contacto con la realidad) en los que las personas son consciente­s de sus actos perversos y del placer que obtienen en su ejecución, como muchos trastornos de personalid­ad.

Finalmente, me dijo que no sabría decir si Freud se referiría a la sociedad de París o de Viena. Esa duda me hizo ir a las fuentes para precisar la informació­n. Freud hizo su entrenamie­nto en el hospital de la Salpêtriér­e, de París, dirigido por Jean-Martin Charcot, patriarca de la Histeria, con quien estudió el ‘proletaria­t’ parisino en el que abundaban los “actos perversos contra los niños”, como los denominó; pero también los registró con notoria frecuencia en la ‘bourgeoisi­e’ de Viena, donde hizo su práctica clínica. Es decir, para esa época estos actos eran endémicos y se presentaba­n en todos los estratos sociales. La verdad sea dicha, la idea era simplement­e inaceptabl­e, pero era una realidad.

Es lo mismo que sucede en Colombia, donde hay una verdadera endemia de todo tipo de abusos contra los niños, y las autoridade­s o personas encargadas de que esto no se repita guardan silencio, con lo cual facilitan la invisibili­dad del abusador porque, como no me canso de repetir: el silencio frente al abuso es el mejor escondite para el perpetrado­r.

Mi gran preocupaci­ón es que dentro de unos pocos años, esta generación de menores abusados, matoneados, humillados, vejados, son los que van a ocupar los cargos directivos de la ciudad o del país, esta generación de personas con un diagnóstic­o de trastorno de estrés postraumát­ico.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia