Más de Puerto
Mucho se ha insistido en que dada la evidente vocación de Puerto Colombia como destino del desarrollo urbano de Barranquilla, su futuro debe reglamentarse mediante normas que superen el alcance de los acuerdos municipales, vale decir, por acuerdos metropolitanos que, al ser más específicos y adoptados por un pequeño grupo de alcaldes cuya responsabilidad individual es indiluible, brinden garantía de objetividad, y señalen a los funcionarios municipales una instancia mayor ante la cual responder. No se trata de una propuesta indecente de volarse o ignorar la autonomía municipal sino, por el contrario, que el alcalde, integrante de la Junta Metropolitana, presente ante esta los temas que atañen a las dos urbes. Incluso que la cosa opere no solo para Puerto, sino para todos los municipios del área, o sea que el alcalde de Barranquilla actúe en estos especiales casos como alcalde metropolitano.
¡Ojo, alcalde! En Puerto Colombia se dice que están apareciendo edificios con más altura y densidad que la fijada en el actual PBOT, y que el nuevo nada que se socializa ni se expide. El tema del control urbano se percibe con despreocupación como si solo fuera herramienta para controlar paramentos, aislamientos entre edificaciones, y similares medidas casi que de estética. Pero en realidad constituye el medio para garantizar la seguridad física, financiera, ambiental, y social, entre otros elementos que aseguran la apacible convivencia en las ciudades, razón por la cual es neurálgico el correcto funcionamiento de las dependencias responsables, tarea que no puede delegarse a personal no calificado. La reciente tragedia en Cartagena activa las alarmas sobre la importancia del control urbano, y las graves consecuencias que puede acarrear la desidia en la fiscalización del tema.
A propósito de Puerto, buena cosa que ¡por fin! los genios de la ANI hayan entendido y aceptado la necesidad de modificaciones en el proyecto de la Circunvalar de la Prosperidad a la altura del empalme de la misma con Autopista y con 51B, y el acceso a la Universidad del Atlántico y a La Playa, que era laberíntico y complicaba la salida de quienes provinieran de Caujaral o de Salgar. Adicionalmente, lo de la interminable ampliación de la Autopista que, aunque ejecutada con incomprensible logística, está tomando cuerpo y parece que finalmente quedará muy bien. Ojalá no impongan nuevas absurdas limitaciones de velocidad (por ejemplo 30 o 40 km/ hora) que vuelvan inoperantes la ampliación y los puentes peatonales.
Coletilla política: No hay nada que hacer: los enmermelados parlamentarios aprobarán sin miramientos todo lo que la guerrilla pidió a Santos, así que fast track corrido. Nada que aparece la mesura ni las reservas frente al juicio de la historia. Tocará entonces esperar las próximas elecciones, a ver si el pueblo vota en concordancia con los índices de favorabilidad, que la del gobierno está por el suelo. Pero tampoco aparece el candidato nuevo que ofrezca a la gente lo que busca.