El Heraldo (Colombia)

Mayo de Vinyes

- Por Heriberto Fiorillo

Ramón Vinyes, el consagrado sabio catalán de Cien años de soledad, nació el 8 de mayo de 1882, en Berga, una aldea pirenaica de Cataluña, en la provincia de Barcelona, España. En su niñez, Vinyes se trasladó de Berga a Barcelona, donde su vocación por la literatura y el arte dramático lo llevaron a publicar en 1909, con apenas 17 años, su primera obra, L´ardenta calvalcada, una selección de prosa lírica.

A los 21, su nombre figuraba ya en la Encicloped­ia Espasa, pero Vinyes vivía muy aburrido de los círculos literarios barcelones­es y decidió hacer América. El 13 de mayo de 1911 se embarcó en Ciudad Condal y dos meses después, el 16 de junio, ingresó por Puerto Colombia a la costa Caribe colombiana.

«En realidad –escribe él– estaba dispuesto a marcharme a cualquier sitio y casi me voy a Australia, cuando un amigo me propuso establecer en Colombia un molino de harina que entonces prometía ser magnífico negocio, gracias a cierta me- dida proteccion­ista para esa industria...»

De Puerto Colombia, Ramón Vinyes pasó por Barranquil­la hacia Ciénaga, Magdalena, donde lo esperaban como el nuevo tenedor de libros de la sociedad Correa Hermanos, una exportador­a de cacao, gerenciada por Ismael A. Correa, tan versado en finanzas como en historia y literatura. A Don Ramón le ofrecerían después meterse a bananero. Ante la alternativ­a de millonario o literato, el catalán abrazó las letras y desdeñó el dinero. La ambición de El Dorado le había durado el tiempo de su primera travesía en barco. Antes de ver América, Vinyes se habría reconcilia­do con su más vieja pasión.

«Llegué a Colombia –dice– huyendo de la literatura. Mi huella acaso quedaba señalada en Cataluña por algunos versos: La ardiente cabalgata y Consejos a la luna, cuyos últimos ejemplares rompí con pretendido simbolismo en la travesía por mar que me traía de Barcelona hasta las playas colombiana­s. También había escrito una obra de teatro, Al florecer de los manzanos, que fue premiada. Yo había creído en la literatura ingenuamen­te, con un candor más bien místico y los desengaños fueron violentos. Lo suficiente para hacerme romper con ella. Y créame que necesité valor. Ya en el buque, una italiana que venía allí me prestó un ejemplar de La divina comedia y al no devolverle nunca el libro, quedó de nuevo pactada una nueva alianza con las letras, que ha perdurado».

Recuerda otro Ramón, el escritor samario Illán Bacca, que las relaciones de Vinyes con la sociedad cienaguera no fueron siempre magníficas y que cierta vez algunos de sus miembros más distinguid­os se negaron a colocarle bolas en la mesa de billar del club local. Así lo habría revelado el mismo sabio en carta a su amigo Miguel Fornaguera.

En 1914, Ramón Vinyes se trasladó a Barranquil­la, donde fundó –en sociedad con el también inmigrante catalán Xavier Auqué I. Masdeu– la Librería Ramón Viñas y Cía., a la que después se asociaría otro catalán, Paul Vila, geógrafo de primera magnitud, que ayudaría a organizar Cataluña como comarca en 1936. Con Auqué Masdeu ya había tenido Vinyes otros negocios: cultivos de algodón, tomate y cebolla en una finca a orillas del río Magdalena, cerca de Mamatoco. (Espere Vinyes, el librero).

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