¿Un material diferente?

Al ver los jóvenes cómo algunos adultos mayores, a pesar de su edad, siguen activos funcionando a la par de ellos, se preguntan si será que están hechos de un ‘material’ diferente, más resistente o de mejor calidad. Yo pienso que la diferencia se debe a la forma como fuimos levantados: con una disciplina férrea, espartana, casi que militar, que comenzaba con la alimentación. El niño ‘debía’ ser amamantado con leche materna, y si la madre no tenía, contrataban una nodriza. El tiempo de lactancia era a veces exagerado, ya que había niños a quienes ya les empezaban a salir los dientes y la madre aún seguía dándoles el seno, pues era la creencia de que entre más leche materna, más saludable crecería. Desde pequeños les daban ‘los tres golpes’; nada de golosinas plásticas de bolsita y otras chucherías. Puro ‘corrientazo’ al almuerzo y comida, reforzado con un plato hondo de mazamorra de plátano, de nutritivo peto o de avena. Además, había un estricto horario para las comidas. Todos a la mesa al mismo tiempo: era una agradable tertulia familiar, donde se comentaban las incidencias de cada día. La dieta alimenticia era reforzada con reconstituyentes a base de hígado de bacalao, de horrible sabor, perfectamente intragables. Hoy los endulzan con sabor a menta, fresa o frambuesa, para hacerlos más tolerables. Y nos inmunizábamos jugando sueltos en el patio, revolcándonos en la arena y empatándonos hasta de mi... de las gallinas de patio, que no podían faltar en casa alguna. Así nos levantaron y sobrevivimos a una niñez que hoy llamarían inhumana, pero que en realidad no era más que una estricta formación para enfrentar la vida. Luego, no es que el material viejo fuera mejor que el de ahora, sino que era mejor moldeado. Antonioacelia32@hotmail.com