El Heraldo (Colombia)

La historia de una amistad bajo el seudónimo de Bustos Domecq

Benito Suárez Lynch fue el otro nombre que los escritores argentinos Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares utilizaron para hacer la publicació­n de una serie de relatos.

- Por Valeria Fuenmayor @Vfuenma

La amistad entre Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares es una de esas que se ha convertido en leyenda para las letras hispanohab­lantes.

Hay quienes creen, como el escritor, traductor y editor Alberto Manguel, que “Bioy era el único amigo de Borges”. Una anotación exagerada, quizá, pero que ayuda a dimensiona­r la relación de afición entre este par de personajes.

La camaraderí­a entre Bioy y Borges también dejó como resultado una serie de relatos y trabajos literarios interesant­es, entre los que se destacan los firmados bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq y más tarde el de B. Suárez Lynch.

HONORIO BUSTOS DOMECQ. Resulta difícil descifrar a los dos autores bajo la figura de este personaje, quien tiene un estilo literario que borra por completo a sus creadores.

Marco Ricardo Barnatan escribió para el diario El País de España en 1977 sobre esta dupla que “Bustos Domecq se nutre de lo aparenteme­nte superficia­l que no entra en la atmósfera metafísica de sus compadres. Notamos que toman café juntos y se enfrascan en interminab­les charlas, pero Bustos Domecq se diferencia de los otros dos por su sorna, por el dominio del argot popular, a medio camino entre la parsimonia y el lunfardo”.

El primer libro que publicaron con el seudónimo fue Seis problemas para don Isidro Parodi, en el que su ‘autor’, H. Bustos Domecq, se encuentra cumpliendo una condena de cadena perpetua por un crimen del que es supuestame­nte inocente. Desde su celda, la 273, se dedica a resolver asesinatos y otros problemas crimina- les mientras es incapaz de demostrar su inocencia, porque un funcionari­o de la comisaría 8 le debe dinero y no le interesa que don Isidro se lo reclame.

Los relatos incluyen la biografía de la supuesta educadora, Adelma Badoglio, en la que escribe que, “sus cuentos policiales descubren una veta nueva del fecundo polígrafo: en ellos quiere combatir el frío intelectua­lismo en que han sumido este género Sir Conan Doyle, Ottolenghi, etc.”.

También dice que nació en la localidad de Pujato (provincia de Santa Fe), en 1893.

Otro guiño que hacen Borges y Bioy es luego lanzar la novela Un modelo para la muerte bajo un nuevo seudónimo: Benito Suárez Lynch, en la que ponen a no otro que a Bustos Domecq a escribir el prólogo.

El juego que propusiero­n con el personaje les sirvió también para crear los libros Crónicas de Bustos Domecq y Nuevos cuentos de Bustos Domecq.

LA HISTORIA DE LOS SEUDÓNIMOS. Los antecedent­es del seudónimo son tan antiguos como la literatura misma. Hay una teoría que incluso indica que Homero sería también un seudónimo bajo el que varios autores publicaron los famosos relatos.

El primer apodo que se conoce es Fedro, el fabulista latino que se llamaba Gayo Julio Fedro. En la era cristiana también fue común el uso de seudónimos para firmar los relatos bíblicos.

Sin embargo, el uso generaliza­do de la seudonimia o de la acción de un autor de ocultar su nombre verdadero por medio de un nombre falso, nació con la imprenta.

Los motivos por los cuales los escritores prefieren hacer uso de un nombre ficticio son diversos: que el contenido del libro sea muy polémico, evitar problemas con la autoridad, la poca sonoridad del nombre original, escribir libremente, por timidez, evitar que sus padres los descubrier­an, etc.

Por otro lado, durante parte de los siglos XIX y XX muchas mujeres hicieron uso de nombres masculinos para que su obra no sufriera ningún tipo de censura o discrimina­ción por su género.

El escritor chileno Pablo Neruda, quien realmente se llama Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, es uno de los autores que más obras ha escrito bajo su seudónimo, con un total de 43.

Otros casos de latinoamer­icanos son Rubén Darío (Félix Rubén García Sarmiento) y Gabriela Mistral (Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga).

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INTERNET Jorge Luis Borges junto a su amigo Adolfo Bioy Casares, con el que creó el personaje Honorio Bustos Domecq.
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‘Seis problemas para don Isidro Parodi’ (1942).
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El libro ‘Un modelo para la muerte’ (1946).

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