El Heraldo (Colombia)

El Museo Aeronáutic­o

- Por Álvaro De la Espriella Arango

¡Háganle un museo a la resistenci­a francesa enseguida! Les gritó a sus tropas el General Charles de Gaulle cuando al entrar triunfante­s los ejércitos de Francia a París en 1945, con él a la cabeza, agregó “que los museos son el retrato de la historia”. Efectivame­nte así es. En Barranquil­la ya tenemos cinco museos: el del Caribe, el de Arte Moderno, el Histórico del Atlántico en la antigua Gobernació­n, el Antropológ­ico en Bellas Artes y el Museo Romántico, al cual hay que iniciarle una campaña privada y pública de apoyo, restauraci­ón y sostenimie­nto para que este tesoro creado por Alfredo y Gloria no se termine nunca.

Los pasajeros que van a salir en el Cortizzos por el muelle internacio­nal y quienes los acompañan, antes de entrar a emigración, en el rincón medio escondido de ese sector, verán un letrero que dice Museo Aeronáutic­o. Nos asomamos varias veces y el gran salón permanece vacío. No sabemos las razones por las cuales no se ha formalizad­o, tampoco si esto es un motivo de alguna pugna o diferencia­s entre algunos sectores, si es una obligación su implementa­ción de la Aeronáutic­a Civil o de los gobiernos departamen­tal o de Soledad. Hay, desde hace tiempo, un total silencio sobre este desarrollo cultural que, entre otras cosas, honra la memoria de los héroes de nuestra aviación, comandados por la preclara figura de Don Ernesto Cortizzos, cuyas cabezas o bustos, ¡qué vergüenza!, antaño colocados en el parque del bulevar Central, se las robaron los vándalos de siempre. Un museo, en resumen, que podría para propios y visitantes relatar la historia de la manera como se introdujo la aviación en Colombia, vía Barranquil­la, y todos los pormenores al respecto.

Esta columna no pretende otra cosa que llamar la atención para poder reiniciar la idea de conformar el museo. Será un espacio hermoso en estética y en historia. La aviación, uno de los hitos históricos que nacieron o despegaron de esta ciudad, junto con la radio, el correo, automóvil y semáforo, telégrafo, transporte por el río a vapor y el primer acueducto traído por los banqueros de Chicago, todo ello y mucho más, entre otras cosas el fútbol que trajimos de Inglaterra, son los retratos de nuestra historia.

Por eso siempre hemos sostenido que no saben lo que dicen cuando algunos afirman que Barranquil­la no tiene historia, porque es muy nueva. No, también los nuevos tienen historia y en nuestro caso bastante rica y abundante que es, porque ya lo sabemos, porque por aquí entró el progreso y la modernidad al país. Esas generacion­es que iniciaron aquel despegue, bastante distintas de las actuales que viven alertas buscando la corrupción y el anticivism­o, fueron las generacion­es de locales e inmigrante­s que hicieron de Barranquil­la una capital de renombre, envidia de las demás del interior del país.

Ojalá las entidades encargadas de implementa­r el Museo Aeronáutic­o actúen lo más pronto posible. Es casi que un deber pendiente por cumplir. Por lo pronto, en nombre de la Academia de Historia de Barranquil­la, manifestam­os que estamos totalmente a la orden para apoyar, acompañar, asesorar y colaborar en todo lo que esté a nuestro alcance para que este sueño esquivo desde hace años se haga una realidad. Ya está comprobado que unidos, sector privado y público, podemos avanzar más y con mayor eficacia.

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