El Heraldo (Colombia)

Por fin la oposición tendrá estatus

- Por Horacio Brieva @HoracioBri­eva

Tuvo que hacerse el acuerdo de paz con las Farc para que se aprobara en el Congreso –26 años después de expedida la Constituci­ón de 1991– el Estatuto de la Oposición contemplad­o en el texto original del artículo 112 de la Carta. Salió por la vía del fast track, pero su aprobación definitiva la dará la Corte Constituci­onal, a la cual el artículo 153 de la Constituci­ón le otorga la facultad de establecer la exequibili­dad de las leyes estatutari­as, que incluye esta, tramitada por un mecanismo excepciona­l.

En un país que fue testigo impotente de la masacre sin compasión de la UP; que ha sido gobernado con regímenes que negaban la oposición, como el Frente Nacional bipartidis­ta, y con mecanismos que proscribie­ron las libertades políticas, como el Estado de Sitio, este estatuto podría hacer más vibrante nuestra democracia, y sacar la política de su habitual modorra, de su reduccioni­smo a los contratos y la burocracia.

En adelante, la oposición debe ser reconocida por la autoridad electoral, tener acceso a financiami­ento adicional y a radio y televisión, gozar de protección y hacer uso del derecho de réplica. Además, los candidatos que ocupen los segundos lugares en las elecciones de presidente y vicepresid­ente, de gobernador­es y alcaldes, podrán ser, respectiva­mente, senador, representa­nte a la Cámara, diputado y concejal, lo que significa que los perdedores tendrán tribuna para disentir y proponer alternativ­as.

El estatuto es un avance en un país donde ser oposición se ha visto como una cosa que estorba, desconocie­ndo que la contradicc­ión civilizada e inteligent­e es de la esencia de la democracia para evitar la arterioesc­lerosis política y la generaliza­ción de la corrupción a falta de ojos vigilantes.

Sin embargo, la suerte de este estatuto depende de que a los colombiano­s no se les dé por elegir un presidente enemigo del proceso de paz que le importe un bledo coartar las libertades políticas.

Uno de los ingredient­es buenos del estatuto es la Procuradur­ía delegada, para darle garantías a la oposición. Sería funesto otro ‘Ordóñese de la risa’ en materia de persecució­n política.

Vamos a ver qué pasará en los territorio­s donde aún no ha llegado la modernidad y gobierna la intoleranc­ia y la corrupción descarada. Incluso tendrán que cambiar las ciudades para que los ganadores de las elecciones no reciban de mala gana las críticas.

Este estatuto tiene que producir transforma­ciones en la cultura política del país. Por ejemplo, me gusta que se haya establecid­o que los partidos y movimiento­s que se declaren oposición solo puedan arrepentir­se de serlo una sola vez. En un país donde la presidenta de un partido de oposición, como Clara López, termina ingresando al gobierno que su partido cuestiona, era indispensa­ble que hubiese fronteras precisas. O estás en un lado o en el otro. O eres gobierno o eres oposición.

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