Cine en las penitenciarías, muestra alterna de Ficica
El Festival Internacional de Cortometrajes Cine a la Calle realizó su preinauguración en la cárcel El Bosque, donde proyectó siete ‘cortos’.
Para entrar a la penitenciaría El Bosque de Barranquilla es necesario solicitar un permiso con antelación que explique el motivo de la visita. La mayoría de los objetos personales deben quedar en un locker, porque luego de pasar algunos filtros las personas deben despojarse de sus aparatos electrónicos. Son pocas cosas las que pueden cruzar esa puerta e ingresar a los patios. El martes, el cine, fue una de las que pudo traspasar todas las medidas de seguridad.
Siete fueron los ‘cortos’ que formaron un puente entre los reclusos y el mundo real a través del cine, siete fueron las nuevas miradas de la vida que llegaron a dialogar con las de ellos, siete fueron las nuevas ideas que empezaron a hacer eco en sus memorias y una fue la conclusión a la que llegaron: todos tienen una historia que contar y los medios audiovisuales son una buena manera de hacerlo.
José Cabria, uno de los reclusos, contó que le gustaría poder mostrarles a las personas cómo es un día normal para ellos, qué comen, cómo duermen, qué actividades realizan y también, “cómo son vulnerados nuestros derechos”.
La muestra de cortometrajes le pareció algo positivo, porque no suelen tener acceso a ver películas, de este tipo que no son comerciales. “Esto nos ayuda a fortalecernos acá adentro, porque uno a veces se obsesiona con estar metido aquí, y esto nos ayuda a tener visión del mundo real”. Su compañero, Jimmy Niebles de la Cruz opina similar a él, “estos ‘cortos’ a veces uno ve que son de la vida real y yo creo que nosotros también podemos hacer un cortometraje”, contó, además considera que la actividad le ayuda en su proceso y a crear una visión distinta del mundo.
Alexánder Ibarra, otro de los reclusos, comentó que la muestra “abre las puertas a otro tipo de cine que no se pasa normalmente y que en pocos minutos te puede decir muchas cosas”.
Homer o el “de la palomita”, fue el cortometraje que más llamó la atención entre los presidiarios. Dirigido por James Berridge, del Reino Unido, es una comedia que trata sobre un ménage-atrois entre Aaron, un agente de la ciudad obsesionado con la limpieza, su novia Lexi y Homer, una paloma. El corto, que además no tiene diálogo, logró conectarlos a todos con la historia, reírse y hacer comentarios como el de Cabria, que contó que “hubo una química entre la paloma y el muchacho porque lo saboteaba”.
Ficica 17, que se inauguró ayer en la concha acústica del parque Sagrado Corazón, incluye en su programación más eventos como el de la penitenciaria. Otros espacios con los que buscan seguir cruzando puertas a través del cine.