¿Paradojas politiqueras?
El Consejo Económico y Social de Naciones Unidas acaba de incorporar a Riad, la capital de Arabia Saudí, a su órgano intergubernamental dedicado a la Promoción de Igualdad de Género y el empoderamiento de la mujer para el cuatrienio 2018-2022, con la representación directa de un hombre. El entuerto, así consideran el gesto, ofensivo a todas luces, las mujeres del mundo occidental, de las que esta vez toma la bandera de la réplica una mujer saudí: Dahlia Rahaimy, que califica el régimen de gobierno de su país como el más misógino del mundo. Y adolorida, comenta, que elegir a Arabia Saudí con la representación de un hombre, Hillel Neuer, para proteger los derechos de las mujeres saudíes, es como nombrar a un pirómano como jefe de bomberos. Y muchos se preguntan si la ONU quería dar un impulso para los derechos de las mujeres saudíes o ha sido, simplemente, responder a un favor político que significaría que los derechos de las mujeres pueden venderse por petrodólares y política. Dos factores que suelen supeditar, tristemente, muchas acciones políticas y sociales.
Ante un país donde la segregación sexual criminaliza que hombres y mujeres sin parentesco estén juntos, el único del mundo que prohíbe a las mujeres conducir, que controla sus vestimentas obligándolas a cubrirse con túnicas negras en la calle, que las somete a la tutela obligatoria de por vida de un varón, no se puede evitar cierto escepticismo de que en la ONU el representante de las mujeres saudíes sea un hombre, aunque, algunos, para curarse en salud, pretendan presentarlo como estrategia de futuro a la hora de liderar el progreso femenino por los derechos humanos. Es preocupante esta paradoja politiquera.