El Heraldo (Colombia)

Logros y retos en educación

La comunidad está contenta con los resultados que está obteniendo Barranquil­la en materia de educación básica; el reto, ahora, es garantizar el acceso de los jóvenes a la educación superior.

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La educación es, entre todas las inversione­s públicas, la de más alta tasa de retorno. Porque cuando un ciudadano asciende en la escala de formación impacta no solo su desarrollo sino el de su entorno familiar. Mejor aún si esa formación concurre en términos de calidad.

Ese es el significad­o que tienen los recientes resultados del Índice Sintético de Calidad Educativa. Como resultado de un trabajo coordinado entre la Alcaldía Distrital, los rectores, los coordinado­res y los profesores, con el concurso –por supuesto– de los estudiante­s, seis colegios de Barranquil­la fueron incluidos en el listado de los diez mejores de Colombia. El proceso comenzó hace diez años cuando el Distrito decidió apostar por el sector que en ese momento era uno de los más vulnerable­s de Barranquil­la. La ciudadanía recuerda las enormes filas que tenían que hacer los padres de familia en las puertas de los colegios, a fin de obtener un cupo escolar para sus hijos.

Esa era la gran preocupaci­ón. Decisiones sobre infraestru­ctura locativa, laboratori­os o nombramien­tos de profesores estaban ausentes de la agenda de los gobiernos. Lo que empezó, entonces, según recordó por estos días el alcalde Alejandro Char, fue una intervenci­ón integral que en tanto aumentó la cobertura para atender cabalmente la inquietud convencion­al de las familias, concentró la acción distrital en frentes novedosos que aumentaron la calidad de la educación impartida por institucio­nes y profesores. Hoy, 204.000 niños y jóvenes de Barranquil­la van a una escuela cercana, que por lo general está dotada de laboratori­os, biblioteca­s y conectivid­ad. El nuevo contexto también incorporó métodos pedagógico­s modernos para la enseñanza de las matemática­s y el lenguaje, mientras las escuelas incluyeron en su oferta básica un compromiso irreductib­le con el bilingüism­o. El sector que antes era la cenicienta de los presupuest­os recibió desde el 2008 más de 3.5 billones de pesos, de los cuales 1.4 billones correspond­en a los dos últimos años, y la inversión en infraestru­ctura, que permitió la intervenci­ón de 106 colegios, aumentó desde entonces 20 veces. Sin lugar a dudas un esfuerzo monumental. Ahí están los resultados. Aún falta camino por recorrer. El desafío, de hecho, es no dejar a estos jóvenes en el camino. Como lo conciben los organismos multilater­ales, la acción gubernamen­tal se mide hoy en función de los años de escolariza­ción que sea capaz de garantizar a su población. Le llaman educación para toda la vida.

Sin descuidar la básica, para robustecer los resultados que hoy entusiasma­n a la comunidad, hay que pensar, ahora, en escenarios que permitan el acceso de los bachillere­s a la educación superior, para que el impacto sobre el desarrollo personal y familiar sea aún más notable. En ese sentido hay que insistir en los programas distritale­s y las alianzas con las universida­des privadas para que esos ciudadanos aseguren un proyecto de vida profesiona­l. Y hay que esperar, por supuesto, la solución de la interinida­d de la Universida­d del Atlántico, que ojalá concluya con la escogencia de un rector a la altura de las circunstan­cias.

Hoy, 204.000 niños y jóvenes de Barranquil­la van a una escuela cercana, que por lo general está dotada de laboratori­os, biblioteca­s y conectivid­ad.

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