La metamorfosis de Lucio y Angelino
Tanto Carlos Alonso Lucio como Angelino Garzón provienen de la izquierda, son dos singulares personajes de la política colombiana y guardan en común una piel muy especial que les ha permitido cambiar de colores a lo largo de su carrera pública. Su signo zodiacal bien podría ser el camaleón.
Lucio viene de las entrañas del M-19; Angelino, de las filas del Partido Comunista, de la UP y del sindicalismo. Y a ambos, en distintos momentos de mi vida, los he tratado de manera muy cercana.
Las últimas sorpresas de Lucio y Angelino han ocupado la atención nacional. Lucio por promover, en su actual rol de pastor evangélico, junto a su esposa, la senadora Viviane Morales, un referendo contra la adopción igualitaria que se hundió la semana pasada en la Comisión Segunda de la Cámara. Angelino por participar en la radicalizada convención última del Centro Democrático.
Lucio y Angelino eran, en los años 90, dos políticos de avanzada que defendían elocuentemente la Constitución del 91. Ambos vivieron en Barranquilla por un tiempo. Lucio en 1992 porque desde aquí quería poner en marcha una iniciativa nacional legislativa contra la corrupción, pero como no disponía de los recursos que demandaba una campaña de esas proporciones, se le ocurrió que la figura de la revocatoria del mandato (aún no reglamentada en esa época) se podía estrenar con cinco concejales de la ciudad que él bautizó ‘los jinetes de la corrupción’. Fue un ejercicio ruidoso e inútil que incluyó la recolección de firmas; además, como hubo demanda por injuria y calumnia de los afectados, esto se le devolvió después a Lucio cuando era representante a la Cámara (el proceso fue a la Corte Suprema de Justicia) y entiendo que tuvo que negociar para no perder la credencial. Angelino vino también a la ciudad en 1992 dizque a poner orden en la AD -M-19 y a coordinar la campaña a la Alcaldía del cura Bernardo Hoyos.
Los bandazos de Lucio y Angelino son parte de la realidad y del quehacer diario de la política en Colombia. Luego, entonces, un principio básico de esta es el oportunismo que parece dar mejores resultados que la coherencia. Con esta habilidad camaleónica, Lucio y Angelino han logrado las figuraciones que han querido en la vida pública. Cuando Lucio sintió que se le había cerrado su ciclo de liderazgo con su salida del Congreso, tras su muerte política por decisión de la Corte Suprema, se inventó una nueva indumentaria: la de pastor evangélico, para lo cual ha usado sus indudables capacidades retóricas y oratorias. Angelino, entre tanto, cuando quiso ser un prominente líder sindical fue del Partido Comunista; fue constituyente del 91 con la camiseta del M-19; ministro del Trabajo con el vestido pastranista, y vicepresidente de la República con el ropaje santista. Ahora es uribista. Ambos, como decimos en la Costa, son ‘troncos de pasteleros’.