Los otros milagros de Fátima
Portugal fue noticia en Europa el fin de semana pasado por varios motivos. El papa Francisco visitó el Santuario de Fátima con motivo del centenario de la aparición de la Virgen a tres pastorcillos. El mismo día que el pontífice ofició una misa multitudinaria en Fátima se produjo otro supuesto milagro a miles de kilómetros, en Kiev, la capital de Ucrania. Por primera vez, Portugal ganó en Eurovisión, el festival musical televisivo más antiguo del mundo con seis décadas de historia.
El representante luso, Salvador Sobral, se impuso al resto de intérpretes de todos los países de Europa –que incluye Israel y recientemente también Australia, pero esta vez no a Rusia y Turquía, aunque eso es otra historia–. Y lo hizo con una balada íntima y sencilla llamada Amar pelos dois, cantada en portugués. La canción sobresalió en un mar de temas de música pop a veces indistinguibles unas de otras, que suenan a lata y que casi siempre se cantan en inglés, con independencia de que los artistas sean de Moldavia, Islandia u Holanda. En los últimos tiempos se ha impuesto cierta uniformidad en Eurovisión, un concurso dominado por compositores suecos que venden sus canciones prefabricadas y a medida en todo el continente.
Al igual que el insospechado ganador Sobral, el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, se ha desmarcado de la ortodoxia en política económica que impera en Europa. Desde que llegó al poder en 2015, el ex alcalde de Lisboa puso fin a la austeridad presupuestaria a ultranza que regía en Portugal desde que el país fue intervenido por la troika en 2011. Costa repuso parte de los recortes de las pensiones y los salarios en el sector público y bajó el impuesto para la hostelería, entre otras medidas. La mayoría de los analistas políticos no daba un céntimo por un gobierno socialista en minoría que depende del apoyo de dos partidos a su izquierda.
Para sorpresa del jurado, Costa está teniendo un éxito notable. En el primer trimestre del año, la economía portuguesa registró el mayor aumento en una década, un 2,8%, gracias al crecimiento de las exportaciones, una mayor inversión, sobre todo en el sector inmobiliario, y un boom turístico. Salvo algún desastre inesperado, Portugal va camino de superar el objetivo de crecimiento del 1,8% previsto por el gobierno para todo 2017. Eso permitiría que el déficit público cumpla con creces el objetivo de bajar al 1,5% del Producto Interior Bruto marcado por la Comisión Europea.
El éxito de Costa, cuya relajación del gasto ha empujado el consumo interno, es un auténtico desafío para la ortodoxia de la austeridad presagiada por el Gobierno alemán. El ultraaustero ministro de Finanzas germano, el democristiano Wolfgang Schäuble, suele ser muy duro con los socialistas en Portugal y bastante generoso con el ejecutivo conservador de España, que lleva años incumpliendo el objetivo del déficit. Alemania y España quedaron los últimos en el festival de Eurovisión, pero eso sería forzar demasiado la metáfora.