El Heraldo (Colombia)

“Él es consciente de lo que hizo pero ni siquiera me ha pedido perdón”

Yenis Hoyos Martínez sufrió una fisura en su cadera luego de que su pareja, con el que aún convive, la empujara Ha estado en una silla de ruedas desde hace tres años.

- Por Leonardo Carvajalin­o

“Yo lo único que quiero es sentir que fui escuchada, que se hizo justicia”, dijo Yenis Hoyos Martínez desde la silla de ruedas que ha sido su método de transporte desde hace tres años, cuando sufrió una fisura en su cadera.

Esta lesión, asegura, fue causada por un empujón de su pareja desde hace 11 años. Una pareja con la que aún convive bajo el mismo techo en el barrio Villa San Pedro II, luego de varios intentos por parte de Yenis de independiz­arse.

Esta relación comenzó cuando ella tenía 24 años. En aquel entonces era manicurist­a en un salón de belleza y con eso sostenía a su hija mayor, que tenía 6 años.

Una amiga los presentó y cuenta Yenis que desde un principio mostró celos. “Cuando no le contestaba el celular me gritaba todo tipo de vulgaridad­es”, detalló la mujer.

Dos años después comenzaron a vivir juntos. Meses antes de que naciera la primera hija de la pareja, en 2010, se presentó la primera agresión.

Yenis recuerda haber sentido miedo por su hija, ya que su embarazo era de alto riesgo. Ese día, su pareja la “sacudió con fuerza por los brazos”.

LA CAíDA. En marzo de 2011, cinco meses después de haberse practicado la cesárea en la que nació su hija, Yenis vivió la agresión que la tiene postrada en una silla.

Ella cuenta que luego de una discusión entre ambos, el hombre le intentó golpear en la cara. Ella bloqueó el golpe, lo que le causó más rabia y la empujó.

Yenis recuerda que cayó. Después, despertó en una clínica. Cuando llegó la Policía no se atrevió a decirle nada. “Por miedo, porque si en una discusión me había agredido así, ¿qué haría si lo denunciaba?”, razonó la mujer de 34 años.

Los médicos le diagnostic­aron artritis reumatoide­a, pero no entendían el por qué de la fisura en su cadera.

Su pareja nunca aceptó lo que sucedió y ni siquiera fue a visitarla al hospital.

Yenis regresó a la casa de su madre por tres meses, sin embargo allá no encontró apoyo. “Ella decía que lo perdonara, que uno tiene que estar sujeta al marido, pase lo que pase”, narra la mujer.

Luego de conversaci­ones, regresó con su pareja a lo que parecía una tranquilid­ad, que duró hasta diciembre de 2011.

Durante otra discusión, el agresor pateó a su mujer en la rodilla derecha, del mismo lado donde está localizada la fisura en la cadera.

DENUNCIA. Este evento llevó a Yenis a denunciar las agresiones de las que había sido víctima.

Dice que fue a Medicina Legal, Fiscalía, Bienestar Familiar y a la Comisaría en busca de apoyo.

En este último lugar recuerda que le dijeron, “otra vez una vieja... ¡eso se arregla en la cama!”.

Yenis siente que ninguna de sus denuncias fue atendida con presteza. Además, su suegra, al enterarse de lo sucedido, le botó todos los documentos que tenía sobre el caso.

Retornó a Medicina Legal a pedir la copia. “Llegué y me dijeron que fuera otro día; cuando volví, me dijeron que la encargada no se encontraba. Me sentí derrotada, que nadie me escuchaba. Que toqué todas las puertas y agoté los recursos y nadie me ayudó”.

Decidió mudarse de la casa en 2013. Gracias a la demanda con el Bienestar Familiar, su pareja le daba la alimentaci­ón a la hija de ambos. No obstante, no le alcanzaba para solventar las necesidade­s de las dos hijas, además del tiempo que necesitaba para llevar a la menor a controles médicos.

Su movilidad empezó a empeorar, las piernas ya no le funcionaba­n y se caía sola. Un día quedó postrada en la cama; los exámenes revelaron que debía usar silla de ruedas.

“Tenía cinco meses de haber dado a luz y por eso las caderas estaban abiertas y no se me cerraron más a causa del golpe. No reposé sino que seguí moviéndome y los huesos se fueron desgastand­o, hasta que perdí la movilidad”, explicó Yenis la situación que desencaden­ó en su inmovilida­d actual.

“Me negué, usé caminadora y seguía haciendo lo que podía hasta que el dolor me ganó”, dice con impotencia.

En la EPS Cafesalud la citaron a una junta médica donde le dijeron que esperara hasta los 50 años para la operación que necesitaba, reemplazo de cadera, debido a que este implante solo se puede hacer una vez y se deteriora con el tiempo.

“Mis hijas me necesitan ahora, no a los 50; a esa edad ellas ya estarán casadas. Yo quiero mi calidad de vida ahora”, explica Yenis, quien ha presentado cuatro acciones de tutela contra la empresa que le ofrece el servicio de salud para poder lograr que le hagan la operación que necesita cuanto antes.

Yenis también pleiteó la pensión con la ARL. Por el tiempo que ha estado incapacita­da la calificaro­n con pérdida de la capacidad laboral. Sin embargo no está pensionada, según cuenta, porque “dicen que me faltan siete semanas para completar las 50 semanas cotizables para una pensión”. La otra opción que le queda es esperar a cumplir los 57 años.

En 2014, durante esta problemáti­ca, no tenía un ingreso a raíz de su enfermedad. Su pareja le ofreció volver a recibirla en la casa y ante la situación precaria que vivía ella accedió.

LA TERCERA VUELTA. En esta ocasión, la relación de pareja se había acabado. El hombre asignó a Yenis un puesto en la tienda de la que es dueño. Además, ella es la encargada de lavar la ropa y cocinar.

La situación parecía funcionar, de acuerdo con Yenis. El maltrato verbal continuaba, sin embargo, las agresiones físicas habían parado hasta que el año pasado hubo una nueva eventualid­ad.

Luego de una discusión que se originó debido a un billete falso que un empleado había colocado, su agresor, quien estaba borracho, la empujó una vez más, causándole hematomas en el cuerpo.

Yenis puso el denuncio ante las autoridade­s otra vez. En esta ocasión, decidió probar su suerte en una casa refugio. Allí ingresó junto a sus dos hijas el 25 de octubre de 2016.

“Me dijeron que iba a estar adecuado para personas con discapacid­ad, pero apenas llegué me di cuenta que no era cierto”, afirma Yenis. Otra situación que le preocupaba era el hecho que sus hijas no iban a asistir a clases durante el proceso de adaptación.

“Había niños que llevaban ahí que llevaban meses sin ir al colegio, no podía hacerle eso a mi hija de 16 años que le falta tan poco para terminar”, explicó la mujer, quien al siguiente día decidió volver adonde su pareja.

Cuando le preguntó dónde estaba, le respondió que donde su hermana.

“Cada vez que vuelvo él me acepta porque es consciente de lo que hizo, pero no quiere decir en voz alta que es culpable y pedir perdón”. Así interpreta ella la respuesta del hombre, quien cada vez que es encarado con la situación “se queda en silencio y no me mira”.

Cuenta que su pareja le ofreció prestarle 25 millones de pesos para que comprara una casa propia, pero que debía devolvérse­lo. “Sería peor la situación”, comenta.

“Pero si yo me voy de mi casa con mis dos hijas, ¿a dónde voy?”, se pregunta en voz alta.

Sus opciones son: la casa de sus padres en Medellín, donde su madre le ha aconsejado que se quede con su marido sin importar las circunstan­cias. La casa de su hermana, quien no tiene los recursos para mantenerla a ella y a sus dos hijas, además queda en un segundo piso, que dificulta su movilidad de sobremaner­a.

Aún se moviliza constantem­ente en aras de que alguien la auxilie. Desde noviembre pasado entró a un grupo de apoyo de mujeres víctimas de violencia intrafamil­iar, lo que le ha dado más coraje para compartir su historia con otros.

“Me han golpeado, me han insultado y ¿me tengo que quedar callada? No más”, finalizó.

 ?? JOHN ROBLEDO ?? A Yenis Hoyos se le dificulta estar de pie por la lesión que tiene en la cadera, por lo que se mueve en silla de ruedas.
JOHN ROBLEDO A Yenis Hoyos se le dificulta estar de pie por la lesión que tiene en la cadera, por lo que se mueve en silla de ruedas.

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