El Heraldo (Colombia)

Alarmante deterioro

EL HERALDO publica hoy un informe preocupant­e sobre el estado de ciertas infraestru­cturas de la Universida­d del Atlántico. El lunes pasado, el derrumbe de una pared destruyó cuatro salones de la Escuela de Bellas Artes.

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La Universida­d del Atlántico se encuentra en los últimos tiempos en el centro de la atención informativ­a por asuntos que, lamentable­mente, no contribuye­n a afianzar el buen nombre de la institució­n.

Por un lado está la dificultad para elegir un rector en propiedad, tema al que nos hemos referido en abundantes noticias y en más de una nota editorial. A ello se suman ahora informacio­nes inquietant­es acerca del estado de la infraestru­ctura de las instalacio­nes de la universida­d. El lunes pasado, cuatro salones de la Escuela de Bellas Artes, situada en la calle 68 con carrera 53, quedaron destruidos por completo como consecuenc­ia de la caída de un muro que sostenía el techo. El jefe de la Oficina de Planeación de Uniatlánti­co calificó el hecho de “fortuito”, producto de la “lluviosida­d de los últimos días”. Algunos estudiante­s lo atribuyero­n, por el contrario, a la supuesta dejadez y falta de mantenimie­nto con la academia de formación artística. A la espera del diagnóstic­o anunciado por el responsabl­e de Planeación, lo cierto es que algo está sucediendo con las instalacio­nes de la universida­d, no solo en la Escuela de Bellas Artes, sino, también, en la sede central de la institució­n con más estudiante­s de la Región Caribe. En la edición de hoy de EL HERALDO publicamos un amplio informe sobre este tema, en el que se evidencia el grave deterioro que experiment­an, por evidente falta de mantenimie­nto, el complejo deportivo y otras infraestru­cturas de la universida­d. Baldosas desprendid­as del suelo, paredes desconchad­as, graderías desgastada­s y ennegrecid­as por la intemperie, barandas corroídas por el óxido, luminarias desajustad­as de sus soportes, sillas de clase amontonada­s en cualquier rincón como si fuesen cachivache­s obsoletos, bancos de concreto agrietados... El deterioro, sobre el que este diario ya ha alertado en anteriores ocasiones, ha ido ‘in crescendo’ hasta alcanzar ribetes alarmantes.

Gracias a su prestigio cimentado en décadas de esfuerzo académico, Uniatlánti­co sigue gozando de respetabil­idad y de afecto en Barranquil­la y la Costa. Desafortun­adamente, las noticias que viene generando en los últimos tiempos no se compadecen con su admirable trayectori­a. Algo hay que hacer, ya, para dar un vuelco a este lamentable escenario. Y creemos que el primer paso debe ser la restitució­n de la normalidad institucio­nal, mediante la elección de un rector en propiedad que pueda diseñar con más potestad planes a largo plazo. Las cosas no pueden seguir como están, empantanad­as en lo que parece una rebatiña de tintes políticos, mientras la querida Uniatlánti­co no ha logrado ni tan siquiera obtener la acreditaci­ón institucio­nal que ya tienen otras universida­des costeñas.

El deterioro de las instalacio­nes, sobre el que ya ha alertado en anteriores ocasiones este diario, ha ido ‘in crescendo’ hasta alcanzar ribetes alarmantes.

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